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El plagio pastoral ha vuelto a aparecer en las noticias recientemente, atrayendo más atención a un problema que no parece desaparecer. Cada vez que este tema surge en las redes sociales y espacios similares, siempre parece haber algunas voces interesadas en sugerir que en realidad no hay nada malo en la práctica y que cada predicador debe decidir lo que es mejor para su propia iglesia. Ronni Kurtz y yo respondimos a ese tipo de pensamiento equivocado, y algunos otros más, en uno de los episodios del podcast For The Church sobre el tema. El año pasado también escribí un artículo para 9Marks tratando de presentar los innumerables argumentos de por qué plagiar sermones es deshonesto y, de hecho, descalifica del ministerio.

Pero una pregunta que también sigue apareciendo (y una que he podido notar que no ha sido respondida de manera sustancial) es porqué realmente los predicadores arriesgarían ser expuestos como fraudes o aun despedidos por emprender esta práctica. Intento ofrecer algunas respuestas a continuación, así como algunos medios de arrepentimiento para cada una.

¿Por qué un predicador plagiaría sus sermones?

1. Siente una inmensa presión por su desempeño

Ya sea por una congregación que espera ser deslumbrada conforme a sus ideales de buena oratoria o debido a su propio deseo interno de entretener y ser tenido en alta estima, algunos predicadores sienten mucha presión de “ser grandiosos”. En cada corazón humano acecha el deseo de ser considerado como alguien impresionante y los pastores no están exentos de esa tentación. De manera especial, esto es aún más cierto en un mercado evangélico donde el consumismo y el pragmatismo están a la orden del día. El sermón es un producto y los clientes siempre irán donde se pueda encontrar el mejor producto. Si un predicador se deja llevar por el espíritu de competencia, puede obsesionarse con el deseo de atraer a más personas que la iglesia de la esquina o la que está al final de la calle. Además, si él no está seguro de su propia capacidad para elaborar un producto superior, puede sentirse tentado a robar el de otra persona.

Recuerda que el reino de Cristo es más grande que el nuestro y que no estamos llamados a ser exitosos, sino a ser fieles

Si este es tu caso, esto es lo que debes hacer: El arrepentimiento primero implica recordar que el reino de Cristo es más grande que el nuestro, que no estamos llamados a ser exitosos, sino a ser fieles, y que satisfacer a los clientes es una estrategia inferior al llamado del Señor que el Señor nos ha hecho de alimentar a sus ovejas. En segundo lugar, recuerda que el evangelio no necesita ser adornado para ser poderoso y que tu congregación no necesita una versión falsa de ti para estar bien cuidada. Regresa a tu amor original por la Palabra de Dios y haz el arduo trabajo de obtener tu propio alimento para el rebaño.

2. Entiende que no tiene suficiente tiempo para prepararse durante la semana 

Algunos pastores pueden afirmar que han recurrido a predicar los sermones de otras personas porque no tienen suficiente tiempo en sus horarios ministeriales para hacer su propio trabajo. Esto es cada vez más una realidad para líderes sobrecargados de iglesias grandes que constantemente hacen malabares con múltiples áreas de responsabilidad. Sin embargo, también lo es para los líderes de iglesias pequeñas o de tamaño promedio, que pueden operar en un modelo de pastor solitario donde se espera que este satisfaga todas las necesidades ministeriales de su congregación. Los pastores bivocacionales o aquellos en situaciones similares pueden sentir estas limitaciones por partida doble.

Si este es tu caso, esto es lo que debes hacer: Dependiendo de tu situación particular, los detalles de tu estrategia pueden diferir de los demás, pero en todos los casos en los que esta es la excusa, el arrepentimiento luce como un restablecimiento de prioridades significativo. Recuerda que el ministerio del anciano es primero tipificado en las Escrituras como “oración y ministerio de la palabra” (Hch 6:4). Los pastores deben hacer más que eso, pero la esencia inequívoca del liderazgo congregacional es la oración y el ministerio de la Palabra. Puede que necesites aprender a delegar más, desarrollar una estrategia para equipar a los santos en tu iglesia para que se ministren más entre sí, o simplemente tener las agallas para decir “no” más a menudo. Es posible que debas comunicarle a tu iglesia que la preparación del sermón es de primordial importancia para alimentarlos bien. Si estás dejando la preparación del sermón para el tiempo sobrante o marginal en tu semana, tu horario está fuera de control.

3. Las personas que le proporcionan el material que está plagiando dicen que está bien

La esencia inequívoca del liderazgo congregacional es la oración y el ministerio de la Palabra

Esta es una excusa cada vez más común y a menudo se utiliza como una razón por la que, de alguna manera, no es poco ético o deshonesto hacer pasar el trabajo de otras personas como propio. Pero imagina que encontraron a tu hijo haciendo trampa en su clase de español. Resulta que estaba pagando a otro estudiante para que le escribiera sus ensayos. Las razones son irrelevantes. ¿Está bien que entregue el trabajo de otra persona simplemente porque el verdadero autor del ensayo aceptó con gusto el pago y dio su permiso? Por supuesto que no. Todos estaríamos de acuerdo en el hecho de que solo porque los demás digan que una cosa es permisible, no la hace automáticamente permisible a los ojos del Señor. La moralidad no está sujeta al voto de la mayoría ni a lo que digan los influencers.

Si este es tu caso, esto es lo que debes hacer: Arrepiéntete de tomar tu ética prestada a personas sin escrúpulos.

4. Le toma demasiado tiempo y siente que es muy difícil escribir sermones originales cada semana

Lo entiendo. Hablo en serio. Como alguien que ha predicado un sermón semanal casi todos los domingos del año por varios años, sé que a veces puede parecer un trabajo arduo. Algunos textos son más difíciles que otros. La presión de tener un buen desempeño (ver el número uno) puede ser intensa. Pero algunos predicadores que plagian pueden hacerlo porque simplemente no saben cómo armar un sermón decente. Se sienten abrumados por la tarea y no saben qué hacer.

Si este es tu caso, esto es lo que debes hacer: Una evaluación personal es lo que procede. Obviamente, algunos textos de las Escrituras son más difíciles de hacer exégesis que otros, algunos temas o asuntos que deseas abordar pueden ser muy complejos. Pero si encuentras que cada semana no estás seguro de cómo elaborar un sermón original hasta el punto en que sientes la tentación de ser deshonesto con tu iglesia, debes ser muy honesto contigo mismo. La única calificación enumerada para los pastores que se aproxima a un tipo de habilidad es “apto para enseñar”. Si te está tomando demasiado tiempo, es posible que estés tratando de hacer demasiado y que estés malinterpretando lo que se supone debe lograr un sermón. Si descubres que simplemente no puedes administrar el proceso de manera confiable, es posible que necesites obtener más capacitación en el área. Toma algunas clases de homilética en el seminario, lee algunos libros más sobre el tema, indaga sobre la disponibilidad de un taller de Simeon Trust en tu localidad. Infórmate. Con honestidad, la alternativa es enfrentar el hecho de que tal vez no estás calificado para ser pastor. Eso está bien. Ser un laico honesto siempre es mejor que ser un ministro deshonesto.

Es probable que el problema del plagio en el púlpito no desaparezca. Pero el Espíritu puede traer convicción dondequiera que Él more, así que si Él te está guiando a reevaluar tu propio enfoque de “pedir prestado un sermón”, no te resistas ni ignores su convicción. Predicador, recuerda que Dios te ama tal como eres. No es necesario que pretendas ser otra persona para recibir su aprobación. Puedes sentir que necesitas hacer eso para la aprobación de tu congregación o para la aprobación de tu red. Pero la buena noticia es que tú puedes ser el predicador que Él ha diseñado de manera única que seas y Él usará tus esfuerzos para sus propósitos porque su Palabra no volverá vacía. El evangelio de Jesucristo no necesita elocuencia ni dotes teatrales para funcionar. Puedes confiar en el evangelio. La pregunta es: ¿se te puede confiar el evangelio?


Publicado originalmente en For The Church. Traducido por Equipo Coalición.
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