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Hace un año, perdimos a nuestra hija menor en su larga batalla contra la adicción. Caminar a su lado en esta lucha de varios años nos hundió en partes de este mundo quebrantado que nunca soñamos habitar. Lugares oscuros con gente desesperada se convirtieron en terreno familiar. Luchamos por la vida. Ganó la muerte. Ahora nuestra preciosa hija ya no está. Cada mañana miro fijamente a los ojos de su hijo de dos años, que ahora nos ha sido confiado.

Desde entonces, he aprendido mucho sobre el dolor. He visto cómo ataca tanto el propósito como la motivación. El dolor aparece sigilosamente y se apodera de un momento, una hora, una tarde. Creo que va a ser así durante un tiempo. La sombra de la muerte; la silla vacía; la carga de la vergüenza; el vaso de barro, roto.

El ministerio, si soy honesto, es conflictivo. Ha sido más espléndido de lo que esperaba y más doloroso de lo que nunca soñé. En algún momento del camino, empecé a pensar de manera diferente sobre la resiliencia. Ya no es el lugar al que busco llegar después del dolor. Es la obra de Dios, en y a través del misterio y la agonía, por la que Él me está ayudando a perseverar de un modo que revela Su poder.

Tesoro en vasos de barro

En 1947, un joven pastor beduino pastoreaba su rebaño en una colina cercana al mar Muerto. Como las ovejas son propensas a extraviarse, un corderito se alejó. El pastor emprendió una búsqueda que le condujo a una oscura cueva en la colina noroccidental.

El joven pastor se acercó a la boca de la cueva, miró dentro y arrojó una piedra a la oscuridad. Algo se hizo añicos. Arrastrándose por la entrada, el intrépido pastor se encontró cara a cara con una maravilla arqueológica.

En un mundo quebrantado, el ministerio se transmite a menudo a través de vasos rotos

El joven encontró una hilera de enormes vasijas de barro, más grandes que él, todas ellas selladas. Al abrir una de las tapas, encontró en su interior pergaminos antiguos, algunos envueltos en lino y otros ennegrecidos hasta el punto de resultar ilegibles. El pastor no sabía que sería inmortalizado como la persona que descubrió los rollos del mar Muerto.

Un tesoro de valor incomprensible. Guardado en vasos de barro.

La conspiración de los vasos de barro

No nos equivoquemos: el ministerio es duro. Venimos a bordo asumiendo que Dios nos ha escogido por nuestras fortalezas. Pero el programa de Dios incorpora muchas de nuestras debilidades. En un mundo quebrantado, el ministerio se transmite a menudo a través de vasos rotos. Escucha cómo lo describe el apóstol Pablo:

Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros. Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. Llevamos siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Porque nosotros que vivimos, constantemente estamos siendo entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo mortal. Así que en nosotros obra la muerte, pero en ustedes, la vida (2 Co 4:7-12).

Pablo encontró oposición en Corinto. Según la tradición, era poco agraciado y padecía algún tipo de afección ocular (ver 2 Co 10:10; Gá 4:13-15). Desde el punto de vista de sus oponentes, Pablo era demasiado sencillo, demasiado despreciable, demasiado débil. Pero Pablo contraataca con una defensa decididamente poco convencional. Ante la acusación de que es insuficiente, Pablo dice: «Culpable». Ante la acusación de que es un orador poco refinado, Pablo repite: «Culpable». Ante la acusación de que es débil, Pablo afirma: «¡Culpable!». Pablo da la vuelta al guión diciendo a sus detractores: «Creen que mi debilidad me descalifica. Pero en realidad, es el centro de mis credenciales».

Pablo descubrió un secreto: su debilidad era una oportunidad para el poder de Dios. Aprendió que cuando nuestra debilidad se encuentra con la gracia de Dios, la fuerza abunda. Esto es lo que me gusta llamar «la conspiración del vaso de barro».

Aunque la palabra conspiración tiene connotaciones oscuras, creo que transmite con precisión la esencia que hay detrás de la agenda oculta de Dios. Dios tiene un plan encubierto para sabotear al enemigo y mostrar Su poder. Es un designio secreto para humillar a los orgullosos, abolir la jactancia y sentar las bases de nuestra longevidad.

A eso me refiero con la conspiración del vaso de barro. Es tan sencillo como esto: Nuestra debilidad + el poder de Dios = ministerio resiliente.

Lleno de evangelio

Pablo afirma: «tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros» (2 Co 4:7).

El tesoro de Pablo es su ministerio del evangelio. Pablo está hablando del valor resplandeciente del incomparable evangelio, el inestimable mensaje sobre el Salvador que dejó la gloria del cielo y murió para salvar a los pecadores. Pero conectemos un par de puntos. El ministerio del evangelio es un privilegio que muchos de nosotros compartimos con Pablo. Es un privilegio al que somos llamados cuando entramos al ministerio como líderes en la iglesia local. Compartimos el glorioso honor de proclamar el evangelio de Jesucristo, para ver la luz de la gloria de Dios avanzar a través de la obra terminada de Jesús.

Ahora viene la conspiración. En el corazón de este pasaje se encuentra un contraste asombroso. Este tesoro incomprensible está guardado en frágiles vasos de barro. Líder de la iglesia, Dios está hablando de ti. Tienes algo de valor infinito almacenado en tu ministerio, tu cuerpo, tu vida —tu vaso de barro. Tú eres el receptáculo; tú eres el vaso de barro en el que reposa el tesoro del evangelio.

¿Puedes aceptar tu debilidad?

Cuando tenía siete años, mi hermano —como todo un chiflado— me llamó para que fuera al estacionamiento de grava frente a nuestra casa. «Dave», me dijo. «Ven aquí. Quiero enseñarte algo».

En su mano había una pepita de oro (al menos lo que parecía una pepita de oro); aún no había visto el aerosol de pintura dorada esparcido por el suelo alrededor de sus pies.

«¡Wow! ¿De dónde has sacado eso?», dije.

«¡Aquí mismo!», dijo. «Están esparcidos por todo el estacionamiento. ¡Está lleno de oro!».

Me quedé atónito. Pero mi hermano apenas estaba empezando. «¿Y adivina qué? Compré todo el lote».

Luego dio un paso adelante. «Como soy tu hermano, aquí tienes la primera pieza de oro de mi nuevo lote». Se acercó y me puso en la mano sudorosa el trozo de grava pintado con spray. Cuando cierro los ojos, aún recuerdo la sensación de asombro al palpar aquel mineral de valor incalculable que me había transformado en un niño increíblemente rico.

La única manera de experimentar el extraordinario poder de Dios es reconocer nuestra fragilidad

Sintiendo el peso de la riqueza espontánea, sabía que mi oro tenía que protegerse. Así que corrí a casa, subí las escaleras y tomé una caja de zapatos. Puse la pepita de oro en el centro de la caja y la rodeé de papel periódico. Luego la envolví con cinta aislante (porque todos sabemos que la cinta aislante es resistente contra los ladrones). Metí la caja en el último cajón de la cómoda (porque a ningún delincuente se le ocurriría buscar en el último cajón). Incluso a los siete años, sabía que mi tesoro debía estar en el lugar más seguro que pudiera encontrar.

Pero la estrategia de Dios es diferente. Dios guarda Su tesoro en algo común y que se puede romper. Pensamos que nuestra batalla contra la ansiedad nos hace menos eficaces para dirigir. Suponemos que nuestra enfermedad corporal o nuestro hijo pródigo significan el fin de nuestra utilidad para Dios. Pero bajo tu dolor hay un plan: la conspiración del vaso de barro. Dios está trabajando para hacer que tu vida hable de maneras que nunca imaginaste. ¿Cómo? Dios guarda Su tesoro en barro para mostrar que la extraordinaria grandeza del poder le pertenece a Él y no a nosotros (2 Co 4:7).

No siempre somos fuertes. Somos débiles. La única manera de experimentar el extraordinario poder de Dios es reconocer nuestra fragilidad. Dios guarda Su tesoro en vasos de barro. ¿Eres capaz de asumirlo?

Rompe el vaso para liberar el poder

Los intrusos de Corinto eran conocidos por jactarse de su poder, por hablar sin cesar de los triunfos de su liderazgo. Por eso, Pablo les dice: «Permítanme compartir con ustedes el perfil de mi ministerio». A continuación, el apóstol ofrece estos cuatro contrastes (2 Co 4:8-9):

  • Estamos «afligidos en todo, pero no agobiados».
  • Estamos «perplejos, pero no desesperados».
  • Somos «perseguidos, pero no abandonados».
  • Somos «derribados, pero no destruidos».

El ministerio, para Pablo, era complicado y angustioso. Era una vida en la que estás afligido, perplejo, perseguido y derribado. Pablo lo resume diciendo: «Llevamos siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús» (2 Co 4:10).

Como en el caso de Pablo, tu dolor está diseñado para producir un líder que encarne el mensaje del evangelio. Dios desencadena en nosotros experiencias de muerte para que fluya la vida del evangelio. Es una serie de pruebas en las que tus hijos te ven difamado, pero tú no tomas represalias; en las que una noche de insomnio se prolonga hasta la siguiente; en las que sigues amando cuando sientes que tu corazón está vacío.

Tu dolor está diseñado para producir un líder que encarne el mensaje del evangelio

Pero todo forma parte del plan. La muerte actúa «para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal». ¿Ves el plan? Dios rompe el vaso para liberar el poder.

Así es. Tus debilidades y luchas —esos mismos asuntos sobre los que piensas mientras lees esto— son los mismos asuntos en los que Dios da a conocer Su poder más claramente. Estás recorriendo el mismo camino que Pablo. «Llevo la muerte, para que la vida de Cristo se manifieste en mí».

Es extraño, ¿verdad? Llegamos al liderazgo pensando que el reino avanza gracias a personas fuertes que utilizan dones asombrosos para dar frutos épicos. Pero Dios dice: «En realidad, no. Cuando quiero formar a un alma para el servicio, le pido que venga y muera. Cuando quiero que resuene mi evangelio, rompo el vaso».

Tu sufrimiento está destinado a producir vida para otros. No es una simple confusión. Es la conspiración del vaso de barro. Nuestra debilidad + el poder de Dios = ministerio resiliente.

Resiliencia ahora mismo

Líder, recuerda: tu sufrimiento no es un obstáculo para la resiliencia. Es el medio para producirla. Todo forma parte de la conspiración de Dios, donde «las tribulaciones producen paciencia y la paciencia, carácter probado, y el carácter probado, esperanza» (Ro 5:3-4). Dios rompe el vaso para moldear el alma. Es una gracia misteriosa que se nos da, una gracia sobre la cual estamos firmes (Ro 5:2).

Si ahora mismo estás luchando por resistir, recuerda: tu vaso no es el primero que se ha roto. El vaso de barro del cuerpo de Cristo fue quebrado por nuestros pecados. Luego Cristo resucitó de la muerte al tercer día. Es el origen de la conspiración: Dios hizo que la muerte produjera vida.

Líderes, no desprecien los clavos que les sujetan a la cruz. No desprecien sus lugares de muerte. De las cenizas de tu quebrantamiento, Dios está encendiendo el fuego de la esperanza y la vida. Aunque desconcierte a la mente, esas heridas están fortificando la resiliencia que buscas. Están preparando tu alma para el encuentro con el Salvador. Cada día en el cielo será más glorioso por lo que has soportado en la tierra.

Cuando miro a los ojos de mi nieto y veo a mi hija, la punzada me recuerda que Dios rompe el vaso para liberar Su poder. Si estás en el ministerio y experimentas algún tipo de pérdida, el quebrantamiento también está forjando un alma más duradera. Del tipo que recuerda al mundo el verdadero poder detrás de un Salvador crucificado.

Mi debilidad más el poder de Dios es igual a mi resiliencia. Es la conspiración del vaso de barro. ¡Es magnífica!


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Eduardo Fergusson.
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