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¿Con qué actitud debemos orar?

Con amor, perseverancia y gratitud; en humilde sumisión a la voluntad de Dios, sabiendo que, gracias a Cristo, Él siempre escucha nuestras oraciones.

Con amor, perseverancia y gratitud.

Respuesta para Niños

Versículo bíblico

Filipenses 4:6

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.

Devocional

THABITI ANYABWILE

La oración hipócrita es un oxímoron; la hipocresía y la oración no van juntas. Cualquier cosa a la que llamemos oración debe estar separada de la hipocresía. El Señor nos enseña esto en los evangelios cuando habla sobre aquellos que oran para una audiencia; para ellos, la oración es un espectáculo. Y si llevas cierto tiempo orando, sabrás que no necesitas una audiencia para que tu oración sea un espectáculo.

A veces nos contemplamos a nosotros mismos mientras oramos. Admiramos la elocuencia de nuestra apelación. Nos gusta cómo suena. Así que nuestra oración puede pasar de ser un acto de comunión con Dios a ser una demostración de orgullo.

Pero la verdadera oración es una expresión de amor. La verdadera oración es una expresión de perseverancia. Es una expresión de gratitud.

¿Por qué de amor? Porque en la oración nos comunicamos con Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo. Estamos orando al Padre en el nombre del Hijo a través del Espíritu. Y en el acto de la oración debemos disfrutarlos, conocerlos y tener comunión con ellos. ¿Cómo puede la oración ser comunión sin no hay amor?

En la oración también debe haber perseverancia, firmeza e intencionalidad; deberíamos estar tocando a la puerta continuamente. Esta perseverancia es necesaria para prevalecer contra nuestra carne. Nuestra carne lucha contra nuestro espíritu. Y cuando oramos, ¿no experimentamos una mente distraída? Cuando oramos, ¿no experimentamos debilidad y fatiga?

Me he quedado dormido, tal como los apóstoles del Señor en el huerto de Getsemaní. Así que para poder tener esta comunión plena con el Señor necesitamos perseverancia e intencionalidad en las cosas de Dios, luchando contra las distracciones del mundo y crucificando nuestra carne una y otra vez.

Finalmente, la oración debe ser una expresión de gratitud. Contemos las bendiciones del Señor. Traigamos Su providencia a la memoria. Observemos las intervenciones divinas en nuestras vidas para que no solo recibamos a Cristo, sino que recibamos todo en Cristo y lo experimentemos en formas sorprendentes, en momentos oportunos y en tiempos inesperados.

Las intervenciones de Dios, que son bendiciones y distribuciones de Su bondad hacia nosotros, deben cultivar gratitud en nosotros. Nuestras oraciones deben expresar ese agradecimiento para que seamos conscientes de las bondades del Señor.

Incluso cuando no podamos ver la mano de Dios, podemos confiar en Su corazón porque sabemos que Dios es bueno, y estamos agradecidos por Su bondad. Eso nos alienta a orar y ser perseverantes, y nos hace volver en amor a Cristo el Salvador, a Dios nuestro Padre y al Espíritu nuestro Consolador.

Oración

Padre amoroso, venimos a Ti en el nombre de Tu amado Hijo. Danos perseverancia en la oración, incluso cuando no vemos respuestas inmediatas. Ayúdanos a creer que Tú no nos privarás de algo bueno, y a confiar en que no nos darás aquellas cosas que queremos si nos harán daño. Tus caminos son más altos que los nuestros, y confiamos nuestras peticiones a Tu soberana bondad. Amén.