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En los últimos años ha habido un despertar entre las mujeres a descubrir sus distintos roles de acuerdo a la Palabra. Su rol como mujer, como madre y como esposa. Y, ¡alabo a Dios por esto! Una de las formas en las que podemos glorificar a Dios es cuando vivimos de acuerdo a los roles que Él ha diseñado para nuestras vidas. Pero hay mucho más.

Imagina que estás en un recorrido hacia una de las más hermosas atracciones naturales del mundo y cuando te vas acercando, cuando ya estás en la entrada de ese extraordinario lugar, decides mirarlo desde afuera. El lugar está abierto para que puedas entrar y disfrutar de él, pero prefieres apreciarlo desde afuera. Aun desde ahí la vista sigue siendo extraordinaria, aunque algunas cosas no las puedes apreciar o entender a la distancia. Mirar de afuera no se compara con entrar y disfrutarlo de cerca.

Hay mucho más en su Palabra para nosotras como mujeres, pero lamentablemente en ocasiones decidimos quedarnos con solo una pequeña parte de lo mucho que pudiéramos estar disfrutando. Decidimos mirar desde afuera.

Toda la Escritura

“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios  sea perfecto (apto), equipado para toda buena obra”, 2 Timoteo 3:16.

En su gracia, el Señor nos ha dejado orientaciones y mandatos específicos para nosotras como mujeres en distintas áreas, pero esto no es lo único que Él nos ha dejado. Nuestro Dios nos ha dado su Palabra completa y cada parte de ella es inspirada por Él y útil para transformar.

La Biblia no fue escrita por géneros. Dios no diseñó su Palabra para que algunas secciones sean consumidas por hombres y otras por mujeres. Su Palabra completa fue inspirada por Él y es útil, en toda su plenitud, tanto para hombres como para mujeres.

Maneja con precisión

En 2 Timoteo 2:15 encontramos al apóstol Pablo exhortando a Timoteo con relación a la Palabra, presta atención a lo que él le dice: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad”.

El llamado que Pablo le hace a Timoteo con relación a la Palabra es a manejarla con precisión, que la conozca de manera exacta. No hay forma de manejar Su Palabra con precisión si solamente conocemos porciones de ella, si solamente nos enfocamos en las áreas de la Palabra que yo deseo consumir.

Cuando consumo la Palabra únicamente de acuerdo a mis intereses, me estoy poniendo a mí en el centro y la Palabra no se trata de mí, se trata de Dios. No se trata de lo que yo deseo escuchar sino de lo que Él quiere decirme.

En el libro de Nehemías vemos a las mujeres siendo mencionadas como parte del remanente del pueblo de Dios que había vuelto del exilio a una ciudad en ruinas y que volvió a comprometerse con la Palabra de Dios, “Y leyó en el libro frente a la plaza que estaba delante de la puerta de las Aguas, desde el amanecer hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley… y los levitas, explicaban la ley al pueblo mientras el pueblo permanecía en su lugar. Y leyeron en el libro de la ley de Dios, traduciéndolo y dándole el sentido para que entendieran la lectura”, Nehemías 8:3;7b-8.

Este pueblo, incluyendo a las mujeres, se sentó a escuchar y a estudiar la Palabra por horas para poder conocer lo que Dios estaba diciendo en ella.

Ese es el ejemplo que debemos seguir. Debemos estudiar todo el consejo de Dios, desde Génesis hasta Apocalipsis, exponernos a sus verdades y dejar que Él nos hable y nos confronte.

La autora Kathleen Nielson lo dice de la siguiente manera: “Las mujeres, como todo el pueblo de Dios, necesitamos escuchar muy cuidadosamente toda la Palabra de Dios, libro por libro, de principio a fin. ‪Necesitamos aprender cómo leerla, para que podamos evaluar correctamente las voces a nuestro alrededor que nos dicen qué es lo que ella dice o no dice. Necesitamos buscar vivir bajo el liderazgo de predicadores y maestros piadosos que amen y sean reverentes a la Palabra de Dios, no solo aquí en el ciberespacio, sino también localmente, congregaciones comprometidas con la Biblia”.

Procura diligentemente manejar con precisión todo el consejo de Dios. ¿Y sabes qué? Al hacer esto le estás obedeciendo y dando gloria a su Nombre. Al final, se trata de Él, de honrarle, de agradarle, de mostrarle que lo amamos al guardar sus mandamientos.

Vayamos a Dios en oración y pidámosle que nos de hambre y sed de su Palabra, que nos ayude a ser mujeres que nos gloriemos en que lo entendemos y lo conocemos (Jeremías 9:23).

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