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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado del libro De pastores y predicadores (B&H Español, 2019), por Miguel Núñez.

El ministerio pastoral es más que preparación académica. Esta preparación nos ayuda a comprender el ministerio pastoral, a entender qué debe hacer un pastor o anciano, nos ayuda a comprender las responsabilidades del pastorado, y afina los dones y talentos para llevar a cabo dichas responsabilidades. 

Sin embargo, al final del camino, el ministerio pastoral es una respuesta al llamado de Dios. En otras palabras, habrá momentos (segundos, minutos, días, o periodos) en tu ministerio en los que pensarás: “¡Quisiera renunciar!”. Y luego reflexionarás: “No, porque Dios me ha llamado”. Y una vez más decidirás quedarte con la congregación y tomarás un segundo aire. Eso se deberá a que el llamado que Dios hace es más fuerte que tus emociones o sentimientos. 

Y la única razón que mantiene a un pastor en su posición es el llamado de Dios. ¡Créeme! Hay suficientes dificultades en el ministerio para alejar a cualquier persona de su llamado. Pero, si Dios te llama, tú permanecerás porque tendrás una motivación y pasión inexplicables que no te dejarán desistir.

Si Dios te llama al ministerio pastoral, tú permanecerás allí porque tendrás una motivación y pasión inexplicables que no te dejarán desistir.

En una ocasión, Moisés le pidió a Dios que le quitara la vida porque sentía que ya no tenía la fuerza emocional para continuar. Dios tuvo que intervenir en su vida: 

“Y Moisés oyó llorar al pueblo, por sus familias, cada uno a la puerta de su tienda; y la ira del Señor se encendió en gran manera, y a Moisés no le agradó. Entonces Moisés dijo al Señor: ¿Por qué has tratado tan mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia ante tus ojos para que hayas puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? ¿Acaso concebí yo a todo este pueblo? ¿Fui yo quien lo dio a luz para que me dijeras: «Llévalo en tu seno, como la nodriza lleva al niño de pecho, a la tierra que yo juré a sus padres»? ¿De dónde he de conseguir carne para dar a todo este pueblo? Porque claman a mí, diciendo: «Danos carne para que comamos». Yo solo no puedo llevar a todo este pueblo, porque es mucha carga para mí. Y si así me vas a tratar, te ruego que me mates si he hallado gracia ante tus ojos, y no me permitas ver mi desventura. 

Entonces el Señor dijo a Moisés: Reúneme a setenta hombres de los ancianos de Israel, a quienes tú conozcas como los ancianos del pueblo y a sus oficiales, y tráelos a la tienda de reunión y que permanezcan allí contigo. Entonces descenderé y hablaré contigo allí, y tomaré del Espíritu que está sobre ti y lo pondré sobre ellos, y llevarán contigo la carga del pueblo para que no la lleves tú solo”, Números 11:10-17 (LBLA). 

Este texto ilustra claramente que el ministerio pastoral o el cuidado de las ovejas del Señor no puede ser llevado a cabo sin asistencia divina. El llamado pastoral es una vocación. La palabra vocación proviene del latín vocatio que significa llamado o convocatoria, lo que nos permite ver el punto central al que nos referimos: la vocación es un llamado o una convocatoria de parte de Dios para realizar algo.

Es importante conocer que el concepto de vocación cambió con la reforma protestante. En los tiempos que precedieron a la Reforma, la palabra vocación estaba directamente relacionada solo al ministerio de los sacerdotes y de los obispos. Tanto Martín Lutero como Juan Calvino, enfatizaron que la palabra vocación hacía referencia a una idea mucho más amplia.

Necesitas llevar a cabo el llamado pastoral en total dependencia del Espíritu Santo.

Enseñaron que la vocación tiene que ver con el llamado que Dios hace a cada persona para que desempeñe una labor en su vida y que esa función es tan sagrada como la que el obispo, el pastor, o el anciano ejercen en su iglesia. Cuando limpias un baño, pintas una pared, o ejerces como médico, ingeniero o abogado, si Dios te llamó a esa labor, eso es tan sagrado como lo que se hace detrás de un púlpito el domingo en la mañana. En cada una de esas funciones representas al mismo Dios y debes hacerlo para la gloria de Aquel que te creó.

En tiempos de la Reforma, Lutero fue quien más énfasis hizo sobre la idea de que el cristiano debe ver su área de trabajo como su vocación, siempre y cuando, Dios lo haya llamado a servir allí. Allí debes glorificar a Dios, independientemente de cuál sea tu área. Donde llevas a cabo el llamado de Dios, esa es tu vocación. Si aspiras a una carrera técnica o universitaria, es muy probable que pienses: “voy a la universidad a hacer una carrera”.

Y en cierta manera es así. Pero esa idea tiene una connotación general un tanto diferente a lo que la palabra vocación implica, ya que entendemos la vocación como una extensión del trabajo de Dios. 

Una carrera o profesión, usualmente representa un deseo personal que podría llevarte a convertirte en un médico, un abogado, o un ingeniero para alcanzar un sueño muy propio. En todo esto, el enfoque del servicio es la sociedad en general y esto es igualmente importante. Lutero declaró: “Dios no necesita nuestras buenas obras, pero nuestro prójimo sí”. 

De nuevo, una vocación es el trabajo que Dios te ha asignado. Sin embargo, cuando hablamos de una vocación, en términos ministeriales, el servicio primario es a las ovejas compradas por Cristo a precio de sangre. Por eso, necesitas llevar a cabo este llamado en total dependencia del Espíritu Santo.


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Imagen: Lightstock.
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