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Es probable que hayas escuchado reflexiones bíblicas que presentan a Noé como un predicador frustrado que en muchos años de predicación no tuvo un solo fruto. Incluso existen debates sobre si Noé predicó el arrepentimiento durante 100 o 120 años. Sin embargo, esto no es precisamente lo que la Biblia enseña. Analicemos por qué Noé no fue un predicador frustrado.

Lo que Dios ordenó a Noé

“Dios miró a la tierra, y vio que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra” (Génesis 6:12).

¡Este es el contexto perfecto para predicar un mensaje de arrepentimiento! Qué mejor que este mensaje viniera de la boca de Noé, el hombre que halló gracia ante Dios en aquella generación y cuyo nombre significa “consuelo” o “descanso” (Gn 5:29; 6:8-9). Pero ¿hay registros bíblicos de que Noé predicó un mensaje de forma verbal? De ser así, ¿cuál era el contenido de ese mensaje? Veamos el contexto en que se desenvuelve su vida en Génesis.

Junto con el crecimiento demográfico de la humanidad, vinieron serios problemas morales que llevaron a Dios a tomar una decisión que informó a Noé: “He decidido poner fin a toda carne, porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos; por eso voy a destruirlos junto con la tierra” (Gn 6:13).

La Biblia destaca que Cristo y el Padre dan y quitan la vida a quien desean. Eso es posible por su soberanía, aunque a nosotros nos cueste admitirlo

Dios estableció una sentencia soberana: no hay perdón ni más vida para la humanidad (2 P 2:5). Esta sentencia implica que no hubo un mensaje verbal que llamara al arrepentimiento a aquella generación. En cambio, Dios entregó a Noé indicaciones para construir el arca que salvaría a su familia, pero que condenaría a la humanidad (He 11:7). Génesis 6:13 es la clave para identificar las órdenes que Dios le dio a Noé y que él obedeció al pie de la letra.[1]

Dios pronunció el veredicto y las instrucciones, y Noé escuchó para obedecer (Gn 6:17-18). No puedo imaginar la aflicción y tristeza que embargó a Noé al escuchar que vendría un cataclismo que destruiría todo. Previo a la entrada de Noé al arca, la Biblia no revela un solo verbo o indicador de que Noé hubiese predicado para que alguna persona se arrepintiera. Al contrario, la Biblia confirma que Dios cumplió el veredicto de muerte contra aquella generación (Gn 7:23-24).

El mensaje que Noé predicó

Cristo afirmó que nadie del tiempo de Noé comprendió que venía un juicio. Esto confirma que Noé no predicó un llamado al arrepentimiento, como lo hicieron los profetas. Jesús dijo:

“Pues así como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no comprendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será la venida del Hijo del Hombre” (Mt 24:37-38).

El verbo “comprendieron” indica que ellos no tuvieron la experiencia de escuchar, sino hasta que llegó el diluvio; entonces comprendieron que su muerte era segura (como traduce la NVI; cp. Jn 13:7).

Con todo lo dicho hasta aquí, ¿qué hacemos con 2 Pedro donde se identifica a Noé como predicador de justicia? Pedro afirmó que Dios “tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, un predicador de justicia,[2] con otros siete, cuando trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos” (2 P 2:5, cursiva añadida).

Noé no fue un predicador frustrado porque su ministerio no consistió en llamar al arrepentimiento. Las Escrituras exponen que esa no fue la orden que Dios le dio

La frase “predicador de justicia” revela su sentido al identificar que aparece en un contexto de juicio. Este sentido se amplía más al compararlo con el mensaje que predicaban otros personajes. Profetas como Isaías o Jonás predicaban un mensaje de juicio inminente que los oyentes podían evitar si se arrepentían. También Juan, Jesucristo y los apóstoles predicaron el mensaje de arrepentimiento (Mr 1:4; Lc 3:3; 5:32; 24:45-48; Hch 20:21).

Cada uno de estos predicadores anunció juicios —y muchos se cumplieron—, pero con la posibilidad de que quienes los escucharon podían arrepentirse y fueran salvos. Sin embargo, al obedecer y construir el arca, Noé predicó con su obediencia un mensaje de juicio inevitable para su generación que él mismo experimentó en parte.

“Por la fe Noé, siendo advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor reverente preparó un arca para la salvación de su casa, por la cual condenó al mundo, y llegó a ser heredero de la justicia que es según la fe” (Hebreos 11:7, cursiva añadida).

El papel de Noé en la historia redentora

En conclusión, Noé no fue un predicador frustrado porque su ministerio no consistió en hacer un llamado particular a su generación. Aunque hayamos escuchado por años que Noé predicó por casi 120 años, las Escrituras claramente exponen en el Antiguo Testamento que esa no fue la orden que Dios le dio. El Nuevo Testamento explica que Noé vivió para obedecer a Dios y dejó en Sus manos el resultado, y en ese hecho fundamental de obediencia visible a su generación radicaron su vida y ministerio.

En Cristo, hoy tenemos el llamado a conocer el mensaje de salvación, pero el mayor llamado para todo cristiano es predicar el evangelio a toda criatura

Desde la Caída, el mensaje es el mismo: el hombre es pecador y merece el juicio divino. Adán y su descendencia murieron como consecuencia de su desobediencia, tal como Dios se lo advirtió en el Edén. Después del juicio efectuado con el diluvio, Dios expresó a Noé y su familia que no volvería a castigar a la humanidad de esa manera, pero no porque hubiese cambiado de opinión (Gn 9:11).

La Biblia destaca que Cristo y el Padre dan y quitan la vida a quien desean (Jn 5:21). Eso es posible por su soberanía, aunque a nosotros nos cueste admitirlo. Dios no quiso perdonar ni traer al arrepentimiento a aquella generación, ni a muchas otras que perecieron a lo largo de la historia bíblica, y no hay injusticia en esto porque todos merecemos condenación (Ro 9:14-18). Sin embargo, por su misericordia, ahora Dios nos llama a conocer el mensaje de salvación en Cristo. Tenemos certeza de que el mayor llamado para todo cristiano es predicar el evangelio a toda criatura y dejar el resultado en sus manos de amor, misericordia y soberanía:

“Porque Él ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien Él ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres cuando lo resucitó de entre los muertos” (Hechos 17:31).


[1] Génesis 6 registra cada una de las órdenes que Noé recibió de Dios: Hazte un arca (v. 14); harás el arca y la cubrirás… (v. 14); de esta manera la harás… (v. 15); le harás una ventana… (v. 16); pondrás la puerta (v. 16); harás el arca de tres pisos (v. 16).
[2] La palabra griega para justicia en 2 Pedros 2:5 tiene varias acepciones y que aplican de acuerdo al contexto. En este caso, el contexto lleva a comprender que en este pasaje “justicia” puede significar el “juicio destructivo de Dios”.
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