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Sansón fue un personaje bíblico que vivió durante la época de los jueces, la etapa de la historia bíblica posterior a Josué. Sansón era un juez que representó un estereotipo de liderazgo interesante. Su fuerza física atrajo la atención de todos hasta convertirlo en alguien muy popular. Realizó grandes hazañas, pero incurrió en comportamientos que mancharon su historial. Sin embargo, por la gracia de Dios, su vindicación resultó en una proeza que quedó para la historia.

El autor del libro de los Jueces le da un espacio amplio a la historia de Sansón (Jue 13:1 — 16:31), llamando la atención del lector hacia los detalles de este peculiar personaje. Veamos algunos de los más importantes.

Separado para una función especial

Junto a nuestro Señor Jesucristo y Juan el Bautista, el nacimiento de Sansón también fue anunciado previamente por un ángel:

“Entonces el ángel del Señor se le apareció a la mujer [esposa de Manoa], y le dijo: ‘Tú eres estéril y no has tenido hijos, pero vas a concebir y a dar a luz un hijo. Ahora pues, cuídate de no beber vino ni licor, y de no comer ninguna cosa inmunda. Porque vas a concebir y a dar a luz un hijo. Él no pasará navaja sobre su cabeza, porque el niño será nazareo para Dios desde el seno materno. Y él comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos’” (Jueces 13:3-5).

Con la misión de salvar al pueblo de Israel de los filisteos, Dios había ordenado que el niño fuera apartado para servirle de forma especial. La esposa estéril de Manoa se convertiría en la madre del primer nazareo mencionado en la narrativa bíblica (Jue 13:5). Por tanto, debía tener las características representativas de dicha distinción que implicaba no cortarse el pelo, y abstenerse de vino o licor y de tocar cuerpos muertos para no quedar inmundo (Nm 6).

Una vida extraordinaria pero imperfecta

Sansón juzgó al pueblo de Israel por veinte años y le dió grandes victorias al defenderlo de los filisteos. Sansón exhibía una fuerza descomunal en los momentos en que el Espíritu de Dios se manifestaba en él (Jue 13:25). Sin duda, se trataba de una capacidad física que el Señor le otorgaba y que lo convertía en prácticamente un “superhombre”. Cuando esto pasaba, vencía a todos sus enemigos sin importar cuántos le atacaran. Con estas proezas, Dios mostraba a Israel, su pueblo incrédulo, que aún estaba con ellos.

Solo por la gracia del Dios que respaldaba a Sansón, su historia no terminó en una derrota definitiva

Es imposible leer sobre la vida de este individuo y no quedar admirado por su increíble destreza y fuerza en la batalla contra sus opositores los filisteos. No importaba si era con la quijada de un burro que vencía a sus enemigos (Jue 15:15) o despedazando a un león rugiente que venía sobre él (Jue 14:5,6), Sansón mostraba una fuerza incomparable. Sin embargo, aunque tuvo grandes victorias, sucumbió en otros aspectos.

Puedes notar en la narrativa de Jueces un descenso en su vida de santidad. Tristemente, Sansón fue seducido por el engaño del placer. La pasión desordenada de su carne lo dominó e hizo desviar su corazón. Esto se comprueba cuando se acostó con una prostituta (Jue 16:1).

Pero la debacle de su vida ocurrió cuando “Sansón se enamoró de una mujer del valle de Sorec, que se llamaba Dalila” (Jue 16:4). Ella fue sobornada por los líderes filisteos para engañar a Sansón y descubrir el secreto de su fuerza. Después de tres intentos fallidos en los que manipuló a Sansón emocionalmente, Dalila lo convence para que le revele el secreto de su fuerza. Finalmente, ella entrega a Sansón a sus enemigos, quienes le cortaron las trenzas (Jue 16:19). Luego sucede algo muy triste y que él no esperaba que pasase: “Ella entonces dijo: ‘¡Sansón, los filisteos se te echan encima!’. Y él despertó de su sueño, y dijo: ‘Saldré como las otras veces y escaparé’. Pero no sabía que el Señor se había apartado de él” (Jue 16:20).

Estamos llamados a mantener nuestra comunión personal con Cristo en una vida piadosa

Desafortunadamente, Sansón pecó contra Dios y por eso su Espíritu lo abandonó. Sansón fue debilitado cuando esta mujer se volvió más importante que Dios. Su debilidad pecaminosa lo condujo al fracaso. Como consecuencia, su pecado incentivó la alabanza a un dios falso. Además, se convirtió en objeto de burla por parte de sus enemigos (Jue 16:25). Sin embargo, solo por la gracia del Dios que respaldaba a Sansón, su historia no terminó en una derrota definitiva.

Estando en cadenas, en medio de la fiesta donde él era el entretenimiento, este héroe de la fe clamó a Dios en arrepentimiento y confianza (He 11:32-34). El Señor lo escuchó y con su fuerza derrumbó el edificio. El resultado es sumamente dramático: “los que mató al morir fueron más que los que había matado durante su vida” (Jue 16:30).

Aprendiendo de Sansón

La historia de Sansón es una advertencia para todo cristiano, puesto que todos somos llamados a “anunciar las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable” (1 P 2:9). Pero, en especial, es una advertencia para aquel que ha sido llamado a servir a la iglesia. En cualquier posición en que estemos, sin importar los logros o reconocimientos alcanzados y las habilidades o destrezas que tengamos, no debemos olvidar esta exhortación: “el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga” (1 Co 10:12).

Estamos llamados a mantener nuestra comunión personal con Cristo en una vida piadosa caracterizada por hacer morir los deseos pecaminosos que batallan en nuestra alma. De esta manera representamos adecuadamente el evangelio y glorificamos a nuestro Dios.

Al mismo tiempo, la vida y muerte de Sansón nos apunta a Cristo dentro del contexto de la historia bíblica: Jesús es un mejor Sansón. Nuestro Señor es un juez perfecto y sin pecado que salva a su pueblo, y que con su muerte derrotó a todos sus enemigos para que hoy podamos gozar de la salvación (2 Co 5:21; Heb 2:14-15).

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