Parece que en mi generación, el compromiso es una mala palabra. La obligación es aun peor. Estamos increíblemente ocupados, y aun más allá, valoramos nuestra comodidad un poco mas de lo normal. A menudo confundimos los sentimientos de obligación con el legalismo. Huimos aterrorizados ante la amenaza de convertirnos en legalistas, pero extrañamos el fruto que proviene de estar totalmente comprometidos a las cosas de Dios. El legalismo es seguir excesivamente las reglas y esperar una condena cada vez que fallas. Es conectar tu comportamiento u obras con tu salvación o tu aceptación delante de Dios. El compromiso, incluso cuando es difícil, es diferente a eso.
Creo que el valor del compromiso está ilustrado en las Escrituras. Dios está comprometido con su pueblo, Jesús estaba comprometido con su ministerio y misión, los discípulos estaban comprometidos con seguir a Cristo, y los apóstoles estaban comprometidos con su misión de hacer discípulos y compartir las buenas nuevas. Dentro de cada uno de estos grandes compromisos habían pequeños compromisos. Pequeñas decisiones que se hicieron y que tuvieron un gran impacto.
Mi propósito aquí no es decir que todos estamos llamados a los mismos compromisos, y que tu vida debe verse como la mía. Sin embargo, creo que hay cosas que se nos dan a través de la Palabra de Dios que requieren compromiso y que se aplican a cada creyente. Creo que el evangelio en realidad nos impulsa al compromiso y a la devoción. Nos libera de las restricciones de la ley y satisface sus requisitos, y nos libera a una devoción a Cristo. Los compromisos que la Biblia ilustra para nosotros son para nuestro bien. No son para encadenarnos a cargas ni para colocar peso. No se nos dan porque necesitamos agradar a Dios. La misión de Dios de santificar a su pueblo y avanzar su reino se logra a través de los compromisos de su pueblo. No crecemos en santidad ni hacemos discípulos pasivamente.
Me gustaría bosquejar tres de estos compromisos que creo que son universales entre los cristianos.
Compromiso a las disciplinas espirituales personales
Lo que he descubierto que es cierto es que a Dios le importa lo que hay en nuestros corazones. Antes de continuar y escribir las cosas con las que creo que debemos comprometernos fuera de nosotros mismos, debo comenzar hacia adentro. Importa lo que creemos acerca de quién es Dios. Importa cómo venimos a Dios en oración.
Mi mente se ve atraída por la historia en Jueces 6. Los israelitas estaban oprimidos por los madianitas, pero cuando clamaron a Dios antes de llamar a Gedeón como juez, Él envió a un profeta para recordarles quién es Dios y lo que había hecho. Dios tomaba en cuenta sus ídolos. A Él le importaba quién creían ellos que era Él. En ese momento, Él estaba más preocupado por lo que había dentro de ellos que por sus necesidades físicas. Era lo suficientemente importante como para responder a su clamor con un profeta en lugar de un rescate inmediato.
No estamos complaciendo al Señor por nuestras acciones, pero Él está usando nuestras acciones por medio del poder del Espíritu Santo para santificarnos.
Por medio del tiempo en la Palabra de Dios y la oración buscamos a Dios para que nuestro interior sea renovado. Nos entregamos y admitimos que no podemos hacer nada de valor eterno por nuestra cuenta. La obra de transformación que debe suceder en nosotros es un trabajo que se realiza a través del Espíritu Santo.
En los Evangelios vemos a Jesús que se marchaba a solas para orar (Lc. 5:16). Los discípulos, por ser discípulos, se comprometieron a imitar a Jesús y aprender de Él. 1 Timoteo 4:16 dice que debemos practicar la piedad. A menudo nos desconectamos al escuchar la palabra compromiso u obligación, pero conocer el propósito ayuda. Estamos siendo santificados. No estamos complaciendo al Señor por nuestras acciones, pero Él está usando nuestras acciones por medio del poder del Espíritu Santo para santificarnos. El sentimiento de obligación en sí mismo no es realmente algo malo. Es por la gracia de Dios que siento que necesito leer mi Biblia y orar. Él podría dejar que pase el día sintiéndome autosuficiente y libre de hacer lo que quiera. Pero hay una insistencia en mi alma por volverse hacia Él de maneras tangibles, como apartar tiempo a solas para leer. Esto es una bendición.
El sentimiento de obligación en sí mismo no es realmente algo malo. Es por la gracia de Dios que siento que necesito leer mi Biblia y orar.
Comprometámonos a formar hábitos que agraden al Señor. Aprendamos sobre el carácter de Dios de su Palabra para que sepamos quién es Él y lo qué ha hecho. Esto nos impulsa a orar y crea en nosotros el deseo de conocerle más.
Compromiso a la iglesia local y la comunidad
Aprendí que este es un tema delicado para algunos. Hay personas comprometidas a evadir la iglesia. He tenido conversaciones con personas que son hostiles a la idea de servicios colectivos. Algunos de estos rechazos, estoy segura, vienen de experiencias negativas pasadas. Algunos vienen del problema de no comprometerse. De donde sea que venga la evasión, separarnos de un cuerpo local de creyentes, creo, es perjudicial para nuestra salud espiritual. Creo que solo Cristo es nuestra esperanza en la salvación, y que ir a la iglesia no te salva ni determina tu eternidad. Pero cuanto más me inclino por quién es Jesús, más me comprometo con la Palabra, más me veo obligada a estar con la gente y ver a la iglesia local como el plan de Dios para alcanzar a un mundo perdido y quebrantado.
Nunca ha habido una iglesia local perfecta. El pastor, la gente, los líderes tienen fallas. Lo único perfecto acerca de la iglesia es el Dios que adoramos. Hay muchas cosas sobre la estructura tradicional de los programas y servicios de las iglesias que creo que necesitan una reforma, y hay muchos casos en los que personas han sido lastimadas por personas de una iglesia, incluyendo personas en el liderazgo. No estoy justificando un comportamiento malo o poco ético, o permitiendo que alguien se quede en una situación en la que está siendo maltratado o herido. Trato de argumentar que la iglesia local —un cuerpo de creyentes que se reúnen para adorar, aprender, y tener comunión— es una parte integral del plan de Dios para sus hijos. Creo que fuimos diseñados para este tipo de comunión. Fuimos diseñados para vivir en comunidad, no en aislamiento. Creo que aquellos creyentes que eligen separarse de la reunión colectiva se están perdiendo de la plenitud de lo que Dios tiene para ofrecerles en la tierra.
Nunca ha habido una iglesia local perfecta. El pastor, la gente, los líderes tienen fallas. Lo único perfecto acerca de la iglesia es el Dios que adoramos.
El Nuevo Testamento está lleno de cartas que fueron escritas a iglesias. Cuando los apóstoles estaban en su misión de difundir las buenas nuevas del evangelio, plantaron iglesias. Se nos dan pautas en las Escrituras para los servicios de adoración, y para los ancianos, y para el liderazgo y la enseñanza. En Lucas 4:16 se nos dice que era la costumbre de Jesús ir a la sinagoga en el día de reposo. Era su rutina, su hábito, su ritual. Cuando hacemos nuestra costumbre de observar el día de reposo reuniéndonos unos con otros, estamos imitando a Jesús.
Creo que es a través de fieles iglesias locales que se han comprometido con el Señor a hacer discípulos, llevar las cargas los unos de los otros, reunirse, y animarse mutuamente para hacer buenas obras, que el reino de Dios avanzará, y los confines de la tierra serán alcanzados.
Es a través de fieles iglesias locales que el reino de Dios avanzará, y los confines de la tierra serán alcanzados.
Yo te alentaría a dejar de lado la búsqueda de una congregación perfecta, con las personas más agradables, el pastor perfecto, en el lugar perfecto. No la encontrarás. Deja a un lado los sentimientos de ofensa cuando la comunidad no se ve o no se siente como lo habías imaginado. Porque no sucederá. El compromiso a la comunidad puede ser difícil y complicado. Pero el fruto de llevar cargas y confesiones y aprender juntos vale la pena. Si te encuentras desprovisto de deseo o amor por la iglesia local, pregúntate por qué y ora para que Dios haga crecer ese deseo en ti. El amor verdadero por Jesús resulta en amor por su novia.
Compromiso al discipulado
Hay muchas cosas por mencionar bajo este título de discipulado, pero quiero reducirlo a dos factores. Discipular dentro de la iglesia (enseñar y entrenar a las generaciones más jóvenes de creyentes), y discipular fuera de la iglesia (compartir las buenas nuevas de Cristo con un mundo perdido).
Primero, el discipulado dentro de la iglesia. Se nos dan ejemplos en todo el Nuevo Testamento de este tipo de relación. Específicamente, en Tito 2 vemos un mandato para que los creyentes enseñen y capaciten a las generaciones más jóvenes en la piedad. Cuando eso sucede dentro de la iglesia, es hermoso. Los cristianos más jóvenes están hambrientos de conocimiento y dirección. Es posible que los cristianos mayores no se sientan equipados o capacitados para transmitir sabiduría, pero fuimos creados para ello. El compromiso a equipar a las generaciones más jóvenes en Cristo es increíblemente valioso.
Segundo, el discipulado fuera de la iglesia. Lo último que Jesús dijo en la tierra fue: vayan y hagan discípulos (Mt. 28). Mientras más leo la Palabra de Dios, más me apoyo en su presencia, más estoy convencida de que nuestro propósito colectivo como creyentes en Cristo es darlo a conocer. Nuevamente, puede que te sientas mal equipado para esta tarea. Para ser honesto, lo estás. El poder y la gracia de Dios son lo que traen la salvación a las personas, pero Él nos usa para hacerlo. El peso de tratar de salvar a alguien está fuera de nuestro alcance; solo tenemos que estar dispuestos a ir a donde se nos envíe. Las cartas en el Nuevo Testamento fueron escritas por hombres que fueron enviados. ¡Qué privilegio es ser parte de la misión de Dios!
Comprometernos con estas cosas puede ser difícil. Pero no creo que Dios nos llame a hacer algo sin darnos el tiempo y la gracia para hacerlo. Cuando nos dedicamos a las cosas que importan, incluso en temporadas o situaciones difíciles, reflejamos la belleza del compromiso de Dios con nosotros. Me temo que mi generación será conocida por abandonar el barco, por cansarse de lo mismo, y por perseguir algo nuevo, y esto debido a nunca conocer la profundidad y la belleza de una comunidad, porque nos hemos conformado con un sustituto que vemos en línea. Cambiemos esta narrativa. Seamos conocidos por nuestra devoción a Cristo y su Palabra, por nuestro amor y compromiso con la iglesia local, por nuestra dedicación a las generaciones que tenemos bajo nuestra autoridad, y por nuestra pasión eterna por hacer conocer el nombre de Cristo.
Me temo que mi generación será conocida por abandonar el barco, y esto debido a nunca conocer la profundidad y la belleza de una comunidad, porque nos hemos conformado con un sustituto que vemos en línea.
Hay muchas otras cosas que podría haber incluido aquí. Esta no es una lista exhaustiva de compromisos a los que estamos llamados como creyentes. Y hay tantas matices y cosas de las que podríamos hablar en cada uno de estos puntos que he incluido. ¡Libros enteros han sido escritos acerca de un solo punto! Mi objetivo es comenzar una conversación. ¿Tememos el compromiso o huimos de él? ¿Nos aferramos a los compromisos que Dios ha ilustrado para nosotros en su Palabra? ¿Somos culpables de poner excusas para evitar sentimientos de obligación?
Sé honesto contigo mismo al responder estas preguntas. Mi propósito no es condenar, sino llevarnos a un lugar de mayor devoción y alineamiento con el patrón para el que fuimos creados. Mi propósito es animarnos a buscar en las Escrituras y pensar en lo que he escrito, hablar entre nosotros, y pedirle al Señor que nos guíe al tipo de compromiso que nos lleva a conocerle y amarle más.