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Servir a la iglesia es un gozo para todo pastor. Ver la obra del evangelio transformando vidas y ver crecer la iglesia del Dios vivo para Su gloria es un privilegio que disfruto en el rol que el Señor me asignó en su Reino. Pero el ser pastor no solo trae momentos de suma satisfacción; también trae momentos de mucha dificultad. Vivimos en un mundo de pecado, sufrimiento, lágrimas y dolor. Solamente el que ha sido llamado por Dios podrá sobrevivir en el rol. La carga por la iglesia que Pablo expresó en 2 de Corintios 11:28 puede robarle el gozo a una persona que no esté centrada en las verdades del evangelio. En ocasiones un pastor se debe enfrentar a la horrible llamada de que un miembro de la iglesia atentó contra su vida. Es este un momento delicado y frágil, no solo en la vida de esa persona, sino de toda la iglesia. El pastor debe de cuidar por la persona, si el Señor no permitió que se quitase la vida, y a la vez debe velar por la familia y la iglesia. En el peor de los casos, el pastor debe de cuidar de la congregación en una funeraria o un cementerio.

Pocas cosas deben traer el temor de Dios a la vida de un pastor como estas situaciones donde nuestras palabras y cuidado tienen un significado profundo en el futuro de la iglesia. Yo viví el primero de los casos en más de una ocasión, y por la gracia de Dios nuestra iglesia fue fortalecida en medio de este difícil proceso, porque por medio del Espíritu Santo la palabra de Dios informó nuestras acciones y actitudes. Hace unas semanas mi amigo Miguel Núñez escribió un excelente articulo sobre el tema del suicidio desde una perspectiva teológica. Estoy de acuerdo con la mayoría de las conclusiones compartidas allí, y le agradezco a él por su valentía de escribir sobre este tema de tanta importancia. Por mi parte, yo quisiera escribir más desde la perspectiva pastoral: ¿Cómo cuidamos de la iglesia cuando hablamos de este tema? Si desean una perspectiva más teológica, por favor lean el articulo del Pastor Núñez.

¿Por qué escribir sobre estas cosas?

El suicido es un tema de mucha importancia, y del que muchas personas quieren estar informadas. Algunos tal vez porque un ser querido se suicidó; otros quizás porque batallan con pensamientos suicidas, y un tercer grupo quiere saber cómo pensar bíblicamente sobre estas cosas, tal vez para aconsejar a alguien en el futuro. Es de extrema importancia que como pastores podamos informar a la congregación con verdad bíblica que les ayude a procesar este delicado tema por medio del filtro de la palabra de Dios. Todo pastor tiene la obligación de prepararse doctrinalmente para llegar a convicciones pastorales. Entiendo que es esencial que cada pastor tome el tiempo de prepararse para poder tener una base doctrinal sobre el suicidio. Queremos que nuestras convicciones vengan de un estudio profundo de las Escrituras y no de sensibilidades culturales infundidas en nuestra sociedad por la Iglesia Católica o alguna otra fuente.

Uno de los grandes problemas en la iglesia evangélica en Latinoamérica es que sin darnos cuentas queremos volver a Roma en muchos temas teológicos. En vez de hacer un estudio profundo, simplemente dejamos que lo que nos enseñaron de pequeños dicte nuestras convicciones. Pienso que este tema del suicidio es uno de estos temas donde muchos no han estudiado con responsabilidad la Palabra, y simplemente responden informados por sus sensibilidades culturales. Pastor: la forma que cuidas de la iglesia es estudiando la Palabra para que puedas informar con la Palabra a tu congregación en ese momento. En un tema como este, aunque podemos llegar a diferentes conclusiones, lo importante es llegar a ellas por medio del estudio de la Palabra. Debemos entonces poder procesar nuestras conclusiones teológicas, y que luego las podamos comunicar de una forma pastoral que se ajuste a cada situación. Cada caso de suicidio tiene diferentes variantes que tienen afectar lo que comunicamos en el momento. Debemos formularnos preguntas como:

  • ¿Era este un creyente que daba fruto de salvación en áreas de su vida?
  • ¿Qué tipo de situación le llevó a cometer este acto?
  • ¿Era paciente de alguna condición física o mental?
  • ¿Esa condición hacía que la persona perdiera su facultad de procesar emociones e información de forma racional?

Entiendo que, como presentó el Pastor Núñez, un creyente puede llegar a cometer suicidio. Pero pastoralmente eso no me da la certeza de que toda persona que cometiera suicidio en mi congregación murió salvo. Hay muchas variantes que afectan esa respuesta. Algo de extrema importancia cuando estemos comunicando el argumento teológico es el ser intencionales en no alentar a nadie a cometer el acto con la esperanza de que será salvo. Por ejemplo, alguien puede llegar al punto de desanimo en su vida por diferentes circunstancias y pensar que fuera mejor terminar con su vida y llegar al cielo. Ese no es un pensamiento bíblico. Dios es el que da y quita la vida, y el pensar de esa forma es un pecado de extrema rebeldía, donde le decimos al soberano Dios que nosotros tenemos el control de cuándo terminar con nuestro sufrimiento, en lugar de sufrir para la gloria de Dios.

Si un adolescente me hace esta pregunta, puedo darle toda la información teológica de que no hay ningún pecado que la sangre de Cristo no pueda cubrir, con excepción de la blasfemia contra el Espíritu Santo, que es el pecado de apostasía. Pero también le digo que sería muy necio para alguien no cuidar su salvación con temor y temblor y quitarse la vida pensando que no hay problema porque “voy a ser salvo”. La palabra de Dios tiene advertencias muy serias que deben desanimar el pecar de esta forma.

De encontrarnos en un funeral de una persona que cometió suicidio, podemos comunicar que Cristo está sobre todo pecado, y su sangre puede cubrir los pecados pasados, presentes y futuros de todo aquel que es un verdadero creyente. Es cierto que no podemos saber con certeza quiénes mueren salvos y quiénes no, pero sí podemos pastoralmente tener mayor o menor confianza. En mi iglesia hay varios ancianos sobre los 80 años que han sido fieles al evangelio por décadas. El día de sus funerales mi nivel de confianza al hablar de su salvación será bien alto, porque ellos reflejaron frutos de salvación a lo largo de su vida terrenal, como muestra 1 de Juan. Ellos tienen una confesión ortodoxa del evangelio, dieron frutos y aman la iglesia de Cristo. En un funeral de alguien que cometió suicidio, en realidad no puedo tener el mismo nivel de confianza. Sé que Cristo es el que salva, Él es mayor que todo pecado, pero el fruto reflejado trae duda sobre la veracidad de la conversión de esa persona. Por ende, voy a cuidar lo que comunico con referencia a la salvación de esa persona.

Recuerden que estoy escribiendo como alguien que ha sido tocado por este tema de manera cercana. Personas que amo profundamente han pasado por este proceso, y en ese momento es donde la teología de cada cual se hace visible. Que Dios nos dé misericordia para comunicar Sus verdades en estos momentos difíciles, y que podamos ser fieles para representarle de una forma clara, pero sin comprometer las verdades del evangelio.

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