¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Los ídolos son aquellos objetos alternos de adoración hacia los cuales nuestro corazón engañado nos impulsa. Estoy adorando a un ídolo cada vez que mi corazón me convence de que algo o alguien aparte de Dios me puede satisfacer. Mi corazón fue creado para adorar y buscar felicidad y nunca deja de hacerlo, incluso cuando no adoro al Único que me puede satisfacer.

Nuestros corazones reconocen que necesitan algo que este mundo físico no ofrece, pero como el pecado ha distorsionado nuestro diseño original, ha distorsionado también nuestra búsqueda de identidad, placer y bienestar. Diariamente somos engañados por nuestro propio corazón.

Samuel explicó este concepto a los israelitas. Ellos habían pedido un rey humano, rechazando al Señor como su verdadero Rey. Creían que su seguridad y bienestar se podría conseguir de igual manera que las naciones a su alrededor, y buscaban ser como ellos (1 S 8). Cuando se dan cuenta de su error, ya se había ungido al rey Saúl. Claman a Samuel por la misericordia de Dios, y él les responde así:

«—No teman —los tranquilizó Samuel—, de verdad han hecho mal, pero ahora asegúrense de adorar al Señor con todo el corazón y no le den la espalda. No vuelvan a rendir culto a ídolos despreciables que no pueden ayudarlos o rescatarlos, ¡son completamente inútiles!» (1 S 12:20-21, NTV).

Buscar el bienestar en un rey humano era buscar algo completamente inútil. Era «vanidad», como otras traducciones lo expresan. Entonces ¿por qué insistieron tanto? Porque buscaban identidad, ayuda y rescate. Samuel revela aquí el verdadero deseo detrás de su deseo de tener un rey.

Cuando busco identidad, bienestar y poder en vanidades inútiles, estoy levantando ídolos en mi corazón. Tomemos un momento para identificar algunas de estas vanidades.

Ídolos de identidad

El deseo de identificarnos con algo o alguien es natural. Dios nos creó para identificarnos con Él. Nos hizo a su imagen para representarlo sobre esta tierra y ejercer dominio sobre ella. La identidad de Adán y Eva les dio su razón de existir en Dios mismo (Gn 1:26).

El pecado trastornó todo esto porque cambió su relación con Dios (Ro 3:23). Aunque tú y yo seamos salvos, verdaderos hijos de Dios quienes hemos puesto nuestra confianza exclusiva en Cristo, podemos confundirnos en cuanto a nuestra identidad. ¡«Confusión de identidad» es un problema espiritual de idolatría! Y todos sufrimos de ella.

Ídolos de placer y comodidad

El deseo de sentirnos bien y estar cómodos es natural. Dios nos creó para experimentar placer y gozo, siendo Él su fuente máxima. No debemos ser masoquistas y desear dolor o incomodidad, como para darnos un castigo propio. Pero este deseo natural que tenemos fácilmente nos lleva a levantar ídolos en nuestro corazón (Éx 20:3).

Cuando mi deseo de placer o comodidad me lleva a desobedecer a Dios o me impulsa a dejar de hacer lo que debo hacer, es un ídolo. Nuestra adoración a Dios debe ser tal que estemos dispuestos a sacrificar un placer temporal para experimentar un placer eterno al agradar a Dios.

Ídolos de poder

El deseo de ejercer algún dominio sobre personas y circunstancias es natural hasta cierto grado. Dios le otorgó autoridad y dominio a Adán y Eva cuando los creó y esto implicaba tomar decisiones. El pecado de Eva, al querer moverse de estar bajo la autoridad de Dios, introdujo una lucha por poder impulsada por el pecado. Ejercer autoridad y control apropiado no es pecado, pero desear controlar a otras personas y circunstancias sí lo es. El deseo de poder y dominio es un área de idolatría grave en nuestras vidas.

El ídolo del poder puede enmascararse en la búsqueda de dinero, ya que el dinero muchas veces provee poder. Nuestros corazones buscan insaciablemente el control (Ef 5:22).

Identificando los Ídolos

No terminaríamos de enumerar los posibles ídolos que nuestros corazones pueden tener. Las posibilidades son infinitas, porque cada una tiene una fábrica personalizada de ídolos en su propio corazón. En su excelente libro Ídolos del corazón, Elyse Fitzpatrick comparte dos simples indicadores de ídolos. Me han sido de mucha ayuda en lo personal.

  • Si estuviera dispuesto a pecar para obtener lo que deseo, es un ídolo.
  • Si peco cuando no obtengo lo que deseo, es un ídolo.

Si deseo cierta posición en el trabajo y estoy dispuesto a difamar a otra persona para alcanzarla, ese deseo es un ídolo. Si deseo un hijo (un buen deseo), pero mi reacción hacia Dios cuando no me da lo que quiero es pecaminosa, mi deseo de un hijo es un ídolo. Creo que un hijo me hará más feliz que Dios mismo y su perfecta voluntad.

Cualquier acción o actitud pecaminosa, entonces, es una indicación de idolatría. ¡Tenemos mucho que trabajar! ¿Qué podemos hacer?

Como adoradores por naturaleza, la solución yace en corregir la adoración de nuestro corazón. Jesús nos dice lo que Él más quiere de nosotros, y lo que es nuestro camino a la verdadera felicidad y descanso: «AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN» (Mt 22:37). Dios es el único que puede ofrecernos una identidad segura, bienestar genuino y libertad verdadera.

Si somos hijos de Dios, nuestra condición de idolatría representa un corazón dividido. Tenemos al Espíritu Santo morando en nosotros y deseamos agradarle, pero el pecado gana tantas veces. Necesitamos un corazón sencillo en el que solo Dios reciba adoración.


Una versión de este artículo apareció primero aquí.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando