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Hace unos 20 años tenía la costumbre de visitar un carrito de hamburguesas que estaba muy cerca de mi casa. Casi siempre se acercaban un par de jóvenes que vivían bajo un puente pidiendo dinero, quizá para comprar drogas. En lugar de contribuir a su vicio, decidí invitarlos a comer. Me sentí una excelente persona. Es más, incluso condicioné mi ayuda a que escucharan el evangelio, ¡y lo hicieron!

¿Cuál es el problema con mi historia? El mismo que con las historias de muchos cristianos con buenas intenciones: solemos tener una perspectiva corta sobre la misericordia. No solo respecto al alcance de la misma, sino también respecto a lo que realmente significa atender al necesitado.

Por eso agradezco a Dios por recursos como Ministerios de misericordia, de Tim Keller, que examinan lo que la Biblia dice acerca de ayudar al prójimo y nos ayudan a poner manos a la obra.

Ministerios de misericordia

Ministerios de misericordia

Poiema Publicaciones. 281 pp.
Poiema Publicaciones. 281 pp.

Una historia antigua, una verdad para hoy

Keller comienza el libro recordándonos la parábola del buen samaritano (Lc. 10:25-37), dándole un giro que al menos yo jamás había considerado. Aunque solemos asociar esta enseñanza con el dicho popular: “haz bien, sin mirar a quién”, e incluso usamos el término “buen samaritano” para hablar de alguien que hace algo bueno por otra persona, Keller nos muestra que la parábola tiene un significado más profundo.

De acuerdo al autor, esta historia trata principalmente de mostrar nuestra absoluta incapacidad de cumplir la ley del amor, haciéndonos ver nuestro pecado.

“Jesús no nos está diciendo que podemos ser salvos imitando al buen samaritano, aunque con toda claridad nos está encargando que sigamos su ejemplo. Más bien, está buscando humillarnos con el amor que Dios exige, para que estemos dispuestos a recibir el amor que Dios ofrece” (p. 6).

Teoría y práctica

Es difícil encontrar recursos que no se limiten por un lado a la teoría o por el otro a la práctica. Si hablamos de teoría, encontramos difícil aplicar los principios en la vida real; si el recurso es totalmente práctico, tendemos a usarlo como un manual para cualquier escenario.

Afortunadamente, Ministerios de misericordia es en sí mismo un libro que expone conceptos esenciales mientras nos muestra cómo se aplican, ofreciendo incluso pasos prácticos que nos ayudarán a establecer, cuanto antes, ministerios de misericordia en nuestros propios hogares e iglesias.

“La misericordia tiene un impacto. Derrite corazones. Elimina objeciones. Hace que aun quienes son más reacios al evangelio la reconozcan y respeten. Nuestras buenas obras glorifican a Dios ante el mundo” (p. 76).

De hecho, el recurso está dividido en dos grandes partes: la primera dedicada a los principios bíblicos que dan sentido a la misericordia, y la segunda a cómo implementar programas funcionales que nos permitan cumplir con la responsabilidad de expandir el Reino a través de los ministerios de misericordia.

La verdadera motivación

A lo largo del libro, Keller nos recuerda que la misericordia no surtirá efecto cuando tratamos de hacer obras meramente para tratar de cumplir la ley. La única motivación verdadera y duradera para el ministerio de misericordia es una experiencia y una comprensión de la gracia de Dios en el evangelio. Si reconocemos que somos pecadores salvos solo por gracia, seremos generosos con los marginados y los desdichados.

“Un cristiano que realmente entienda la gracia no debería desechar a una persona necesitada porque la considere ‘indigna’. La misericordia de Dios no se basó en el mérito; nos la dio precisamente para hacernos dignos. Así que no debemos limitarnos a darle misericordia exclusivamente a aquellos que alcancen algún estándar de dignidad” (p. 32).

Cuando hacemos obras de misericordia, no estamos solo supliendo necesidades, sino que también estamos mostrando al mundo un vistazo del reino que Jesús traerá cuando vuelva por su Iglesia.

“Nuestro ministerio no es solo una forma de validar nuestra predicación; nuestro ministerio debe ser motivado por la compasión. Cuando nos movemos por compasión para suplir una necesidad (como lo hizo el samaritano en Lucas 10:33), aunque lo hagamos sin un poder milagroso, demostramos el poder renovador del Reino” (p. 58).

La única motivación verdadera y duradera para el ministerio de misericordia es una experiencia y una comprensión de la gracia de Dios en el evangelio.

Manos a la obra

Organizar los esfuerzos, individualmente o como iglesia, para comenzar un ministerio de misericordia no es cosa fácil. Implica administración de personas, habilidades, dones, dinero, tiempo, y alcance, entre muchas otras cosas.

Ministerios de misericordia no nos deja con dudas. Con gracia y agilidad, Keller nos muestra esquemas y planes detallados para que podamos comenzar estos ministerios cuanto antes.

Hoy, mi forma de acercarme a aquellos niños que me pidieron dinero sería diferente. Definitivamente volvería a ofrecerles de comer, pero buscaría formas más organizadas de integrar a otros miembros de mi congregación para ayudarles de manera integral. Mi deseo sería ofrecerles una ayuda que no solo calme el hambre en su cuerpo, sino que transforme su corazón.

Te exhorto a que estudies este libro en tu iglesia local. El ministerio de misericordia no es opcional para el creyente, sino que debe nacer de corazones que han recibido la mayor de las misericordias. Nosotros, siendo pobres, extranjeros y enemigos de Dios, fuimos rehabilitados, reconciliados, y adoptados como parte de la familia de Cristo Jesús (Ef. 2:19-22). ¡Salgamos y mostremos esta verdad al mundo con nuestras palabras y nuestras obras!

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