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Nota del editor: 

El pastor John Piper recibe preguntas de algunos oyentes de su podcast Ask Pastor John. A continuación está una de esas preguntas y su respuesta.

Bienvenidos a este episodio donde responderemos preguntas sobre brujería y hechicería en Ask Pastor John, un podcast guiado por nuestra lectura bíblica. Iniciemos con la pregunta: ¿existe la magia buena y la hechicería edificante? Es un debate común cuando se habla de El Señor de los Anillos, Harry Potter y la literatura fantasiosa en general. Hoy, esta pregunta nos llega de una oyente anónima.

Hola, pastor John, y gracias por este podcast. Tengo una pregunta sobre un debate constante entre mis amigos cristianos: ¿pueden existir señales y maravillas legítimas o justas realizadas por mandato de un obrador de milagros? Muchos cristianos piadosos creen que novelas como Harry Potter y El Señor de los Anillos están prohibidas porque presentan incluso un uso «bueno» de hechizos y hechicería. Para ellos, la simple presencia de la hechicería en una historia la hace inaceptable. Sin embargo, otros argumentan que, en el mismo Antiguo Testamento, los hombres santos de Dios parecen responder a los hechiceros con un poder sobrenatural equivalente, estableciendo así un contraste de blanco y negro.

Leemos sobre todas las cosas asombrosas que Dios hizo a través de Moisés y Aarón en los relatos de las plagas. Aarón arroja su vara y esta se convierte en una serpiente que devora a las demás, la misma vara que convertirá el Nilo en sangre, todo esto en Éxodo 7. Aarón extiende su vara y ranas emergen del Nilo. Luego golpea el suelo y el polvo se convierte en mosquitos que cubren todo, como vemos en Éxodo 8. Moisés levanta su vara y cae granizo sobre Egipto en Éxodo 9. Luego la usa para invocar el viento que traerá una plaga de langostas en Éxodo 10. Y, de manera aún más memorable, Moisés alza su vara y divide el Mar Rojo en Éxodo 14, la misma vara con la que golpeará una roca en el desierto para hacer brotar agua en Éxodo 17.

Incluso en el Nuevo Testamento, vemos un ejemplo reciente en Hechos 13:6-11, donde Pablo responde de manera sobrenatural a un mago, dejándolo ciego. Aarón, Moisés y Pablo realizaron hazañas sobrenaturales en respuesta a sus oponentes. ¿Deberíamos tener en cuenta este argumento al evaluar la ficción y al considerar un uso justo del poder sobrenatural?


El debate sobre si los mundos fantásticos alternativos creados por un autor —como El Señor de los Anillos de Tolkien o la saga de Harry Potter— son edificantes o perjudiciales no se resuelve simplemente señalando que, en nuestro mundo real, tanto las señales como los prodigios pueden tener un uso demoníaco o piadoso.

Es cierto que en nuestro mundo real siempre ha habido y habrá señales y prodigios engañosos realizados por el poder de Satanás, así como señales y prodigios piadosos en el nombre de Jesús, destinados a confirmar la Palabra inspirada de Dios en la Biblia. Sin embargo, argumentar que la existencia de estos en nuestro mundo valida la bondad de la «hechicería justa» o la «magia blanca» en un mundo ficticio, donde Satanás y Dios solo están simbolizados, pero no presentes de manera explícita, no me parece que aporte una conclusión definitiva.

Planteando la pregunta correcta

La razón es que la pregunta sigue en pie: ¿El mundo ficticio, fantástico, alternativo y épico, con su naturaleza distinta y su sobrenaturalidad distinta, tiende a distraer a los lectores del mundo real —con su naturaleza real y su sobrenaturalidad real (es decir, Dios y Satanás)— al reemplazar este mundo con uno ficticio? Esa es la cuestión. ¿Es edificante o perjudicial, independientemente de si están presentes elementos de hechicería y magia? ¿Tiene este mundo ficticio, fantástico, alternativo y épico el poder literario de despertar a lectores materialistas, de mente estrecha, pecaminosos, mundanos e incrédulos a la posibilidad de un mundo real, con una naturaleza real y una sobrenaturalidad real, es decir, el mundo verdadero de Dios y de Cristo? Esa es la pregunta.

¿Tiende un mundo ficticio con sucesos fantásticos a alejar a las personas del mundo real o a acercarlas a él? Un mundo donde el agua realmente se convierte en vino, donde un hombre real camina sobre el agua, donde los cojos andan, los ciegos ven, cinco panes alimentan a cinco mil personas, hay una resurrección real de los muertos y una ascensión real del Rey al cielo, un Dios-hombre verdadero. ¿La ficción conduce a las personas hacia esa realidad o las aparta de ella? Esa es la cuestión clave. ¿La ficción edifica o perjudica en su intento de despertar a las personas a la realidad, a la realidad de Dios en Cristo, con todas las asombrosas y misteriosas verdades sobrenaturales que realmente existen: la creación a partir de la nada, la providencia que lo gobierna todo, mares que se dividen en dos, el sol que se detiene en el cielo, cabezas de hacha que flotan, la encarnación de Dios en la humanidad por medio de un nacimiento virginal, la crucifixión, la resurrección y la segunda venida de un Rey soberano?

¿El uso del lenguaje para crear un mundo alternativo y contar una historia ayuda a despertar a las personas a las realidades sobrenaturales que verdaderamente existen, o más bien las distrae y reemplaza esa realidad? ¿Es edificante o perjudicial? Otra forma de formular la pregunta es si la creación de un mundo alternativo en la ficción puede comunicar eficazmente la verdad sobre el mundo real y atraer a las personas hacia él. ¿Puede una realidad inventada esclarecer la realidad? ¿Tiene la ficción el poder de despertar a las personas a la verdad del mundo real? Creo que la respuesta es: «Alguna de ella».

La verdad más fuerte que la ficción

¿Por qué digo esto? Es decir, ¿por qué soy optimista respecto a algunos aspectos y pesimista respecto a otros? La primera razón es que he experimentado ambos. He estado expuesto a ficciones que no solo son moralmente corruptoras de manera inmediata, sino que también distorsionan toda una cosmovisión al estar impregnadas de supuestos no cristianos que, en lugar de abrirme a las posibilidades de la belleza y la verdad en este mundo real, me insensibilizan ante ellas. He probado ese tipo de ficción, y creo que debemos evitarla.

He probado también la ficción —ya sea en poesía, cuentos o novelas— que me ha llevado a amar la pureza, la nobleza, el valor, el sacrificio, el amor, la esperanza y el gozo. Como resultado, cuando leo mi Biblia, mi hambre por la Realidad se renueva y mi corazón se vuelve más sensible a la Realidad con mayúscula: la Realidad de Jesús, la Realidad de Dios, la Realidad bíblica. Este tipo de ficción no me ha apartado de la realidad. Nunca me ha tentado a creer que el mundo ficticio era real. No lo creo. La mayoría de los niños tampoco lo creen. Siempre apuntaba más allá de sí misma. Nunca me llevó a idolatrar un mundo alternativo, sino que despertó en mí una insatisfacción por cualquier cosa que no fuera el Dios verdadero. Esa es mi primera razón para afirmar que la creación ficticia de mundos alternativos puede, o no, servir a la verdad.

La otra razón es que la Biblia, la Palabra de Dios, emplea visiones e imágenes ficticias y fantásticas para revelar la realidad. Por ejemplo, en Zacarías 5:1-11, Dios hace que el profeta vea un rollo volador de veinte codos de largo y diez codos de ancho. «Esta es la maldición que sale sobre la superficie de toda la tierra» (Zac 5:3). Luego, le hace ver un canasto en movimiento.

«¿Qué es?» […] «Esta es la iniquidad de ellos en toda la tierra». Y miré, y he aquí, la tapa de plomo fue levantada, y había una mujer sentada dentro del efa. Entonces dijo: «Esta es la Maldad». Y la arrojó al interior del efa y puso la tapa de plomo sobre su abertura. Luego alcé los ojos y vi a dos mujeres que salían. El viento estaba en sus alas; tenían alas como alas de cigüeña y alzaron el efa entre la tierra y el cielo» (Zac 5:6-9).

Hablemos de realidades alternativas: un rollo volador, un efa (canasta) con una mujer dentro llamada Maldad, dos mujeres con alas como las de una cigüeña. ¿Qué significa todo esto? Este es el mundo fantástico, alternativo y visionario de Dios. Zacarías no habita en ese mundo. No vive en un mundo con rollos voladores o mujeres con alas. Esta es la manera en que Dios comunica la verdad sobre la realidad, creando imágenes que van más allá de la realidad ordinaria. De manera asombrosa, Dios ha capacitado a los seres humanos, creados a Su imagen, para ser subcreadores, es decir, diseñadores de realidades alternativas —ficción, poesía, metáfora, relatos épicos— con el poder de despertar a los lectores a la Realidad con R mayúscula.

¿Es Verdadero?

Mi razonamiento es que la verdad en la ficción no depende de la ausencia de lo sobrenatural ficticio —como la ausencia de magia blanca—, sino de cómo se utiliza y cómo encaja en la historia. C. S. Lewis y J. R. R. Tolkien escribieron sobre relatos y cuentos de hadas, los cuales tenían para ellos un significado mucho más profundo del que solemos darles hoy. Reflexionaron sobre la relación entre la ficción y la verdad. Creo que la mejor manera de abordar esto es citando a ambos sobre cómo la Verdad con mayúscula puede comunicarse a través de historias inventadas. Lewis escribió: «La historia hace lo que ningún teorema puede hacer. Puede que no sea “como la vida real” en un sentido superficial, pero nos presenta una imagen de cómo bien podría ser la realidad en una región más central». Esta cita proviene de su ensayo Sobre cuentos, historias y literatura fantástica.

La cita de Tolkien proviene de su ensayo On Fairy-stories [Sobre los cuentos de hadas] (p. 155):

Probablemente, todo escritor que crea un mundo secundario, una fantasía, todo subcreador, desea en cierta medida ser un creador verdadero o espera estar basándose en la realidad: espera que la cualidad particular de su mundo secundario (aunque no en todos sus detalles) provenga de la Realidad [con mayúscula] o fluya hacia ella. Si logra realmente una cualidad que pueda describirse con justicia según la definición del diccionario como una «coherencia interna de la realidad», es difícil concebir cómo esto podría ser posible si la obra no participa de la realidad de alguna manera. La cualidad particular del «gozo» en una Fantasía lograda puede explicarse, entonces, como un atisbo repentino de la realidad o la verdad subyacente. No es solo un «consuelo» para el dolor de este mundo, sino una satisfacción y una respuesta a la pregunta: «¿Es verdadero?».


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Eduardo Fergusson.
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