El pastor John Piper recibe preguntas de algunos oyentes de su podcast Ask Pastor John. A continuación está una de esas preguntas y su respuesta.
Hoy leemos Job 19 y encontramos esta audaz declaración en los versículos 26-27: «Y después de deshecha mi piel, / Aun en mi carne veré a Dios; / Al cual yo mismo contemplaré, / Y a quien mis ojos verán y no los de otro. / ¡Desfallece mi corazón dentro de mí!». Después de que Job muera, estará en su carne, y en su carne verá a Dios. Esa es su afirmación.
Surge una pregunta relacionada a esa afirmación de Eric, quien escucha el podcast desde Joliet, Illinois: «¡Hola, pastor John! 1 Timoteo 6:16 dice que nadie puede ver a Dios. Sin embargo, Mateo 5:8 afirma que los de limpio corazón verán a Dios. ¿Hay algún sentido en el que podamos “ver” físicamente a Dios en el cielo? ¿O este texto se refiere a Cristo encarnado y glorificado? Es una promesa poderosa, y quiero entenderla mejor».
Pongamos los textos —los que él menciona y algunos otros— delante de nosotros, y veamos si podemos responder a la pregunta.
- 1 Timoteo 6:15-16: «La cual manifestará a su debido tiempo el bienaventurado y único Soberano, el Rey de reyes y Señor de señores; el único que tiene inmortalidad y habita en luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A Él sea la honra y el dominio eterno. Amén».
- 1 Timoteo 1:17: «Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, a Él sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén».
- 1 Juan 4:12: «A Dios nunca lo ha visto nadie. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y Su amor se perfecciona en nosotros».
- Éxodo 33:20: «Y añadió: “No puedes ver Mi rostro; porque nadie me puede ver, y vivir”».
- Deuteronomio 4:12: «Entonces el SEÑOR les habló de en medio del fuego; oyeron Su voz, solo la voz, pero no vieron figura alguna».
Eso es un lado. No puedes verlo. Ahora veamos el otro lado.
- Mateo 5:8: «Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios».
- Génesis 32:30: «Y Jacob le puso a aquel lugar el nombre de Peniel, porque dijo: “He visto a Dios cara a cara, y ha sido preservada mi vida”».
- Job 19:26-27: «Y después de deshecha mi piel,
Aun en mi carne veré a Dios;
Al cual yo mismo contemplaré,
Y a quien mis ojos verán y no los de otro.
¡Desfallece mi corazón dentro de mí!»
Ahí están los dos lados de esta pregunta. La solución a esta aparente incoherencia reside en el hecho de que la palabra ver, como todos sabemos, tiene varios usos diferentes. Si examinamos todos los textos, veremos que hay dos sentidos diferentes en los que Su pueblo puede ver a Dios y dos sentidos en los que no puede verlo.
Entonces, permíteme desglosar esto y ver si las personas pueden seguirme… ver si pueden ver.
Cómo no podemos ver a Dios
En primer lugar, las formas en que no podemos ver a Dios.
- No podemos verlo con nuestros ojos físicos por la sencilla razón de que Él es espíritu y no tiene un cuerpo. Eso probablemente sea, al menos en parte, a lo que Pablo se refiere cuando dice que Cristo «es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación» (Col 1:15).
- No podemos verlo ni siquiera espiritualmente de manera directa y sin mediación. Esto se debe en parte a nuestra pecaminosidad y quizás también a nuestra debilidad como criaturas. Él es demasiado grande, demasiado brillante, demasiado glorioso, y no podríamos vivir si lo viéramos de forma directa y sin mediación. Siempre necesitamos a Cristo, nuestro Mediador, como intermediario.
Creo que eso es lo que Jesús quiso decir cuando afirma en Juan 6:45-–46: «Escrito está en los profetas: “Y todos serán enseñados por Dios”. Todo el que ha oído y aprendido del Padre, viene a Mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino Aquel que viene de Dios, Él ha visto al Padre». Cuando dice: «sino Aquel que viene de Dios, Él ha visto al Padre», se refiere a que no lo ha visto con ojos físicos, ya que Jesús, el Hijo de Dios, no tenía ojos físicos antes de la encarnación. Y eso es lo que Él contrasta con nuestra capacidad de ver. Solo el Hijo puede ver al Padre de manera no física, sin mediación y directamente. Nosotros no podemos ver a Dios espiritualmente de la misma forma en que el Hijo de Dios puede verlo en una relación directa y sin mediación.
Entonces, esas son las dos maneras en que no podemos ver a Dios cuando usamos la palabra ver de diferentes maneras.
Cómo podemos ver a Dios
Estas son las dos formas en que podemos ver a Dios.
- Usamos la palabra ver para referirnos a cuando finalmente entendemos y discernimos la belleza y la gloria de Dios, después de haber estado ciegos a ellas, como cuando decimos: «¡Oh, ahora lo veo!». Nuestra alma se alinea con Su gloria, de modo que la gloria de Dios, que resplandece a través del evangelio, se percibe como gloriosa, y ya no estamos espiritualmente ciegos a ella. Esta es la primera manera en que lo vemos.
- La segunda manera es que, en la narrativa de la Biblia, vemos la gloria de Dios —y, finalmente, lo veremos cara a cara— a través de Cristo, al ver a Cristo. «El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre… Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él lo ha dado a conocer» (Jn 1:14, 18). Así que vemos a Dios al ver a Jesús. «Sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque Lo veremos como Él es» (1 Jn 3:2).
La implicación es esta: busca la pureza de corazón, la pureza de fe y la pureza de vida, para que nuestro corazón, tu corazón, sea capaz de ver la belleza de Dios tal como realmente se revela en la Escritura, y para que, cuando Él venga o nos llame a Su presencia en la muerte, podamos verlo cara a cara y ser glorificados con Él.