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“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas…”, Apocalipsis 7:9.

¿No es cierto que este pasaje suena como la Copa Mundial? Precisamente esto fue lo que el mundo pudo ver en este último evento deportivo, el más grande de toda la historia en cuanto a su audiencia: una inmensa multitud de todas las nacionalidades. Pero lo que Apocalipsis describe es algo mucho, mucho mayor: es un vistazo a la celebración más grande de toda la historia.

En la providencia de Dios, empecé a leer el libro de Apocalipsis mientras la Copa Mundial comenzaba, y quedé impresionado de cuántos paralelos encontré entre la adoración en el cielo y la Copa Mundial en la tierra. Mientras que la emoción y los detalles de esta Copa Mundial van quedando en el pasado, la descripción de Juan me llevaba a ver hacia adelante, a algo perdurable, algo más grande y verdaderamente glorioso.

Alcanzando un premio eterno

Atletas y entrenadores dedican gran parte de sus vidas a tratar de obtener un trofeo hecho de oro que no durará para siempre. Nuestra fe, que es más preciosa que el oro (1 P. 1:7) nos asegura el premio sublime que es “una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para ustedes”, 1 Pedro 1:4. Nosotros no ganaremos trofeos: ganaremos coronas, las cuales pondremos delante del trono de Dios en adoración.

“Los veinticuatro ancianos se postran delante de Aquél que está sentado en el trono, y adoran a Aquél que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: ‘Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas, y por Tu voluntad existen y fueron creadas’”, Apocalipsis 4:10-11.

Cánticos eternos

Los cantos jubilosos de victoria de los equipos nacionales serán reemplazados por nuevos cantos de adoración a nuestro Dios. Estos cantos se enfocarán en la gloria de Dios y en su bondad hacia nosotros en el evangelio.

Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste (redimiste) para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra”, Apocalipsis 5:9-10.

Vistiendo vestiduras eternas

Camisas, pintura para la cara y atuendos extravagantes muestran el amor que los fanáticos de la Copa Mundial sentían por sus países. Otros ondeaban grandes banderas y pancartas para añadir a su celebración y afiliación. Los ciudadanos del cielo tendremos un atuendo inigualable: celebraremos la limpieza de nuestros pecados vistiendo túnicas blancas y ondeando hojas de palma para celebrar al Rey que redimió a Su pueblo.

”…estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos con vestiduras blancas, y con palmas en las manos” Apocalipsis 7:9-11.

Disfrutando de eterna paz

Mientras que el mundo entero aparenta unirse durante la Copa Mundial, dando la apariencia de una victoria diplomática, la verdad es que esta paz es superficial: solo hay que ver lo que ocurre cuando pierden o ganan equipos contrarios. Además, hay naciones que no tienen acceso, por política o por su tamaño. El evangelio es diferente y hace lo que el hombre nunca podrá hacer por medio de un deporte o de cualquier otra cosa. Cristo llamará de toda nación a un pueblo que le adorará por siempre, trayendo perfecta paz a aquellos que lo siguen.

”¡Oh Señor! ¿Quién no temerá y glorificará Tu nombre? Pues sólo Tú eres santo; Porque  todas las naciones vendrán y adorarán en  Tu presencia , Pues Tus justos juicios han sido revelados”, Apocalipsis 15:4.

Siendo testigos de la justicia eterna

Como tantas cosas en nuestro mundo post-Génesis 3, la Copa Mundial gime por justicia. Malos árbitros, trampas, corrupción, desperdicio y tráfico humano por razón del evento claman injusticia y revelan cuánto anhelamos el juicio justo de Dios y Shalom en la tierra. Podemos tener confianza de que Dios ejecutará su perfecto juicio y corregirá todas las cosas.

“¡Sí, oh Señor Dios Todopoderoso, verdaderos y justos son Tus juicios!”, Apocalipsis 16:7.

Regocijándonos en la victoria eterna

La corona de victoria en la Copa Mundial durará solo cuatro años, y no ayuda para nada en competencias futuras. Cristo es el ganador máximo quien ha derrotado al demonio conquistando el pecado y la muerte. Nosotros compartiremos la victoria de nuestro Señor en el futuro, y tenemos su poder ahora para combatir el pecado y vivir vidas santas. Por la victoria de Cristo, somos más que vencedores (Romanos 8:37) y podemos participar en Su gloria eterna.

“Oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de fuertes truenos, que decía: “¡Aleluya! Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina”, Apocalipsis 19:6.

Anhelando la eternidad

Vivimos en el “ya pero todavía no”. Mientras ponemos nuestra mira en la eternidad, no nos olvidemos de que todavía tenemos mucho trabajo que hacer. Aquí hay unas cuantas preguntas para reflexionar mientras piensa en lo que le resta de su vida aquí en la tierra:

  • ¿Cuál es su mayor premio? La respuesta a esta pregunta revelará a quién y a qué le servirá usted. Haga de su mayor premio lo que el Apóstol Pablo nos dice: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”, Filipenses 3:14.
  • ¿Qué está usted celebrando? Debemos de celebrar la persona de Cristo y Su gloriosa salvación que solo proviene de Él, en nuestras vidas, en nuestros hogares y en nuestras iglesias. No permita que un juego de fútbol o una ganancia del mundo le emocionen más que el ser hallado justo en Cristo y libre del juicio de Dios.
  • ¿Cómo está usted promoviendo la paz y la justicia? Aunque nunca tendremos perfecta paz y justicia hasta que lleguemos al cielo, podemos mostrarle a este mundo un anticipo del perfecto Reino de Dios aquí en la tierra, actuando justamente y mostrando misericordia en una variedad de maneras, tanto personalmente al igual que como iglesia.
  • ¿Está usted viviendo en la confianza de la victoria de Cristo? Al fin de cuentas, la victoria en Cristo debería impactar nuestro amor por Él, nuestra búsqueda de la santidad, nuestra valentía al compartir el evangelio, y cómo  enfrentamos el sufrimiento como siervos de Cristo. ¿Está la victoria de Cristo haciendo una diferencia en su vida?

A medida que la emoción de la Copa Mundial se diluye y su vida vuelve a la normalidad, espero que estas ideas puedan motivarle a vivir a la luz de su futuro hogar y proclame con las multitudes, “La salvación y la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios!”. ¡Maranatah! ¡Ven, Señor Jesús!

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