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Me guía por senderos de justicia
Por amor de Su nombre (Sal 23:3b).

Cristo es pastor del rebaño que compró con Su sangre. Como buen pastor, no solo dio Su vida por Sus ovejas, sino que también camina con ellas, las protege, alimenta y guía por senderos de justicia. Esto es lo que el salmista dice que hace nuestro pastor.

La expresión «senderos de justicia» no se refiere únicamente a una obediencia externa a los mandatos de Dios. Aunque es cierto que Jesús nos guía por un camino de obediencia y rectitud, estas «sendas» abarcan mucho más.

Esta justicia ingresa a nuestras vidas, toca y transforma hasta lo más profundo de nuestra alma. Afecta nuestras meditaciones, prioridades y anhelos. Se trata de una justicia en toda la extensión de la palabra, tanto externa como interna. Una clase de justicia que nos toma por completo para que vivamos, pensemos y anhelemos como justos.

Que esa sea nuestra meta y deseo: ser guiados por el buen pastor por sendas de justicia, hasta que la justicia se convierta en un bien preciado, una virtud deseable y un adorno para el corazón. Que seamos guiados por sendas de justicia hasta que seamos como Cristo, de quien se dijo: «Has amado la justicia y aborrecido la maldad» (Sal 45:7). 

Al fin y al cabo, esa justicia es la misma que Jesús logró por medio de Su sacrificio y ahora es nuestra por la fe.

Este mundo dominado por la injusticia y la impiedad necesita que aquellos que hemos sido justificados por Dios trabajemos, fomentemos y nos esforcemos para llevar el aroma de justicia en todo lo que hacemos.

¡Cuán preciosa y necesaria es esta oración!: «Señor, guíame en la senda de la rectitud y la verdad. Que mi vida, mi carácter, mis relaciones, mis actitudes y motivaciones reflejen Tu carácter y obras justas. Quiero ser justo. Guíame por sendas de justicia».

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