El otro día estaba hablando con un pastor sobre uno de sus líderes de alabanza a quien le cuesta dejar atrás canciones antiguas. Aparentemente hay algunas canciones de los 80 que el líder de alabanza todavía encuentra conmovedoras. Desafortunadamente, el pastor y muchos miembros jóvenes de la congregación no comparten su entusiasmo.
Nuestra conversación me llevó a pensar en algunas preguntas que podrían ser hechas en esta situación:
¿Está mal retirar canciones viejas? De ser así, ¿cómo sabemos cuando es el tiempo apropiado? ¿Necesitamos estar cantando canciones nuevas? ¿Qué hace “vieja” a una canción? Una vez que una canción sea retirada, ¿deberíamos traerla de vuelta alguna vez?
Aquí hay algunos pensamientos sobre este tema. Espero que sean de ayuda.
1. La mayoría de las canciones de alabanza corporativa no pasarán “la prueba del tiempo”. Eso está bien.
Charles Wesley escribió más de 6500 himnos en los 1700. Trescientos años después la mayoría de las iglesias no cantan más de 20-30 de ellos. En términos de porcentaje, eso no es muy sorprendente. Pero en términos de su efecto, pocos escritores de himnos han tenido más duración o más influencia que Wesley (Aunque Isaac Watts, quien solo escribió alrededor de 650 himnos, tiene un porcentaje mucho más alto de longevidad). Podemos decir confiadamente que en cien años no estaremos cantando la mayoría de las canciones que ahora cantamos los domingos. Algunas durarán una semana, otras algunos años, algunas durarán décadas, y otras seguirán siendo cantadas después de que nos hayamos ido. Todas tienen un lugar en una congregación que está en búsqueda de expresiones antiguas y nuevas –salmos, himnos, y cánticos espirituales– de alabanza a Dios (Col. 3:16).
2. La música puede entorpecer o ayudar al impacto de la verdad en nuestros corazones.
Uno de los propósitos primarios de cantar como congregación es “que la palabra de Cristo more en abundancia en nosotros” (Col. 3:16). Pero si esa palabra está unida a música pobremente interpretada, incantable y desagradable, puede estorbar el que se escuche esa palabra de Cristo. Por otro lado, cuando la música es apropiada, agradable, cantable, y bien interpretada/cantada, puede elevar el impacto de la verdad bíblica en nuestros corazones. Eso significa que necesitamos pensar seriamente si es que las canciones, arreglos, y adaptaciones musicales que usamos están ayudando verdaderamente a las personas a cantar las verdades bíblicas con pasión. Las iglesias pueden errar en una o dos maneras. O nuestra música es tan “relevante” que la gente ni siquiera nota las palabras, o nuestra música es tan extraña que a la gente le cuesta conectarse.
3. Una canción debe retirarse cuando los ajustes musicales ya no inspiran para cantar la letra.
Dios diseñó la música para que nos afecte emocionalmente (Mt. 11:17; Job 21:12). Cuando una canción o un ajuste musical ya no hace eso, o nos afecta negativamente, podemos cambiar los arreglos, alterar la melodía (si es de dominio público), o dejar de usar la canción. Es un hecho que nos cansamos de algunas canciones más rápido que de otras. Eso no necesariamente significa que fueron malas. Solo significa que no son el tipo de melodías que duran 100 años. Los líderes sabios están atentos a expresiones musicales frescas para complementar aquellas que han resistido el paso del tiempo.
4. Una canción debe ser retirada cuando hay mejores o simplemente canciones nuevas que quieres dar a conocer.
Más de una vez hemos enseñado una canción que parece que permanecerá por algún tiempo. Pero cuando enseñas alrededor de 18 nuevas canciones por año, como hacemos nosotros, simplemente no hay manera de seguir cantando todas consistentemente. Así que algunas de ellas son retiradas por defecto.
5. Los líderes musicales están llamados a someter sus preferencias musicales a su pastor y su congregación.
Dije en mi primer libro que mi iPod no es el mejor lugar para empezar a elegir canciones para cantar el domingo. Lo que me afecta personalmente puede ser vago, inefectivo, o inclusive ofensivo a otros. Debemos usar nuestros dones “para que la iglesia reciba edificación” (1 Cor. 14:4-6). Si bien hay buenas razones para expandir el paladar musical de una congregación de tanto en tanto (desplegar la gloria de Dios en una variedad de maneras, posibilitar un rango más amplio de respuestas emocionales, y proveer un escenario fresco para las letras), yo no debería insistir en que una canción todavía “funciona” cuando nadie a mi alrededor está de acuerdo.
6. Las canciones retiradas deberían ser reintroducidas basándose en su valor lírico, no sentimental.
Cantar una canción simplemente porque es una “vieja favorita” puede sutilmente enfatizar nuestro disfrute musical más que nuestra pasión por Cristo. Es enfocarse más en el “contenedor” que en el “contenido”. Pero hay veces cuando una canción vieja y familiar dice exactamente lo que tú quieres decir, y los corazones de las personas son llenados de fe mientras la cantan.
De seguro más pudiera ser dicho. ¿Qué tal tú? ¿Cómo manejas el retirar canciones del repertorio?



