×

Los Evangelios presentan al lector moderno una descripción amplia del escenario cultural, político y religioso al que vino a nacer Jesús. Mientras narraban la vida y ministerio de nuestro Señor, los evangelistas hablaron de colectivos sociales, movimientos políticos y asuntos culturales que configuraban el ambiente de las historias que describieron en sus escritos.

Los lectores del primer siglo podían entender con más exactitud a qué se referían los evangelistas cuando hablaron de ciertos temas que en el presente nos resultan desconocidos. Al acercarnos al Nuevo Testamento para intentar comprenderlo, los creyentes tenemos el desafío de interpretar escritos de casi dos mil años de antigüedad, tratando de ponernos los lentes orientales para contrarrestar nuestra visión occidental.

Para interpretar la Escritura de manera que honre a nuestro Señor, necesitamos la guía del Espíritu Santo y también los recursos hermenéuticos que hemos heredado de las generaciones posteriores a los tiempos bíblicos, muchos de los cuales son el fruto de un acercamiento intencional y prolijo al estudio de la Escritura.

El Cordero y el León

El Cordero y el León

B&H Español. 466 páginas.

El Cordero y el León: Una introducción al Nuevo Testamento (B&H Español, 2021) de Andreas J. Köstenberger, L. Scott Kellum y Charles L. Quarles. Es un libro de consulta que provee información sobre el contexto histórico, religioso, cultural y literario de cada libro del Nuevo Testamento. Además, contiene —entre otras cosas— datos importantes sobre la fecha estimada de redacción de cada libro bíblico, su teología particular, la paternidad literaria (el autor humano que lo escribió), los destinatarios, el propósito y un bosquejo de su estructura.

B&H Español. 466 páginas.

La buena noticia es que encontramos compilados muchos de estos recursos en libros como El Cordero y el León: Una introducción al Nuevo Testamento (B&H Español, 2021) de Andreas J. Köstenberger, L. Scott Kellum y Charles L. Quarles. Este es un libro de consulta que provee información sobre el contexto histórico, religioso, cultural y literario de cada libro del Nuevo Testamento. Además, contiene —entre otras cosas— datos importantes sobre la fecha estimada de redacción de cada libro bíblico, su teología particular, la paternidad literaria (el autor humano que lo escribió), los destinatarios, el propósito y un bosquejo de su estructura.

El Cordero y el León aborda con más detalle en los pasajes precisos lo que ahora te presento de forma somera sobre siete temas relevantes que todo estudiante de la Palabra debe considerar al adentrarse en el estudio del Nuevo Testamento.

1) El paganismo

Sobre el paganismo, Lucas registra que la gente en la antigüedad era profundamente religiosa (p. ej., Hch 14:11-13). Estos son algunos de los datos sobre el paganismo del primer siglo:

  • La religión romana se apropió de gran parte del panteón griego, identificando a los dioses romanos con los griegos (Júpiter = Zeus, Venus = Afrodita, etc.).
  • El mismo emperador romano fungió como sumo sacerdote (pontifex maximus), fusionando la política y la religión, lo cual trajo fuertes repercusiones sobre el cristianismo incipiente.

2) Culto al emperador

Según los registros históricos extrabíblicos, el senado romano instituyó el culto al emperador al deificar a Augusto (31 a.C.-14 d.C.) y los siguientes emperadores:

  • Domiciano (81-96) reclamó el título dominus et deus («señor y dios»). Los autores de El Cordero y el León opinan que Juan cita esta frase de Domiciano en la respuesta de Tomás a Jesús: «¡Señor mío, y Dios mío!» (Jn 20:28). Aunque esto no necesariamente es así, no podemos negar su interesante conexión con el contexto político de la época.
  • La adoración al emperador proporciona un trasfondo importante al libro de Apocalipsis, que probablemente fue escrito durante la persecución de los cristianos por Nerón o Domiciano (p. 32; 390).

3) Religiones mistéricas

Los primeros siglos estaban repletos de religiones mistéricas, las cuales son definidas como «cultos que concebían el centro de la religión como una unión mística con lo divino» (p. 32). 

Había religiones misteriosas griegas, egipcias y orientales. Los rituales de iniciación incluían lavados ceremoniales, comidas sagradas, intoxicación y frenesíes emocionales. El propósito de estos rituales era la unión con la deidad (p. 32; 249).

4) La superstición y el sincretismo

El mundo antiguo estaba lleno de superstición y sincretismo, una mezcla de prácticas religiosas que incluían horóscopos, oráculos y augurios (p. 33). Hechos presenta numerosos ejemplos de superstición y sincretismo en el mundo del primer siglo (p. ej., Hch 8:9-24; 13:7).

5) Gnosticismo

El gnosticismo (del griego gnōsis, «conocimiento») tiene sus raíces en el dualismo platónico que miraba la materia como mala y veía el espíritu como bueno. Sobre esto hablaron tanto algunos autores bíblicos. Al tomar en cuenta esto como contexto es posible comprender mejor lo que trataban de decir ciertos pasajes (p. ej., 1 P 4:2; 1 Jn 1:6-7; 4:2; 2 Jn 1:7). En una referencia al pensamiento de tipo gnóstico, Pablo aconsejó a Timoteo que evitara estas corrientes filosóficas (1 Ti 6:20; cp. 2:15;).

6) La filosofía

La filosofía griega también se extendió en el mundo mediterráneo del siglo I. Tres filosofías fueron las más populares. Te menciono dos:

1) El epicureísmo enseñaba que el placer, en el sentido de la felicidad, era el principal bien de la vida. Esto condujo a la defensa del «hedonismo», la búsqueda del placer como una cuestión de principio ético (1 Co 15:32; cp. Is 22:13).

2) El estoicismo enseñó la aceptación del destino de uno mismo. La gente era obligada a enfrentar su destino «estoicamente», es decir, sin emociones. Pablo encontró filósofos epicúreos y estoicos en Atenas (Hch 17:18).

7) El judaísmo

El judaísmo tiene un mayor peso en su influencia para comprender el Nuevo Testamento, porque enseñó los siguientes temas que influyeron en la comunidad cristiana del primer siglo:

  • El monoteísmo, la creencia en un solo Dios en un ambiente politeísta (Dt 6:4; cp. Hch 17:22-24).
  • La sinagoga proporcionó un modelo para las prácticas y estructuras de liderazgo cristianas distintivas y permitió proclamar a Jesús como el Mesías entre los judíos (Lc 4:16-30; Hch 13:13-52).
  • El templo de Jerusalén era símbolo vital de la unidad nacional y religiosa. En los días de Jesús, el templo, que una vez fue el glorioso símbolo de la casa de Dios entre su pueblo, se había degradado a un lugar de comercio y prácticas superficiales (Jn 2:14-16).
  • El calendario religioso judío del Antiguo Testamento proporciona un importante antecedente del Nuevo Testamento sobre la vida de Jesús y el culto de la iglesia primitiva.
  • Algunos rabinos sostenían que la ley oral se remontaba a Moisés y reemplazaba al Antiguo Testamento. Jesús los acusó de revocar la Palabra de Dios por su tradición y los responsabilizó por ello (Mt 15:6; 23:1-7). Entender este antecedente resulta útil para comprender algunas preguntas claves que los fariseos le hicieron a Jesús (p. ej., Mt 19:3).

El Nuevo Testamento hace referencia a los prosélitos (convertidos al cristianismo) y los temerosos de Dios, mostrando que en Cristo los gentiles creyentes eran iguales a los judíos creyentes (Mt 8:5-13; Jn 4:46-54; Hch 10:9-16). Este era un concepto revolucionario para muchos judíos del primer siglo, incluyendo a muchos de los primeros cristianos (1 Co 12:13; Gá 2:11-21; 3:28).

Estudiemos la Palabra

El Cordero y el León podría verse como un guía turístico que nos explica aquellos detalles de los vestigios presentes en el escenario del primer siglo que la Biblia no aborda, y nos entrega un mapa infográfico con mucha información que los destinatarios primarios ya conocían.

Sin embargo, esta clase de libros no tienen el propósito de mostrarnos un comentario exhaustivo de cada pasaje de la Biblia, como sí lo hacen los comentarios exegéticos. Esta característica se debe a que el propósito primordial de una introducción al Nuevo Testamento es presentar aquellos datos que el libro bíblico no trae consigo —y que provienen de la arqueología, historia y demás ciencias bíblicas—, pero que son importantes para comprender mejor su contenido.

Es importante recordar que el estudio consciente de la Palabra es algo intencional y resulta de una combinación de esfuerzo personal, recursos hermenéuticos y horas de estudio de la Biblia, con el propósito de honrar uno de sus objetivos primordiales: «Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra» (2 Ti 3:16).

CARGAR MÁS
Cargando