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El matrimonio en tres actitudes: Cómo cultivar y proteger la confianza

Animar a las parejas jóvenes a cultivar la confianza es algo parecido a exhortar a un adolescente a desarrollar hábitos de alimentación saludables: rara vez se tiene en mente. Pero al igual que la salud, la confianza requiere tiempo, intencionalidad y esfuerzo para ser desarrollada y preservada. Así que, ya sea que estén comprometidos o en sus primeros años de matrimonio (o con muchos años más), ¿cómo están profundizando y fortaleciendo la confianza en el matrimonio tú y tu cónyuge?

Los votos matrimoniales tradicionales incluyen la frase «renunciando a todos los demás» como una promesa de exclusividad «mientras ambos vivamos». En su libro A Severe Mercy [Una misericordia severa], Sheldon Vanauken incluye una imagen que ofrece tanto una advertencia sobria como una visión poderosa del matrimonio, de la que mi esposa y yo nos hemos beneficiado personalmente.

Como no creyentes, Sheldon y su esposa Davy apreciaban tanto su relación que no querían que nada ni nadie se interpusiera entre su amor mutuo. Por eso se comprometieron a mantener una «barrera luminosa» en torno a su matrimonio para preservar la exclusividad de su amor. Juraron nunca tener hijos, no fuera a ser que unos pequeños alborotadores invadieran su barrera luminosa. Para que la muerte no rompiera esa barrera, incluso prometieron navegar un día mar adentro para hundir su velero y poder morir juntos. En retrospectiva, el Sheldon converso titula juiciosamente como «Amor pagano» la sección sobre su joven y distorsionado compromiso con sus votos uno hacia el otro. Como cristianos, reconocemos en su matrimonio una advertencia sobria: una relación tan entregada a sí misma excluye y sustituye a Dios.

La confianza cara a cara crece cuando los cónyuges buscan conocerse y ser conocidos el uno por el otro

Sin embargo, el compromiso de Sheldon y Davy con la exclusividad radical en su matrimonio también resalta una idea poderosa: los matrimonios prosperan gracias a la confianza. Sheldon y Davy valoraban su «enamoramiento» y temían que la ruptura de la confianza la destruyera. Por eso intentaron cultivar y fomentar esa confianza. Mi esposa y yo intentamos hacer lo mismo, aunque sin recurrir a la exclusividad extrema de Sheldon y Davy. Lo hacemos buscándonos el uno al otro en tres modos distintos pero que coinciden: la intimidad cara a cara, el compañerismo espalda con espalda y la amistad lado a lado.

Intimidad cara a cara

La confianza cara a cara crece cuando los cónyuges buscan conocerse y ser conocidos el uno por el otro. Esta intimidad puede darse en una cita semanal por la noche, o durante la oración antes de dormir, o en caminatas matutinas, o con momentos de juego con el otro a lo largo del día. Por supuesto, también en los preliminares sexuales y en la consumación. Pero somos ingenuos si reducimos la intimidad al sexo. Porque, como bien saben los amantes, el sexo no es más que una parte de una belleza mucho mayor. «Estar enamorado, como ver la belleza, es un tipo de adoración que aleja al amante de sí mismo», observa Sheldon (A Severe Mercy, 43). Así pues, la intimidad cara a cara es una contemplación del ser amado, una mirada que se aparta de uno mismo y del mundo para ver realmente al otro.

Contemplar a la persona amada será diferente en las distintas etapas del matrimonio. Sin embargo, en cada estación, la intimidad es una apertura emocional, física y espiritual hacia tu cónyuge. Esto requiere vulnerabilidad por parte de ambos. De hecho, la confianza y la vulnerabilidad corren paralelas en la intimidad. Compartir reflexiva y consistentemente tus alegrías y tus cargas, tus miedos y tus éxitos, y luego tratar de escuchar lo mismo de tu cónyuge, engendra el tipo de confianza de la cual están hechos los matrimonios sanos.

Para muchas parejas al principio de su relación, la intimidad emocional y física puede resultar fácil. Una caricia suave. Una palabra al oído. Una mirada rápida. Eros nos hace desear entregarnos en cuerpo, alma, mente y corazón a nuestro amado. En la mayoría de los matrimonios, rápidamente se acumula más tiempo cara a cara con el cónyuge que con cualquier otra persona. Pero cuesta trabajo desarrollar una intimidad más profunda y duradera.

En su canción World Traveler (Viajero del mundo), Andrew Peterson describe cómo su joven y pueblerino yo soñaba con viajar por el mundo para descubrir «el más allá». Sin embargo, «apenas había visto nada» cuando «le di un anillo de oro / a la que me dio su corazón». Entonces se convirtió en un tipo diferente de viajero del mundo cuando «ella abrió la puerta y tomó mi mano / y me condujo a la tierra mística / donde sus galaxias revolotean». Para que una confianza profunda y duradera eche raíces, debemos transitar por el alma del otro con un tipo de atención paciente y sin prisas, que está dispuesta al asombro y al deleite.

Al contemplar a nuestro cónyuge, buscamos dar y recibir la verdadera recompensa de la intimidad cara a cara: ser conocidos y amados de verdad. En última instancia, esto solo lo encontraremos en comunión con Dios; sin embargo, Él ordena el matrimonio como una imagen que apunta a esa futura recompensa celestial (Ef 5:25-33). Sin embargo, esa confianza cara a cara es frágil y requiere una postura diferente para guardarla y protegerla.

Compañerismo espalda con espalda

Cuando las parejas, conociendo los puntos fuertes y débiles del otro, tratan de protegerse mutuamente, desarrollan una especie de confianza recíproca espalda con espalda. Todos tenemos puntos ciegos, pecados persistentes y debilidades que nuestro cónyuge llega a conocer a través del consistente cara a cara de la vida cotidiana. Los cónyuges pueden utilizar esas líneas de visión y sus propios puntos fuertes para protegerse mutuamente. El pecado está al acecho (Gn 4:7), Satanás ruge como un león (1 P 5:8), y ambos buscan devorar su matrimonio. Como dos héroes con enemigos en círculo, las parejas se colocan espalda con espalda, confiando en el otro para señalar las amenazas, dar gritos de ánimo y celebrar juntos incluso las pequeñas victorias.

Las parejas, por supuesto, pueden asociarse espalda con espalda sin un enemigo obvio como el pecado o Satanás. Las presiones externas derivadas de circunstancias difíciles, un jefe exigente, las altas expectativas de la familia o de los amigos pueden crear un entorno en el que una pareja necesite practicar ese compañerismo espalda con espalda. Los suegros llegan a la ciudad, y su estilo informal de hacer las cosas sobre la marcha desorienta los itinerarios meditados y bien planificados de la esposa. Los padres del esposo ignoran involuntariamente el don de ella para la planificación y, después del primer día con ellos, ella se siente expuesta y frustrada. Ella está tentada a descargar su frustración en él, y él está tentado a encogerse de hombros ante las preocupaciones de ella por ser demasiado sensible. Ambos cónyuges sienten la tentación de empezar a dispararse el uno al otro en el momento en que más necesitan cuidarse mutuamente, construyendo la confianza al estar espalda con espalda. Al reconocer el impulso de atacarle, ella puede, en cambio, reconocer generosamente las cualidades dignas de elogio de sus suegros, mientras que él puede iniciar una conversación franca con sus padres sobre el seguimiento del plan para el segundo día.

La confianza mutua fortalece a los matrimonios para soportar las pesadas cargas que llevamos juntos en un mundo caído

Cuando reconocemos las amenazas que se presentan entre nosotros y nos protegemos mutuamente, cosechamos el fruto de la estabilidad y la resistencia. La confianza mutua espalda con espalda fortalece a los matrimonios para soportar las pesadas cargas que llevamos juntos en un mundo caído. Sin embargo, la intimidad del cara a cara y la fuerza de la confianza mutua espalda con espalda pueden verse debilitadas si descuidamos otra postura para cultivar la confianza.

Amistad lado a lado

Las parejas que buscan contemplar y buscar algo juntas cultivan la confianza lado a lado. Esta postura lado a lado es el matrimonio como amistad.

Las amistades se forman en torno a la contemplación mutua de un placer compartido. Cuando descubres a otro que comparte tu interés por algo que aprecias, dices: «¿Tú también? Creía que era el único». (C.S. Lewis, The Four Loves [Los cuatro amores], 248). La amistad puede incluir muchos intereses mutuos o solo unos pocos, pero cualquier tiempo lado a lado fomenta el tipo de confianza que surge de tener algo en común más allá de la relación en sí.

Muchas relaciones de pareja se forman inicialmente en torno a algo que compartían juntos. Quizá se conocieron por su amor a la música, por un interés académico común o por una aventura empresarial. Sin embargo, a menudo las exigencias y las pruebas de la vida actúan con el tiempo como una fuerza centrífuga, empujando a la periferia esos intereses que antes compartían. Sugiero que, en la medida de lo posible, mantengan esos intereses comunes, ya sean antiguos o nuevos, en el ritmo habitual de su vida juntos.

Tal vez organicen un festival anual en su patio trasero, o formen parte del equipo de alabanza juntos, o jueguen juntos con otros fanáticos de los juegos de mesa. Sea cual sea la afición común, inviertan juntos en ella. Si no comparten los mismos intereses, busca uno de los intereses de tu cónyuge que también puedas aprender. A Sheldon le encantaba la literatura; Davy destacaba en música. Por amor al otro, «se sintieron como en casa en ambos mundos» (A Severe Mercy, 38).

La intimidad en el camino hacia Dios

Invertir en la confianza lado a lado es esencial porque una «separación sigilosa», advierten con razón Sheldon y Davy, con frecuencia es un «asesino del amor» (37). Como descubrieron más tarde en su conversión, la mayor resistencia a esa fuerza centrífuga no es la mera búsqueda común, sino la búsqueda más grande: contemplar juntos a Dios. Por eso, aunque las aficiones e intereses compartidos parezcan escasos, procuren siempre ir juntos en dirección a Dios, pues los matrimonios cristianos no se construyen en torno a un mero eros o filia, sino en torno a compartir un recibir y dar amor ágape con Dios y el uno con el otro. Por lo tanto, juntos como pareja debemos valorar la adoración a Dios en casa y con el pueblo de Dios.

Lo hermoso de estas tres posturas para cultivar la confianza es que se refuerzan mutuamente. No puedes crecer en intimidad si no trabajas para proteger al otro de la tentación y del pecado, de la decepción y del agotamiento, o simplemente para proteger el tiempo que pasan juntos. Lo contrario también es cierto. No pueden crecer en su capacidad de ayudarse mutuamente a ver sus puntos ciegos si no crecen en la comunión cara a cara. Tanto la confianza cara a cara como la confianza espalda con espalda florecen en la consistente amistad lado a lado dirigida hacia Dios.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Eduardo Fergusson.
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