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Estamos tan acostumbrados a comprar en el supermercado la levadura para hacer pan que olvidamos que la levadura es un hongo, compuesto de una sola célula que produce fermentación mientras consume la fuente de la comida. Se multiplica tan rápidamente que penetra toda la masa.

En el tiempo de Cristo, antes de hornear el pan, los judíos guardaban un pedazo de la masa cruda para introducirla a la nueva masa antes de hornear, para producir la fermentación. Este proceso seguía sin quebrantarse hasta la pascua, donde Dios mandó a ellos remover toda la levadura de su casa por 7 días (Éx. 12:15).

En los libros de Moisés hay 32 referencias de no usar la levadura en las prácticas religiosas. Casi toda ofrenda al Señor tenía que ser sin levadura, simbolizando la extirpación del pecado de nuestras vidas. Las ofrendas por el pecado tenían que ser sin levadura porque simbolizaban a Cristo, el único hombre sin pecado, que ofreció si mismo para nuestra redención.

Levítico 2:11 es interesante porque nos dice:

“Ninguna ofrenda de cereal que ofrezcáis al Señor será hecha con levadura, porque no quemaréis ninguna levadura ni ninguna miel como ofrenda encendida para el Señor”.

Como Jesús es el pan de vida (Jn. 6:35), la ofrenda de cereal tenía que ser sin levadura.

Ofrendas con levadura

Las únicas dos ofrendas que podían tener levadura eran la ofrenda de paz y la ofrenda mecida. La primera era ofrecida junto a pan sin levadura, que puede ser simbolizando Jesús (sin levadura) y su iglesia (con levadura), y otros creen que podía simbolizar el hecho de que aun nuestras ofrendas a Dios por agradecimiento son impuras.

La segunda, la mecida, eran 2 panes ofrecidos (Lv. 23:17), posiblemente simbolizando que los Judíos y gentiles, ambos pecadores, serían salvos (Ro. 11:11)

Otros pasajes demuestran la levadura como pecado:

Mateo 16:11-12 muestra a Cristo hablando sobre las enseñanzas falsas de los fariseos y saduceos.

Lucas 12:1 relaciona la hipocresía de los fariseos con la levadura.

Gálatas 5:9 muestra a Pablo advirtiendo a los Gálatas a tener cuidado con los falsos maestros,  porque “un poquito de levadura fermenta toda la masa” demostrando el alcance del pecado. Él usó la misma analogía en 1 Corintios 5:6-8 cuando la iglesia estaba tolerando el pecado de inmoralidad.

Entonces, llegamos a Mateo 13:31-33:

“Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo, y que de todas las semillas es la más pequeña; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de modo que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas. Les dijo otra parábola: El reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina hasta que todo quedó fermentado”.

¿Por qué la levadura en esta parábola está significando algo bueno cuando en cada otro versículo, la levadura significa algún tipo de pecado? Los dos parábolas, la de la semilla y de la levadura, estaban dichos juntos, dando la impresión de que están relacionadas. Parece ser que la semilla está demostrando el crecimiento visible, mientras la levadura muestra el crecimiento interno. Pero en realidad los dos comienzan internamente y luego tienen un impacto en su ambiente para bien.

¿Como es que Cristo compara el reino de Dios con la levadura y luego esto tiene un impacto bueno en su ambiente? Lo que se me ocurre es que la única levadura que puede ser en el reino de Dios son los pecadores, nosotros, ¡salvos por gracia! Con el nuevo nacimiento, nuestro Señor cambia nuestras corazones para que podemos influenciar nuestro entorno.

Cuando lo comparamos con al resto del mundo  hay pocos cristianos (Mt. 7:14) y no somos necesariamente los más fuertes o sabios (1 Co. 1:26-29). Nosotros podemos ser comparados con la semilla pequeña que, con el poder de aquel que mora en nosotros, impacta al mundo (1 Jn. 4:4).

El impacto en el mundo puede ser simbolizado por la levadura. La historia nos demuestra que los discípulos y la iglesia de Cristo han hecho un impacto en el mundo, aun en áreas que no han sido cristianizadas. Por ejemplo, fue un monje (Telémaco) quien encontró su muerte al pararse en el anfiteatro de Roma en medio de una lucha de los gladiadores, produciendo un final a la práctica. Como este ejemplo hay muchos otros, a mayor o menor escala, demostrando que nosotros viviendo en el poder del Espíritu Santo podemos cambiar el mundo.

12 discípulos sin educación revolucionaron el mundo en su época. ¿Qué podemos hacer ahora cuando hay miles de personas en muchos diferentes pueblos? Hay una canción que dice lo que el mundo necesita es amor. Es verdad, pero es solamente la mitad de la verdad. ¡Lo que el mundo necesita es el amor de Cristo! Nosotros tenemos que ser Sus manos, Sus pies y Sus labios para un mundo desesperado y sin propósito. Que Dios movilice su ejercito, llenándolo con valor para que podemos correr  y continuar las victorias que Dios ha preparado antemano (Ef. 2:10) y ganar la batalla que comenzó en Génesis.

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