×

Definición

El llamado de Dios es tanto general (el llamado evangélico que se le da indiscriminadamente a todos), y particular (el llamado efectivo y espiritual en el cual el Padre llama a los elegidos al Hijo por medio del poder del Espíritu Santo).

Sumario

El llamado del evangelio es tanto general como particular. El llamado general es el evangelio predicado indiscriminadamente, mientras que el llamado particular es el llamado interno y espiritual de Dios a los elegidos, que es simultánea con la regeneración. Todos aquellos que Dios ha elegido en la eternidad son llamados particularmente por Dios, y esta llamada es efectiva en su poder y resultado. A través del llamado de Dios, el corazón del pecador es regenerado y liberado de su voluntad; por eso, el llamamiento efectivo lógicamente precede la conversión, al poner la fe en Cristo. Todos los que son llamados de esta manera serán justificados y glorificados, y toda la gloria es dada a Dios quien realiza este cambio en nosotros por medio de su llamado.

Cuando consideramos la amplitud de nuestra salvación, lo que los teólogos llaman ordo salutis u orden en que se da el proceso de la salvación, ¿dónde se origina y cuál es su primer punto de partida? La respuesta es el llamado de Dios. Todo se deriva del llamado inicial, salvador y efectivo de Dios al incrédulo hacia Jesucristo. Imagínalo de esta manera, (tomado de Matthew Barrett, 40 Preguntas sobre la Salvación):

Los puritanos como William Perkins se referían a esta orden de salvación como “la cadena dorada de la salvación”. Cada eslabón de la cadena es inseparable del siguiente y juntos forman una cadena que no se puede romper. El llamado efectivo de Dios es el primer eslabón, a veces sinónimo con la regeneración (el nuevo nacimiento), dando a luz todo lo que sigue. En este llamado el Espíritu Santo primero une al pecador con Jesucristo; de hecho, el pecador es llamado a Cristo, para que disfrute de todos los beneficios de la salvación que se encuentran en Él, incluyendo la fe y el arrepentimiento, un nuevo estado de justicia (justificación), adopción en la familia de Dios, conformidad con la imagen de Cristo (santificación) y un día la glorificación misma.

El llamado del Evangelio

Pero para entender el llamado de Dios uno debe reconocer desde el principio que hay dos tipos de vocación. Primero, está el llamado del evangelio. Este llamado es el mensaje del evangelio proclamado y extendido a los pecadores. El llamado del evangelio se emite siempre que Jesucristo crucificado y resucitado es predicado desde los púlpitos o compartido en conversaciones evangelísticas. Este llamado evangélico es indiscriminado, destinado a ser difundido a cualquiera y a todos los que lo escuchan. No conoce barreras, pero sale de manera libre y universal a todos los que lo escuchan. Por lo tanto, a veces se le ha referido como el llamado general de Dios. Este llamado evangélico también invita a los pecadores a arrepentirse y a confiar en Cristo (Mt 11:28; Lc 14:23), prometiendo que cualquiera que lo haga será perdonado y recibirá vida eterna, lo cual solo Cristo mismo puede dar.

Por ejemplo, Cristo le proclama a sus oyentes: “Vengan a mí, todos los que están cansados y cargados, y yo los haré descansar” (Mt 11:28). Además: “Si alguien tiene sed, que venga a mí y beba” (Jn 7:37). Es este llamado evangélico el que famosamente define el discípulo amado: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn 3:16).

Sin embargo, este llamado general del evangelio puede ser resistido por algunos que escuchan el evangelio, pero no creen en Cristo. Esteban, justo antes de ser martirizado, dijo esto mucho: “Ustedes, que son tercos e incircuncisos de corazón y de oídos, resisten siempre al Espíritu Santo; como hicieron sus padres, así hacen también ustedes” (Hch 7:51). De hecho, esto no era nada nuevo para Esteban, e incluso Jesús experimentó tal rechazo: “¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste!” (Mt 23:37).

El llamado eficaz

Pero este no es el único tipo de llamado que la Escritura describe. También hay un llamado efectivo, o lo que a veces se denomina llamado especial de Dios. Cuando la Palabra es proclamada (el llamado del evangelio) y cae en los oídos de sus oyentes, Dios obra dentro de los corazones de sus elegidos; el Padre los llama a su Hijo a través del poder de Su Espíritu Santo. Dos componentes de este segundo tipo de llamado merecen atención.

En primer lugar, este llamado no es universal, sino particular. Dios ha escogido a sus elegidos en la eternidad, no en base a nada previsto en ellos, ni siquiera su fe. En el momento adecuado, llama a los que ha escogido para la salvación en su Hijo, realizando lo que decretó desde toda la eternidad. A diferencia del llamado del evangelio, el cual se dirige a todas las personas, el llamado efectivo es específico, tomando lugar solo dentro de los corazones de los elegidos de Dios. Como “el viento sopla por donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”, dice Jesús en Juan 3:8, resaltando la soberanía de Dios.

En segundo lugar, este llamado no solo es particular para los elegidos de Dios, sino que es efectivo en su poder y resultado. En otras palabras, el llamado de Dios a sus elegidos no falla. Así como su decisión de elección en la eternidad no está condicionada a la voluntad del pecador, así también su llamado especial no depende de la voluntad del pecador. De hecho, la voluntad del pecador está en esclavitud al pecado (p. ej., Ro 8:7-8), y su trato con las cosas de Dios es caracterizada por una incapacidad espiritual.

Pero cuando una persona es llamada eficazmente y regenerada por Dios, su voluntad es liberada para que pueda arrepentirse y confíe en Cristo. Eso significa, entonces, que el llamado eficaz de Dios, y con ella la regeneración misma, debe lógicamente preceder a la conversión (fe y arrepentimiento) en el orden de la salvación. Hasta que Dios llame a sus elegidos con una gracia eficaz y omnipotente, ellos no podrán creer.

Jesús y el llamado eficaz: Juan 6

Jesús tiene en cuenta este llamado eficaz, según registra Juan 6. Los judíos que lo escuchan no creen en Él, sin importar los milagros que hace. Ellos están espiritualmente ciegos y, aunque piensan que son libres, viven en cautiverio. Se ofenden con el mensaje de Jesús y se quejan (como sus antepasados en el desierto) cuando Jesús dice que Él es el “pan que bajó del cielo” (Jn 6:41). Jesús responde: “Jesús les dijo: ‘No murmuren entre sí. Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final” (Jn 6:43-44).

Jesús destaca en este pasaje dos verdades esenciales: (1) la inhabilidad humana de venir al Padre, y (2) la efectividad del llamado de Dios, porque nadie puede venir a menos que sea atraído por el Padre. Hay un tono “predestinario” presente en las palabras que Jesús dijo justo antes de este punto: “Pero ya les dije que aunque me han visto, no creen. Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera” (Jn 6:36-37). Noten, Jesús no dice “el que venga a mí, el Padre me dará”, sino que aquel que el “Padre me da vendrán a mí”. Es la elección de Dios lo que resulta en que los pecadores vengan a Jesús. A menos que atraiga al pecador, ningún pecador vendrá a Jesús en absoluto. Como Jesús dice una vez más en Juan 6:65, cuando los judíos aún no creen en Él: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a Mí si no se lo ha concedido el Padre”.

A luz de Juan 6, no nos debe sorprender que los teólogos etiquetaran esto el llamado “eficaz”. El hombre no coopera con Dios en este llamado (es decir, sinergismo), ni es el hombre capaz de resistir este llamado y derrotar la gracia de Dios. ¿Cómo podría resistirse cuando está bajo esclavitud espiritual y muerte? Más bien, este llamado es una convocatoria que no solo ofrece una vida nueva, sino que crea una vida nueva dentro, de manera similar a las poderosas palabras de Jesús: “¡Lázaro, sal fuera!” (Jn 11:43). Por esa razón, este llamado es uno que no puede fallar en su misión de traer a los elegidos de Dios a la unión con Cristo. Es eficaz. Es por eso que algunos teólogos han visto el llamado eficaz y la regeneración (el nuevo nacimiento) como dos caras de la misma moneda.

Pablo y el llamado eficaz

Aprendemos acerca de la naturaleza efectiva de este llamado no solo de Jesús, sino también de Pablo. En realidad, Pablo asume esta verdad en varias partes de sus escritos. Pero solo consideremos un ejemplo. En su carta a los romanos, Pablo escribe:

“Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los que justificó, a esos también glorificó” (Romanos 8:28-30).

En primer lugar, Pablo no tiene a todo el mundo a la vista (como ocurre con el llamado del evangelio). Sabemos que tiene a los elegidos de Dios en mente porque dice que los llamados también son los predestinados. Esto no se puede decir con respecto a los no electos. (Para ver más esta conexión entre la predestinación y el llamado eficaz, ver: Ro 9:11-12, 23-26; 1 Co 1:9; 2 Ti 1:9; 1 Ts 5:23-24; 2 Ts 2:13-14).

Pero segundo, hay un eslabón o cadena irrompible en la mente de Pablo. Dios nos conoció de antemano y nos predestinó en la eternidad, y es entonces que llamó a aquellos a quienes predestinó. Los llamados son entonces justificados, y los justificados Dios también glorifica. Pablo solo puede tener tal certeza de que la justificación y la glorificación seguirán si el llamado es eficaz.

El poder unido de la Palabra y el Espíritu

Muchos otros pasajes apoyan este llamado eficaz, tanto en las cartas de Pablo (p. ej., 1 Co 1:18-31; Gá 1:15-16; Ef 4:1-6; Col 3:15; 1 Ti 6:12) y en las cartas de Pedro (1 P 1:14-15; 2:9 -10; 21; 5:10; 2 P 1:3-5, 10). Pero debe tenerse en cuenta que este llamado eficaz no debe ser puesto en contra del llamado del evangelio. Sí, son distintos, pero cuando Dios llama efectivamente a sus elegidos, lo hace en y a través del llamado del evangelio. A medida de que la palabra del evangelio es predicada, Dios trabaja en el interior para llamar a sus elegidos a aquel que es el evangelio personificado, Jesucristo. En todo esto, este llamado no es un llamado a Dios en abstracto, sino que es el llamado del Padre de sus elegidos a su Hijo por el poder de su Espíritu omnipotente.

Como resultado, no tomamos crédito por esta convocatoria. Todo el crédito y la gloria deben ir a nuestro Dios Trino. Si no nos convocara con su poder irresistible, todavía estaríamos espiritualmente perdidos, embriagados de la voz de esa antigua serpiente.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Lauren Charruf Morris.


Este ensayo es parte de la serie Concise Theology (Teología concisa). Todas las opiniones expresadas en este ensayo pertenecen al autor. Este ensayo está disponible gratuitamente bajo la licencia Creative Commons con Attribution-ShareAlike (CC BY-SA 3.0 US), lo que permite a los usuarios compartirlo en otros medios/formatos y adaptar/traducir el contenido siempre que haya un enlace de atribución, indicación de cambios, y se aplique la misma licencia de Creative Commons a ese material. Si estás interesado en traducir nuestro contenido o estás interesado en unirte a nuestra comunidad de traductores, comunícate con nosotros.

Lecturas adicionales