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En los días del Antiguo Testamento, los metales (principalmente el oro, la plata, y el bronce) fueron usados como medios para el intercambio comercial, pero no por medio de monedas sino por su peso.

El sistema de pesos hebreo se derivó del sistema babilónico (un sistema sexagesimal que tenía tres unidades: kikkar o talento, el maneh o mina, y el shekel o siclo).[1] El talento era la unidad de peso más grande del sistema y equivalía a 50 minas o 3000 siclos.[2] Esto es aproximadamente 34 Kg (Ex. 37:24).

Así que mientras lees el Antiguo Testamento seguro encontrarás este término en relación a cantidades enormes de plata y oro, especialmente en el contexto de la construcción del tabernáculo y el templo (Éx. 38:25-29; 2 Cr. 3:8).

El talento en las parábolas

Así como el Antiguo, el Nuevo Testamento menciona la palabra “talento”. La vemos en la parábola de los dos deudores (Mt. 18: 23-35) y la parábola de los talentos (Mt. 25: 14-30). Después de tantos siglos que separan ambos testamentos te podrías preguntar: ¿Se mantiene el valor de un talento? ¿Nos estamos refiriendo al mismo sistema de pesos? Seguro ya intuyes la respuesta.

Muchas cosas cambiaron. Pero tengamos en cuenta esto: en los días de Jesús la moneda ya se había inventado. El sistema antiguo fue desplazado por sistemas monetarios y el talento en esos días representaba 6000 denarios.[3] Considerando que un denario era el salario de un día laboral (Mt. 20:2; cp. Mt. 20:2, NVI), un talento era una cantidad elevada de dinero.

Más precioso que el oro

Es posible que ahora tengas una mejor idea del esplendor del tabernáculo o del templo de Salomón. O de la diferencia de la deuda entre los personajes de la parábola de los dos deudores (Mt. 18:23-35), y de la riqueza del señor en la parábola de los talentos (Mt. 25: 14-30).

Pero esto no es todo lo que la Biblia quiere mostrarnos. Por ejemplo, en el caso de las parábolas, ambas son ilustraciones del reino de los cielos: imperecedero, incorruptible, y que no pasará como el talento y todos los sistemas de valor monetario, incluso los modernos.

El reino de los cielos es por la eternidad más precioso que todo el oro del mundo, y su esplendor supera toda la majestad del templo de Salomón y del tabernáculo juntos (Ap. 21). Allí todo creyente verá con sus propios ojos la gloria del Señor (1 Jn. 3:2).

Este es el reino que Jesús anunció en su ministerio en la tierra (Mt. 3:2), y al que tenemos acceso por medio de Él, por su obra redentora. Todos los creyentes somos embajadores de este reino y llamamos a todos los hombres: ¡Reconcíliense con Dios! (2 Co. 5:20).


[1] Joseph Jacobs, Théodore Reinach (1906). Numismatics. Jewish Encyclopedia [texto en línea].
[2]  Ibid. En el sistema babilónico 1 Talento= 60 minas= 3600 siclos. La diferencia del sistema hebreo es atribuida por los autores a la influencia del sistema decimal egipcio.
[3] Tabla de pesas y medidas en el Nuevo Testamento. La Biblia de las Américas (B&H Publishing Group, 2001).
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