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No puedes cargar con los pecados de tus hijos

¿Tienes uno de esos niños? Cada familia tiene al menos uno. Te humillan. Rompen el molde de la familia y, por lo general, el de sus padres al mismo tiempo.

Hace tiempo estaba en un entrenamiento de tres días en el verano. Tenían campamentos de día para mis hijos mientras yo estaba en el entrenamiento. Como el evento era a unas seis horas de casa, alquilé un Airbnb, dejé a mi esposo en su trabajo, y llevé a todos mis niños a ese lugar.

El incidente

Una vez que conseguí alimentarlos a todos después del primer día, uno de mis hijos me contó sobre “un incidente” que ocurrió ese día con uno de mis otros hijos. Había tenido una de sus crisis, algo que no habíamos visto en mucho tiempo. Había tirado una silla, y gritó y lloró.

Por supuesto, puede haber muchas razones para que un niño entre en crisis, algunas de ellas incluso se salen fuera del control del niño. Un mundo deformado por el pecado, en el que los niños a menudo experimentan cansancio, inmadurez, traumas pasados, enfermedades, y desafíos de desarrollo, puede contribuir a un colapso de la misma manera que el tener una mala intención. Pero, cualquiera que sea la causa raíz, no está bien tirar sillas y asustar a otros niños.

La niña que vino a mí estaba avergonzada por lo que su hermano había hecho, y ella no quería decir nada, pero pensó que yo necesitaba saberlo.

A la mañana siguiente, cuando dejé a mis hijos en sus aulas, dejé al del incidente hasta el final. Quería hablar con su maestra y asegurarme de que todo estuviera bien. Estaba ocupada registrando a los niños, así que di un paso atrás y esperé. La supervisora de campamento se me acercó.

“Pues, tuvimos un incidente ayer”.

“Sí, uno de mis hijos me lo contó”.

Ella procedió a contarme los detalles y me hizo saber cómo respondieron y cómo terminó todo. En mi opinión, habían hecho todo bien, pero tenía miedo de que me dijera que mi hijo ya no podía venir. Este niño había sido expulsado con suficiente frecuencia, y yo necesitaba asistir a la capacitación. Se sentía como algo no negociable para mi familia.

“Lo siento mucho, mucho, mucho”, tartamudeé.

Liberada

Esta mujer me miró y ladeó la cabeza con ojos inquisitivos. “¿Por qué lo sientes? Ni siquiera estabas allí. No hiciste nada malo. Tu hijo lo hizo. Solo necesito asegurarme de que estés de acuerdo con nuestro código de conducta antes de que regrese a clase”.

Lo que me dijo me tomó por sorpresa: nunca había escuchado esas palabras en mis 14 años de crianza. Me pegaron profundamente. Me mordí el labio. Mi cara se calentó y, para mi vergüenza, comencé a llorar. Se liberó una presión acumulada. Como madre de seis hijos, lo he oído todo. “Controla a tus hijos”. “Tu hijo no debería estar haciendo eso”. “Vigila a tu hijo”.

Solo hay Uno lo suficientemente fuerte como para soportar la culpa de los demás, y su nombre es Jesús.

Lo peor es cuando escucho estas cosas de manera pasiva-agresiva sobre otros padres, y luego yo los internalizo. Cuando los niños se portan mal en público, dicen: “Algunos padres simplemente no saben disciplinar”. “Algunos padres simplemente no saben poner límites”. “Ya nadie enseña modales”. “Los padres solo necesitan aprender a decir ‘no’”.

Si bien todo eso puede ser cierto, me canso de que la gente piense que soy la causa de la naturaleza pecaminosa de mis hijos. Pienso: Quizá no estoy esforzándome lo suficiente. Si solo los criara mejor, ya no batallarían con el pecado.

Ese es un peso que asfixia a los padres.

Un Salvador suficiente

Aunque sabía que Jesús tomó mi pecado, todavía yo llevaba la carga del pecado de mis hijos de manera mental, emocional, y a menudo, física. Pensaba: Dios se ocupa de mi pecado, por lo tanto, yo debería ocuparme del pecado de mis hijos. Soy la embajadora de Dios para ellos, ¿verdad?

Sí, pero yo no soy el Salvador.

Cada vez que pienso en esa conversación, recuerdo que no fui creada para llevar el pecado de mis hijos. Solo hay Uno lo suficientemente fuerte como para soportar la culpa de los demás, y su nombre es Jesús. Esa dulce mujer supervisora de campamento me lo dejó claro.

Padres, tomen el yugo ligero de apuntar a sus hijos a Jesús. Su rol como padres implica disciplina. Implica ser embajadores. Involucra oración, entrenamiento, y corrección. Pero no implica tener algún tipo de “culpa interna” por lo que ellos han hecho.

Enséñale a tus hijos lo correcto y lo incorrecto (enséñales la ley). Enséñales también lo que Dios ha hecho por nuestro mal y lo que eso significa para nosotros (enséñales el evangelio).

Jesús llevó el peso del pecado en la cruz. Él y solo Él puede llevar el peso, y qué alivio es para nosotros Su fuerza, especialmente en nuestros peores días.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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