×
Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado del libro Sobre la roca: Un modelo para iglesias que plantan iglesias (B&H Español, 2018), por Justin Burkholder.

Todos hemos escuchado de iglesias que se dividen o de un miembro o un pastor que se va peleado y con él se lleva a 20 o 30 familias de la iglesia. Luego de un tiempo, alquilan un lugar y empiezan a tener servicios dominicales. También hemos sabido de un pastor de jóvenes al que no le gusta el liderazgo del pastor principal e inicia una revolución en la iglesia que solo acaba con su despido; entonces, él termina “abriendo” una nueva iglesia.

Estas historias tan repetidas representan justamente aquello que no queremos que se siga dando como norma al plantar iglesias en América Latina. Muchos de estos problemas tienen que ver con la falta de desarrollo de carácter de los líderes, pero también creo sinceramente que esto se debe a que no tenemos una visión sólida y bíblica de qué es la iglesia, y tampoco tenemos una visión sólida y bíblica de cómo multiplicarnos. O, dicho de otra manera, no sabemos cómo enviar bien y no sabemos cómo plantar bien.

Lo que quiero decir es que cuando tenemos una eclesiología deficiente, simplemente abrimos puntos de predicación y reunión, pero que distan mucho de ser lo que el Señor espera de su iglesia o lo que Él ha establecido como el estándar para cada una de ellas. Esta dificultad hace que seamos reticentes a plantar o que terminemos simplificando el proceso de plantación necesario y, por ende, reduzcamos la iglesia a un mero lugar para tener servicios dominicales.

Examinemos con más detalle los dos problemas mencionados.

1. Un entendimiento errado de qué es la iglesia.

El primer problema que vemos en América Latina en la plantación de iglesias es la falta de una visión sólida y bíblica de qué es la iglesia. Esto no nos debe sorprender. Si no tenemos claro qué es la Iglesia en congregaciones ya establecidas, lo que plantaremos replicará la debilidad y el problema.

Aún peor, como en muchos casos que conocemos, la nueva plantación no se planificó porque surgió luego de una división, y como resultado nació sin una estrategia ni una visión de plantación. Lo que encontramos es simplemente un grupo de personas molestas con su iglesia anterior, que ahora necesitan un lugar donde congregarse y hacer lo que no les dejaban hacer en el otro lugar. Entonces, terminan haciendo lo más elemental: juntan suficiente dinero para alquilar un lugar, eligen un nombre, y anuncian que van a iniciar reuniones públicas. Alguien predica, alguien canta y ¡listo!: se plantó una iglesia. A partir de allí, ya no pueden dar un paso atrás porque tienen que cubrir los gastos, atender a la gente que llega, y desde el primer día tienen todos los compromisos de una iglesia establecida, pero sin la reflexión, la formación, o la preparación necesarias.

Lo que queremos plantar son iglesias, pero en muchos casos terminamos plantando algo inferior a una verdadera iglesia.

Por otra parte, cuando enviamos a un equipo de personas que no están preparadas para plantar una iglesia, lo que plantarán solo llegará a lo básico y lo físicamente tangible. Es lamentable, pero hay muchas personas en nuestras iglesias que creen que la iglesia es solo el lugar o las reuniones. Por eso es que no debería sorprendernos que, cuando los enviamos a plantar una nueva iglesia, ellos solo tienen en cuenta esos dos asuntos superficiales.

Si no entrenamos a nuestras iglesias y capacitamos a los equipos que salen a plantar nuevas, seguiremos reduciendo la iglesia y la plantación de iglesias a la mera réplica de actividades y servicios dominicales. Lo que queremos plantar son iglesias, pero en muchos casos terminamos plantando algo inferior a una verdadera iglesia. La Biblia muestra un concepto mucho más profundo de las iglesias locales. Lo que a menudo se planta no son iglesias locales completas, sino que son solo algunas de sus partes más básicas y visibles; se crean instituciones con eventos y programas, pero sin saber exactamente lo que son en realidad.

Entonces, debemos ampliar nuestro entendimiento de la iglesia. Podríamos decir que, bíblicamente hablando, la iglesia local es nada más y nada menos que la familia local de personas que han sido salvas por la obra de Cristo (Ef. 1: 22-23; 5: 25) y se reúnen regularmente (Heb. 10:24-25) para exaltar a Cristo (Col. 1:15-20), oír la predicación de la Palabra (2 Ti. 3:16– 4: 5), exhortarse y animarse en la fe (He. 10:24-25; Gá. 6:1-5), vivir realizando buenas obras delante del mundo (Ef. 2:10; Mat. 5:16), y luego salir en misión para hacer más discípulos (Mt. 28:18-20).

2. Falta de visión correcta sobre la multiplicación.

El segundo problema es que nos falta una visión sólida y bíblica sobre la multiplicación. En muchos casos, las iglesias ni siquiera consideran la idea de enviar o plantar nuevas iglesias. Es lamentable reconocer que esta es la razón por la que muchas plantaciones solo nacen por división. Hemos visto casi de todo en las plantaciones por división, como gente que se enoja con su iglesia y sale a plantar otra.

En algunos de esos casos, quizás es posible que hayan tenido buenas razones para irse. Tal vez hay pecado en el liderazgo y, a pesar de haberlo confrontado, no hay voluntad de arrepentimiento. Esa podría ser una buena razón para irse de una iglesia. O tal vez lo que se predica sea falso porque no se enmarca dentro de la Palabra de Dios y, a pesar de haber hablado con los pastores y predicadores, no hay disposición al cambio. Creo que esta es otra buena razón para irse de una iglesia.

Marcharte peleado con tus pastores y luego “fundar una iglesia” que les haga “competencia”, no es realmente plantar una iglesia.

En otros casos, estas divisiones surgen por malas motivaciones. Quizás son guerras de poder o de control o, como a algunos no les gusta algo de la iglesia y lo quieren hacer de otra manera, se van a plantar una iglesia a su gusto. Tendemos, entonces, a multiplicarnos por accidente, por divisiones o por gustos o disgustos.

Permíteme decirte que, si acabas de dejar una iglesia por una de las razones mencionadas en el párrafo anterior, no creo que lo que debes hacer de inmediato es plantar otra iglesia. Marcharte peleado con tus pastores y luego “fundar una iglesia” que les haga “competencia”, no es realmente plantar una iglesia. Eso es generar discordia y división entre el pueblo de Dios.

Lamento decirlo, pero también algunas veces pareciera que no conocemos o no nos damos cuenta de nuestras verdaderas motivaciones. Por ende, no elegimos a un equipo ideal, sino que uno se lleva a quien quiera irse. No se prepara a este equipo, sino que la gente que sale lo hace tal como está. Lo que observamos muchas veces es que ni siquiera se planifica la preparación y capacitación de la gente que uno se está llevando de forma sorpresiva. No hay una estrategia bien pensada, no hay una comunidad guiada que haya reflexionado y se haya preparado por el Espíritu para plantar una iglesia. Plantar una nueva iglesia se convierte simplemente en el producto de un capricho para no “perder” la batalla con la iglesia anterior. Si la iglesia plantada llega a crecer, escucharemos a los líderes justificándose al decir que todo sucedió porque era la voluntad del Señor que esa iglesia naciera.

No podemos generalizar y afirmar que todos los casos sean así. Hay otros en donde sí se ha decidido plantar iglesias, pero el problema ha radicado en que tampoco se ha sabido cómo manejar un proceso para preparar y apoyar a los enviados. Por ejemplo, el proceso de identificación de los que acompañarán la plantación se reduce a una mera invitación general sin mayor evaluación. ¡Si levantan la mano, los enviamos! Es muy posible que sean elegidos por la zona donde viven o porque simplemente se ofrecieron de voluntarios para ir. Algún tiempo después, durante un domingo, los enviamos y ¡listo!: plantamos una iglesia. Estas nuevas iglesias solo lograrán sobrevivir si, por la providencia de Dios, las personas que enviamos ya estaban bien equipadas para plantar.

En resumen, si no dedicamos tiempo a pensar estratégica y bíblicamente cómo nos multiplicamos antes de plantar, es probable que tengamos muchas iglesias nuevas peleando por sobrevivir porque carecen de lo esencial para poder salir adelante. Oremos y trabajemos para que el Señor nos ayude a vencer estos dos problemas con una visión correcta de la iglesia y cómo somos llamados a multiplicarnos.


EL PASTOR JUSTIN BURKHOLDER SERÁ UNO DE LOS EXPOSITORES EN EL PRÓXIMO EVENTO CRECE, EN MÉRIDA (MÉXICO) LOS DÍAS 18 Y 19 DE SEPTIEMBRE DE ESTE AÑO. ENTRA AQUÍ PARA MÁS INFORMACIÓN.

Imagen: Lightstock.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando