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1 Pedro 4:6 es un pasaje que puede parecernos… extraño: “Porque con este fin fue predicado el evangelio aun a los muertos, para que aunque sean juzgados en la carne como hombres, vivan en el espíritu conforme a la voluntad de Dios”.

¿Cómo comprender este texto? ¿Quiénes son los “muertos” a quienes se les predicó el evangelio? Veamos cómo el contexto nos ayuda a ver a qué se refiere Pedro.

Pedro nos anima en los versículos anteriores a estar dispuestos a sufrir por la fe si eso es lo que Dios dispone para nuestras vidas, viviendo en respuesta a su amor y siguiendo el ejemplo de Cristo, a medida que hacemos Su voluntad (1 Pe 4:1-5). El mundo se escandaliza y nos insulta por nuestra forma de vivir distinta a la de ellos, “pero ellos darán cuenta a Aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos” (v. 5).

La realidad del juicio venidero es tan seria, que en el versículo 6 se explica que esa es la razón por la que el evangelio es predicado. Presta atención a la conexión de las ideas: “Porque [debido al juicio mencionado] con este fin fue predicado el evangelio aun a los muertos…”.

En otras palabras, el evangelio fue predicado incluso a gente que está muerta para que, aunque sean juzgados en la carne como hombres (lo cual significa en esta vida, según 1 Pedro 4:3), puedan vivir en el espíritu; es decir, sean librados del juicio. Como en el resto de la Biblia alguien que vive en el espíritu es alguien que ha creído en el evangelio (cp. Ro 8:1-4), podemos concluir que Pedro habla de creyentes. De hecho, este pasaje es similar a lo dicho sobre Jesús versículos atrás: Él fue “muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu” (1 Pe 3:18). Gracias a su obra, los creyentes también vivimos en el espíritu.

Por lo tanto, en 1 Pedro 4:6 leemos de personas que, aunque fueron juzgadas en la carne como los hombres —es decir, pasaron por algo que todos afrontamos en algún momento—, están vivas en el espíritu. Así que lo lógico y bíblico es creer que Pedro habla de creyentes que ya partieron con el Señor, pues él mismo dice que estas personas están muertas para el momento en que él escribió la carta y la Biblia enseña que luego de la muerte viene el juicio ante Dios (Heb 9:27). Así que el evangelio les fue predicado mientras estaban vivos, para que puedan creer y vivir eternamente con Dios.

Esto puede resultar confuso porque Pedro parece salirse del tema que va desarrollando, pero en realidad tiene sentido luego de lo dicho en los versos anteriores.

Una de las razones por las que la gente se burla de nuestra fe es porque opinan que la creencia en la vida eterna es un engaño. Un incrédulo pudiera decir: ¿Para qué abandonar mis supuestos pecados si al final voy a morir y no va a pasar nada más? Además, ¡los mismos cristianos se mueren igual que el resto de las personas tarde o temprano! Esta fue una crítica común al cristianismo en el primer siglo.

Pero como nos recuerda Pedro, todos seremos juzgados por Dios. Por eso el evangelio es tan necesario, para que aunque muramos en este mundo podamos presentarnos ante Dios, no para ser condenados como merecemos, sino para vivir por siempre junto a Él.

Te animo a meditar en las implicaciones de esto para tu vida aquí y ahora.

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