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La luchas posteriores al exilio

Los israelitas en el tiempo de Zacarías consideraban su época como «el día de las pequeñeces» (Zac 4:10). Es tentador para nosotros ver el período postexílico de la historia de Israel de la misma manera. Después de todo, los días de gloria de la conquista, la realeza y la independencia de Israel eran cosa del pasado. Como súbditos del Imperio persa, el Israel posterior al exilio carecía de autonomía nacional. No tenían un rey davídico que gobernara desde el trono de Jerusalén. Aunque el templo finalmente fue reconstruido, este segundo templo carecía de su gloria anterior, por lo que aquellos que habían visto el templo de Salomón lloraron al verlo (Esd 3:12; Hag 2:3).

Es comprensible que la comunidad posterior al exilio haya luchado con el desánimo, la duda y la desesperación mientras se preguntaban si las promesas de Dios de la gloria futura se convertirían alguna vez en realidad. En esta situación, Dios envió a los profetas Hageo, Zacarías y Malaquías para pronunciar palabras poderosas de desafío y consuelo a Su pueblo cansado del mundo, palabras que son igualmente relevantes y poderosas para los cristianos de hoy.

Un llamado a recordar

Una y otra vez los profetas postexílicos llaman al pueblo de Dios a recordar su pasado. El pasado de Israel les recordó que su Dios es fiel y ciertamente cumplirá todo lo que prometió. Por ejemplo, en respuesta al cuestionamiento de Israel sobre Su amor por ellos, Dios responde: «¿No era Esaú hermano de Jacob? […] Sin embargo, Yo amé a Jacob y aborrecí a Esaú» (Mal 1: 2-3). Al contrastar los destinos de los descendientes de Jacob y los descendientes de su hermano Esaú, Dios está recordando Su larga historia de cuidado, perdón y restauración hacia Su pueblo del pacto. La implicación es clara. Este Dios, que ha provisto tan fielmente para Su pueblo en el pasado, continuará proveyendo todo lo que sea necesario para ellos en el futuro.

Los profetas postexílicos ofrecen el importante recordatorio de que hay realidades espirituales en acción tras el escenario de la historia observable

Nosotros también podemos mirar hacia atrás a los tiempos en que la iglesia parecía ser más fuerte, tener más influencia o ser más fructífera. Al igual que Israel, somos propensos a murmurar, quejarnos y perder la esperanza a medida que las dificultades de nuestras circunstancias presentes cobran gran importancia en el primer plano, mientras que las liberaciones de Dios en el pasado y las promesas del futuro se desvanecen en el horizonte.

Los profetas postexílicos nos llaman a ajustar nuestro enfoque. Al igual que los israelitas, debemos mirar hacia atrás y ver claramente la fiel provisión de Dios para Su pueblo. Sin embargo, los cristianos hoy tienen el mayor privilegio de mirar hacia atrás a la máxima provisión y liberación de Dios mientras recordamos a Jesús, el Hijo de Dios que murió por los pecados de Su pueblo. En la cruz, vemos el cumplimiento de las promesas de Dios hechas por medio de los profetas postexílicos cuando Jesús, el verdadero templo (Jn 2:19-22) y gran Sumo Sacerdote (He 4:14), se ofreció a Sí mismo como el sacrificio perfecto (He 9:12-14) por un pueblo pecador, propenso a murmurar y olvidar Su amor. Por lo tanto, el llamado a recordar es tan urgente para nosotros hoy como lo fue para el Israel postexílico.

Un llamado a creer

El llamado profético a recordar es al mismo tiempo un llamado a la fe, un llamado que en el contexto postexílico ofrece una perspectiva importante sobre la naturaleza de la fe. Vivir por fe significa confiar en la Palabra de Dios, especialmente cuando desafía nuestras experiencias en el presente. Cuando los israelitas del postexilio miraban a su alrededor, era difícil para ellos creer que su Dios era Señor sobre todas las cosas y que estaba en control total de la historia.

A juzgar por las apariencias, era el Imperio persa pagano el que tenía todo el poder, todo el conocimiento y soberanía sobre todo el mundo conocido. Sin embargo, con oráculos vívidos y visiones de otro mundo, los profetas postexílicos declaran que el Dios de Israel es soberano incluso sobre los imperios más grandes de este mundo, y que está guiando poderosamente toda la historia hacia Su objetivo determinado de bendecir a Su pueblo por medio de la obra de Su Mesías. Dios declara, por ejemplo, por medio del profeta Hageo:

Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos: «Una vez más, dentro de poco, Yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra firme. Y haré temblar a todas las naciones; vendrán entonces los tesoros de todas las naciones, y Yo llenaré de gloria esta casa», dice el SEÑOR de los ejércitos (Hag 2:6-7).

Al igual que el Israel postexílico, nosotros también podemos tener dificultades para creer que Dios es soberano y que se preocupa por las pruebas y el sufrimiento de Su pueblo. Cuando leemos los titulares de la mañana o vemos las noticias de la noche, a menudo puede parecer que el mal está triunfando. Los profetas postexílicos ofrecen el importante recordatorio de que hay realidades espirituales en acción detrás del escenario de la historia observable, y que Dios mismo, como afirma el apóstol Pablo, está disponiendo «todas las cosas […] para bien […] para los que son llamados conforme a Su propósito» (Ro 8:28). El llamado profético a la fe, por lo tanto, es un llamado para que confiemos en la Palabra de Dios por encima de nuestras propias dudas, sentimientos y experiencias.

Un llamado a la esperanza

Finalmente, los profetas postexílicos recordaron a Israel, y nos recuerdan a nosotros, que las injusticias, la opresión, los dolores diarios y las luchas con el pecado que caracterizan este «presente siglo malo» (Gá 1:4) no son el final de la historia para el pueblo de Dios. Hageo, Zacarías y Malaquías anuncian que se acerca un nuevo orden mundial en el que el pecado y la maldición del pecado no existirán más y el pueblo de Dios vivirá en perfecta comunión con Él sin temor ni peligro (p. ej., Zac 5:5-11; 8:4-8). Para los profetas postexílicos, esta nueva creación venidera le da al pueblo de Dios una razón para tener esperanza y seguir adelante con fe y obediencia en medio de grandes pruebas y dificultades.

Vivir por fe significa confiar en la Palabra de Dios, especialmente cuando desafía nuestras experiencias en el presente

La llegada de este nuevo orden mundial está completamente conectada con la llegada del Mesías de Israel, quien establecerá la presencia de gracia de Dios con Su pueblo por toda la eternidad (Hag 2:20-23; Zac 9:9-15; Mal 4:1-6). De hecho, los profetas postexílicos ofrecen algunas de las profecías más vívidas de toda la Escritura sobre la persona y obra del Mesías venidero. Por ejemplo, Zacarías anuncia que el Mesías que viene como el Rey victorioso de Israel, no obstante, vendrá con expresiones externas de humildad: «Tu Rey viene a ti, / Justo y dotado de salvación, / Humilde, montado en un asno, / En un pollino, hijo de asna» (Zac 9:9). Aunque el Mesías vendrá como un pastor fiel (Zac 11:4-16), sufrirá un golpe mortal de la espada del juicio de Dios (Zac 13:7-9). Quizás la descripción más dramática de la obra de Cristo en la redención se encuentra en la visión de Zacarías sobre el drama del tribunal celestial en el que ve que Dios desecha las acusaciones de Satanás contra el sumo sacerdote Josué y luego reemplaza su ropa cubierta de excremento con túnicas limpias de lino blanco (Zac 3). Aquí se nos da una de las representaciones más claras de la obra de Cristo al quitar nuestro pecado y darnos Su propia justicia perfecta para que podamos estar sin culpa en la presencia de Dios.

Aunque habían experimentado el gran acto de liberación de Dios en su liberación del exilio y su regreso a la tierra prometida, el Israel posterior al exilio era, con todo, muy consciente de que había una liberación mayor por venir. Sabían que aún no estaban en casa. De manera similar, los cristianos viven entre el cumplimiento de su redención en el calvario y la consumación de su redención cuando Cristo regrese. En este tiempo intermedio, necesitamos escuchar el mensaje de los profetas postexílicos, ya que nos exhortan a recordar, confiar y tener esperanza.


Publicado originalmente en Crossway. Traducido por Martín Manchego.
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