¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Este artículo es fundamentalmente para mamás, pero puede servirnos a todos aquellos que formamos parte de una iglesia donde muchas familias deben tomar una decisión importante con relación a la educación de sus hijos: escuela regular, escuela cristiana o educación en casa.

He recibido muchos mensajes donde me preguntan qué pienso sobre el tema. En otros me comentan que están batallando con la decisión o que se sienten culpables por una determinada elección. Espero que con esta reflexión podamos traer un poco de claridad al tema.

Es importante puntualizar también que el objetivo de este artículo no es hablar de nuestra responsabilidad en cuanto al discipulado de nuestros hijos. Eso no cambia independientemente de la época, cultura o medio de educación que elijamos porque es un mandato bíblico que tenemos todos los padres.

Un poco de historia

Comencemos por lo que dice la Biblia. No hay un solo pasaje en la Escritura que diga qué tipo de educación o instrucción académica debemos elegir para nuestros hijos. La razón para eso es histórica. La educación era muy diferente en los tiempos bíblicos.

En la época del Antiguo Testamento, la educación de los niños israelitas era muy similar a la de otros pueblos de la antigüedad: se hacía en casa y su carácter era mayormente religioso. La instrucción formal, relacionada con leer y escribir, estaba limitada a las clases gobernantes. La familia judía de los tiempos bíblicos enfocaba su instrucción en asuntos morales, culturales y religiosos o espirituales. Su modelo estaba basado en Deuteronomio 6.

Al llegar las sinagogas, cuya aparición es posterior al exilio babilónico, la educación también era religiosa y moral. Además, solo incluía a los jóvenes varones.

Hacia los tiempos del Nuevo Testamento, bajo la influencia de la cultura grecorromana, se desarrolló un sistema de educación más avanzado y completo. Sin embargo, igual solo podían participar algunas capas de la sociedad. Este quizá fuera el caso de Lucas, el médico a quien tenemos como autor de dos libros de la Biblia y, en alguna medida, también el caso de Pablo, aunque su acceso a la educación nunca llegaría al nivel de las clases gobernantes. Leemos que su profesión era fabricante de tiendas, un sector de comercio que se consideraba inferior en la sociedad.

De manera que, por el contexto histórico de la Biblia, es normal que no haya referencias a la educación en la manera en que nosotros la concebimos en nuestro tiempo. Como hemos visto, no podemos decir que la Biblia apoya una elección y condena la otra, sea cual sea a la que hagamos referencia.

Entonces, ¿cómo elegiremos?

La decisión de qué tipo de educación escogeremos para nuestros hijos es un asunto de cada familia y variará de una a otra. No es una decisión sencilla y, como todas, requiere que oremos y que consideremos varios factores. Entre esos factores, están las opciones disponibles en el lugar donde vivimos.

Por ejemplo, hay países como Cuba donde el gobierno no permite la educación en casa ni existen escuelas privadas. De hecho, las escuelas a las que yo asistí cuando crecía en la isla eran controladas por el gobierno y bajo una ideología comunista contraria a Dios. Los hijos de los cristianos radicados allá no tienen alternativas.

Esto lo digo por si vives en un lugar como Cuba o semejante. Puedes seguir instruyéndolos en casa en la Palabra. Sé que no es fácil, que la lucha de ideas es ardua, pero Dios ha sido fiel con los cristianos de Cuba, de China y de muchos otros lugares. De eso puedo dar fe.

Por otro lado, quizá no vives en un lugar así, quizá vives en un lugar donde hay muchas opciones, como es el caso de mi familia aquí en los Estados Unidos. De modo que puedes escoger, ya sea educación en casa, escuelas cristianas o públicas. En nuestro caso, cuando nuestros hijos eran pequeños, luego de orar y buscar la dirección de Dios, mi esposo y yo determinamos que la educación en casa no era lo mejor para la familia. Sin embargo, la opción de un colegio cristiano no era factible en aquel momento por razones económicas. Así que tomamos la decisión de que asistieran a una escuela pública. Esto es algo que es importante considerar y evaluar de acuerdo al presupuesto familiar. Nuestras finanzas requieren una buena administración. Más adelante, cuando llegaron al nivel intermedio y secundaria, el Señor hizo posible que asistieran a un buen colegio cristiano. Como dije antes, es una decisión familiar por la que debemos orar, buscar consejo y discernir con sabiduría y prudencia.

Nuestra identidad no está en el tipo de sistema de educación que escojamos para nuestros hijos. Cristo es nuestra identidad

Un factor que también debe tenerse en cuenta es la necesidad educativa de nuestros hijos. ¿A qué me refiero? Algunos niños requieren de una atención particular y adecuada debido a los desafíos que tienen con respecto al aprendizaje o el habla, por ejemplo, lo que implica la intervención de personal especializado. Cuando vamos a seleccionar un determinado tipo de educación es importante que valoremos si la que estamos eligiendo se ajusta a estas necesidades y si aportará al desarrollo de nuestros hijos.

Una verdad irrefutable: Cristo es nuestra identidad

No obstante, y este es el punto principal, debemos recordar que nuestra identidad no está en el tipo de sistema de educación que escojamos para nuestros hijos. Cristo es nuestra identidad. Cualquiera que sea la decisión, no somos mejores o peores padres por ello.

Es doloroso cuando en algunas congregaciones se defiende a capa y espada la educación en casa como si fuera la única adecuada para las familias cristianas. Peor todavía, cuando cuestionamos el carácter cristiano o el amor de la familia hacia sus hijos en dependencia de la opción que elijan para la educación.

El principio establecido por Pablo en Romanos 14 aplica a esta situación también. Allí vemos un ejemplo de diferencias entre creyentes debido a lo que comían o no comían, o los días festivos que celebraban. ¿Cuál es la solución que Pablo les presenta, inspirado por el Espíritu Santo? «El que come no desprecie al que no come, y el que no come no juzgue al que come, porque Dios lo ha aceptado» (14:3). En el caso que abordamos, el que hace educación en casa, que no juzgue al que no lo hace, y viceversa, porque Dios nos ha aceptado a ambos. De eso se trata. Esto no es lo que llamamos un asunto de primer orden en nuestra fe.

También es importante que evaluemos nuestro corazón sea cuál fuere la elección de educación que hagamos. ¿Qué nos está motivando como padres a escoger un tipo u otro de educación? Al escoger una escuela prestigiosa es fácil caer presa de la trampa de la opinión de otros, y así escoger una escuela determinada solo por el nombre que la acompaña y lo que eso dirá de nosotros como familia o por las oportunidades o relaciones que puedan derivarse en el futuro.

Escoger la educación en casa porque creemos que solo así nuestros hijos estarán seguros y protegidos del mundo podría indicar que nos creemos omnipotentes y omnipresentes, que pensamos que podemos tener la vida bajo nuestro control y hasta que podemos hacer mejor trabajo que Dios mismo. No, ese tipo de pensamiento no es correcto. Nuestras vidas y las de nuestros hijos están bajo la mano soberana de Dios.

Seleccionar una escuela cristiana porque creemos que así serán salvos es olvidar que no es el tipo de educación que escojamos lo que va a salvar a nuestros hijos, porque la salvación viene del Señor. Sí, entiendo que dados los tiempos que estamos viviendo muchos sistemas escolares asustan, son contrarios a la Escritura y en muchos casos exponen a nuestros hijos a ideas que nosotros repudiamos. Por eso como padres estamos llamados a discipularlos y a instruirlos en la Palabra, en casa.

Nuestras vidas y las de nuestros hijos están bajo la mano soberana de Dios

Hemos visto que la decisión no es fácil y que necesitamos examinar nuestros corazones e intenciones, no solo las propuestas educativas. Pero no estamos solos en esta tarea. Por eso es tan importante buscar la dirección del Señor al decidir; pero, no olvides, no serán una familia más o menos cristiana producto de la elección que hagan. Nuestras obras, incluyendo esta, no determinan nuestra posición en Cristo. Así que, oremos para que cuando llegue el momento tomemos como familia la mejor decisión, la que sea para la gloria de Dios y bendición de nuestros hijos de acuerdo con nuestra situación.

Oro que estas palabras hayan sido para edificación de tu vida. Te animo a compartirlas si crees que pueden beneficiar a alguien más.

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando