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Esta semana los judíos celebran la fiesta bíblica conocida en hebreo como שַבֻוֹת (shavuot) o “semanas”, término que luego fue traducido al griego como Pentecostés. Medité en las riquezas que pude extraer al recordar dicha fiesta y me pareció oportuno compartirlas en este artículo. En Levítico leemos que el Señor instituyó esta fiesta e instruyó a Su pueblo sobre el tiempo de su celebración:

“Contarán para ustedes, desde el día después del Día de Reposo (desde el día que han de traer el Omer de la ofrenda mecida) siete semanas, estas serán completas. Hasta el día después del séptimo Día de Reposo, contarán 50 días. Y traerán una ofrenda nueva al Señor” (Lv  23:15-16, traducción personal; énfasis añadido).

Como ya vimos en dos artículos previos (sobre la fiesta de Purim y la Pascua), es importante recordar dichas fiestas bíblicas, instituidas en el primer pacto, porque aún contribuyen a la edificación de la iglesia. Esta fiesta no es la excepción.

Quizá te preguntes, ¿qué riquezas se esconden detrás de la fiesta bíblica de Shavuot que los cristianos debiéramos aprovechar? Aquí te presento tres lecciones que nos deja la fiesta judía de Pentecostés.

1) Nos apunta a la resurrección de Jesús

Esta celebración bíblica estaba conectada con las primicias de la cosecha. La razón del nombre Shavuot (Semanas), viene por las siete semanas que se deben contar, empezando desde el domingo después de la Pascua (Lv 23:15). En dicho domingo, el Omer (una gavilla de los primeros frutos, Lv 23:10-11) era presentado ante el Señor.

Jesús usó la analogía del grano de trigo para hablar de su muerte y se identificó con este grano al decir: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. En verdad les digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo; pero si muere, produce mucho fruto” (Jn 12:23-24). Desde un punto de vista botánico “ya hay un embrión creciendo dentro de la semilla de trigo cuando esta cae al suelo; este usualmente quiebra la semilla después de dos días en suelo húmedo”.[1] Es decir, Jesús dijo que a menos que dicho grano no sea “quebrado” (muere) no emanará la vida de él. Pablo repite la misma idea en 1 Corintios 15:36.

De igual forma, Jesús fue horrendamente quebrado en la cruz y al tercer día la vida brotó en Él (Hch 13:30; Ro 8:11). Similar a como antes de Shavuot, la gavilla de los primeros frutos se presenta a Dios el domingo después de la Pascua, así se presentó el Mesías resucitado el domingo después de su crucifixión. Tal como el pueblo de Dios celebraba el brote de vida de los nuevos frutos —durante las semanas previas a Shavuot— de igual manera, durante esos mismos 49 días previos a Shavuot (Pentecostés), los discípulos celebraron la resurrección de Jesús (Hch 1:3).

Es por esto que Pablo afirma que la fiesta de Shavuot, la cual inicia con los primeros frutos de la cosecha en el domingo de resurrección, realmente nos apunta a la resurrección misma de Jesús. “Más ahora el Cristo [Mesías] ha resucitado de entre los muertos, el primer fruto de los que durmieron” (1 Co 15:20, énfasis añadido; traducción personal).[2]

2) Nos recuerda la obra del Espíritu Santo

El Señor pudo haber elegido otro día para su resurrección y sus múltiples apariciones, pero decidió hacerlo todo en conforme a Su propósito en el tiempo que Él señaló. La promesa del derramamiento del Espíritu tampoco fue la excepción. El clímax de la festividad ocurre “después del séptimo Día de Reposo” (Lv 23:16). De acuerdo con cálculos basados en Éxodo 19:1, la Torá fue dada tres meses después del Éxodo de Egipto. Esto nos ubica en el mes de Sivan, noveno mes del calendario judío moderno.

Ya que también este fue el mes en que cayó Shavuot, ambos eventos terminaron siendo asociados, llegando a conocerse como la “Fiesta de la entrega de la Torá”.[3] En el momento en que Dios entrega la Torá a Moisés, “todo el pueblo presenció las voces, las flamas de fuego, el sonido de la trompeta y el monte humeando.[4] Y viendo el pueblo, temblaban de temor estando de pie a la distancia” (Éx 20:18, cursiva añadida; traducción personal). Lucas registra sucesos similares con la llegada del Espíritu Santo, permitiendo ver un paralelismo con un vocabulario genérico entre ambos eventos:

 

Entrega de la
Torá a Moisés 

(Éx 20:18)

Derramamiento del
Espíritu Santo 

(Hch 2:2-6)

“sonido de trompeta (viento)

y el monte humeando…

“vino del cielo un ruido como el de

una ráfaga de viento impetuoso…

voces…

se les aparecieron lenguas…

flamas de fuego.

como de fuego que se posaron sobre ellos”.

 

Antes de que el Nuevo Testamento fuese redactado, el filósofo judío Filón (20 a. C. – 45 d. C.) comentó sobre las “flamas de fuego” en Éxodo 20:18: “las llamas se convirtieron en un discurso articulado en el lenguaje familiar para la audiencia (Decal. 46)”.[5] Sin embargo, esta vez en Hechos 2, de acuerdo a la profecía, Dios dice “pondré mi Torá (ley) en lo más profundo de ellos y sobre sus corazones la escribiré” (Jr 31:33, traducción personal).

Es por esto que después de esta manifestación del Espíritu y esta nueva entrega de la ley en el corazón de los creyentes, por medio de Cristo en el Nuevo Pacto (He 8:10; 10:16; cp. Ro 3:20), vemos vidas cambiadas. A la persona que negó al Señor (Mt 26:73-74), Cristo la transformó en alguien que lo amaba con todo su corazón, mente y fuerza (Hch 5:29, 40-41). Otra que perseguía cristianos para matarlos (Hch 22:20), llegó a amar a su prójimo como a sí mismo por amor a Cristo (Ro 9:3), y hay muchos ejemplos más.

En Shavuot traemos un regalo nuevo a Dios de nuestras primicias, pero sobre todo, recordamos que el mayor y nuevo regalo ya vino de parte de Dios: el derramamiento de su Santo Espíritu, por el cual creemos en el evangelio y con quien moraremos para siempre.

3) Nos brinda oportunidad de evidenciar nuestra fe

La llenura del Espíritu Santo en Shavuot (Pentecostés) sobre los creyentes los capacitó para poner en práctica su fe. Shavuot es una de las tres fiestas obligatorias donde Dios requería que todo varón de 20 años o más del pueblo de Israel peregrinara a Jerusalén. Es durante estas “semanas” cuando el Señor ordena a su pueblo que no recojan toda la cosecha de los campos para que el pobre, la viuda, el afligido, el necesitado y aún el gentil, puedan ser suplidos por el Señor durante los largos viajes de peregrinación a Jerusalén.

La fiesta de Shavuot nos desafía a preguntarnos ¿cuántos estaríamos dispuesto a dejar, por varias semanas, dinero y comida para los extranjeros necesitados, los pobres y afligidos que rondan en nuestras ciudades? En otras palabras, el mensaje que Dios intenta comunicar en esta fiesta de las “semanas” es claro: Lo que caracterizará la fiesta de Pentecostés es la misericordia, compartir con el necesitado y el gozo en el Señor al amar al prójimo como a nosotros mismos.

De hecho, es en este contexto de Shavuot que Rut, una extranjera afligida y necesitada, llega al campo de Booz por medio de quien Dios provee para ella (Rut 2:3). Esta es una de las razones de por qué en la tradición judía en Shavuot se estudia el libro de Rut que nos sirve para recordar que, si estamos en la condición de Rut, Dios suplirá nuestras necesidades.

Pero si tenemos la bendición de estar en una situación de abundancia como la de Booz, estamos llamados a ser el instrumento de Dios para el necesitado. El hacer obras no es un error, el creer que ellas salvan sí lo es (Ef 2:8-10). Obedecer a Dios es la manifestación externa de la fe en Dios. Es por eso que la verdadera fe hace obras. En otras palabras, las obras son directamente proporcional a la fe; es decir, voy a obrar si creo (Stg 2:18). Así que, cuando guardamos los mandamientos estamos expresando fe y amor por Dios, que fue exactamente lo que hizo Booz y es también a lo que Cristo nos llamó (Lv 19:9-10; Rut 2:3-9; cp. Jn 14:15; 1 Jn 5:3). Queridos hermanos, Shavuot nos recuerda que no es suficiente con solo hablar de Jesús, sino que también debemos mostrar a Jesús (Jn 13:35).


[1] Keener, Craig S., The IVP Bible Background Commentary New Testament, 2nd Edition, (IVP Academic, 2014) p. 286.
[2]  La palabra griega que Pablo usa para “primer fruto” en 1 Corintios 15:20 es ἀπαρχή (aparje), que es una traducción del término hebreo plural בִּכּוּרִים (bicurim) “primeros frutos”. Pero Pablo lo usa aquí en griego singular, “primer fruto”. En Romanos 8:23, Pablo también usa este mismo término griego para enseñar que los creyentes tenemos las primicias del Espíritu Santo.
[3] Joseph Shulam, “Flame Like Fire – Shavuot.” Teaching From Zion, Vol. 24 (May 2009): 5. “La identificación de Shavuot con la entrega de la Torá… posiblemente se remonta incluso al periodo bíblico tardío” (p. 5).
[4]  Esta palabra קוֹלֹת (kolot) puede ser traducida como “truenos,” pero también como “sonidos” o “voces”.
[5] Joseph Shulam, Flame Like Fire – Shavuot, p. 6.
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