El profesor que me enseñó a interpretar el Nuevo Testamento inició nuestra primera clase con la historia de Agassiz y el pez. Agassiz era un zoólogo de Harvard que le asignó a un estudiante que estaba ansioso por realizar investigaciones avanzadas, mirar fijamente un pez durante tres días. Lo que al principio parecía una monotonía sin sentido se convirtió en una lección invaluable: para ver y comprender profundamente, uno debe «mirar, mirar, mirar». «Mira fijamente el pez» se convirtió en algo así como el lema de mi seminario.
Gracias a nuestra era digital, nunca hemos tenido tantos peces a los cuales mirar. Al mismo tiempo, no tenemos los músculos cognitivos para realizar un análisis a nivel de Agassiz. Algunos escritos, como el libro de Maryanne Wolf, han expresado su preocupación de que nuestro «diluvio diario de información del tamaño de un byte» crea la ilusión de que estamos bien informados y, al mismo tiempo, estrangula nuestra capacidad de pensamiento crítico.
Los pastores debemos crear conciencia de cómo la era digital está cambiando a nuestros congregantes y a nosotros mismos. Tener a nuestro alcance información enciclopédica, actualizaciones de noticias y acceso virtual a otras fuentes resulta beneficioso. Pero también existen algunos peligros. Creo que las desventajas de las redes sociales y la sobreabundante información digital superan los beneficios.
Estas son cuatro razones por las que limito mi tiempo en internet y no uso redes sociales en lo absoluto.
1. El llamado a tener cuidado de mí mismo
Pablo le recuerda a Timoteo la relación entre su carácter y la proclamación del evangelio: «Ten cuidado de ti mismo y de la enseñanza» (1 Ti 4:16). Tener cuidado de sí mismo significa estar atento a su conducta («disciplinarse para la piedad») y evitar la distracción de las «fábulas profanas» (1 Ti 4:7).
Mi pecaminosidad me hace tan propenso a equiparar el éxito ministerial con la asistencia dominical que me atemoriza tener una tentación adicional de contar «seguidores» y «me gusta» en las redes sociales. ¿Existe la posibilidad de que Instagram o Twitter solo refuercen mi inseguridad cuando soy llamado a olvidarme de mí mismo para servir a los demás (Mt 20:26)? Luego están las «fábulas profanas»: las interminables trampas del Internet que conducen a la distracción (en el mejor de los casos) y dificultan la «sobriedad» necesaria para el ministerio (2 Ti 4:5).
¿Existe la posibilidad de que Instagram o Twitter solo refuercen mi inseguridad cuando soy llamado a olvidarme de mí mismo para servir a los demás?
2. El llamado a predicar y enseñar la Palabra
El llamado relacionado a vigilar de cerca «la enseñanza» (1 Ti 4:16) no significa que los pastores solo deben estudiar la Biblia. Como escribió George Herbert sobre el pastor, significa que «su principal y mayor conocimiento consiste en el libro de libros, el almacén y depósito de vida y consuelo, las Sagradas Escrituras. De allí él se nutre y vive».
El mensaje del evangelio es simple, pero la Biblia no. Su contenido abarca siglos, géneros y lenguas antiguas. En mi tradición anglicana, el reformador Thomas Cranmer nos llama a un tipo disciplinado de lectura: a «escuchar, leer, marcar y digerir de manera interna» la Palabra de Dios.
En cambio, el Internet nos enseña a hojear, deslizar y, dado que está guardado en la nube, a olvidar. Si los pastores no hacen el esfuerzo concienzudo de estudiar la Palabra de Dios de manera profunda, «sacudiendo cada rama y mirando debajo de cada hoja», como instruye Lutero, ¿quién lo hará?
3. El llamado a comprender a las personas y al mundo
Para los pastores que pueden usar las redes sociales de manera sabia para mantenerse al día con las tendencias y noticias sociales, esto les puede ayudar a contextualizar y aplicar el evangelio de manera efectiva. Pero debemos tener cuidado de lo superficial y sesgado que puede ser el «conocimiento» del mundo o de las personas que adquirimos a través de los medios digitales.
Las publicaciones en las redes sociales y los ciclos constantes de noticias nos mantienen informados sobre las últimas maquinaciones políticas, eventos actuales y rupturas de Hollywood. Sin embargo, no revelan las patologías más profundas que se esconden detrás de los deseos de poder, los actos de violencia o los anhelos de amor, como sí lo hace una novela como Crimen y castigo. Un miembro de la iglesia puede etiquetarte en una publicación sobre el cambio en la ideología de género de un plan de estudios escolar. Esta lectura rápida no te preparará para comprender los problemas más profundos en juego como lo hará un análisis de El origen y el triunfo del ego moderno de Carl Trueman.
Los pastores necesitan una lectura lenta y cuidadosa de las fuentes, así como un tiempo paciente y personal con las personas
Los pastores deben entender el por qué que fundamenta al qué. Pablo necesitaba saber no solo que algunos corintios no creían en la resurrección (1 Co 15:12), sino las complejas razones por las qué, en otras palabras, existían las tendencias gnósticas que despreciaban una resurrección corporal. Por lo tanto, su enseñanza no solo reunió las pruebas de los testigos presenciales de la resurrección (1 Co 15:1-11), sino que también atacó la idea subyacente de que los cuerpos son malos (1 Co 15:35-49).
Tanto el mundo en el que pastoreamos como las personas a las que pastoreamos son complejas. Para comprenderlos, los pastores necesitan una lectura lenta y cuidadosa de las fuentes, así como un tiempo paciente y personal con las personas. Las vías digitales de conocimiento no son reconocidas por estas cualidades.
4. El llamado a ser tardo para hablar y pronto para escuchar
La plataforma de redes sociales de un pastor puede convertirse en una columna de opinión. Los miembros de la iglesia pueden tener la expectativa que opines sobre una noticia a las pocas horas de su difusión y que lo hagas con aplomo y perspectiva teológica. El problema aquí es doble. Primero, el pastor típico no tiene ninguna formación en ciencias políticas, derecho, estadística o periodismo. En segundo lugar, la velocidad en la que las redes sociales exigen comentarios no permite el tiempo necesario para investigar, pensar críticamente y orar. Pastor, prefiero ahorrarte esa presión y esas trampas. Como Santiago instruye, modelemos a nuestra gente sobre cómo ser «pronto para oír [y] tardo para hablar» (Stg 1:19).
Hay buenas razones para usar las redes sociales. Los pastores pueden compartir el evangelio en casa y en el extranjero, y mantenerse informados sobre lo que está sucediendo en el mundo y con su pueblo. Sin embargo, mientras vamos aprendiendo más sobre cómo nos está moldeando esta nueva y radical forma de involucrar la información, haríamos bien en recordar nuestro llamado principal y según sea necesario, escoger conectarnos o desconectarnos.