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La Biblia enseña que a la Iglesia de Cristo se le confirieron dones espirituales para que los creyentes puedan edificarse unos a otros para el crecimiento espiritual (1 Co. 12-14).

Sin embargo, entre muchos cristianos puede haber confusión sobre cuáles son los dones espirituales que el Espíritu Santo da a la iglesia. ¿Cuántos dones son en total y cómo podemos llamarlos?

En su Teología Sistemática (loc. 30281), el teólogo Wayne Grudem comparte las siguientes listas de dones espirituales que se mencionan en la Biblia. Conocerlas puede resultar iluminador para nosotros al hablar de este tema.

¿Qué podemos concluir luego de leer estas listas?

  • Primero, parece seguro afirmar que algunos dones consisten más bien en oficios (ejemplo: maestros y pastores). Algunos de ellos no necesariamente deben o pueden estar vigentes en la actualidad. Por ejemplo, tenemos evidencia bíblica contundente para estar seguros de que hoy no hay apóstoles.
  • Segundo, todas las listas son diferentes y en ningún caso parecen pretender ser exhaustivas, además de que cada una tiene un orden distinto. También hay cierta superposición entre algunos dones. Por ejemplo, un pastor/maestro claramente necesita tener un don de enseñanza.
  • Por último, como Grudem también señala, buscar afirmar cuántos dones existen y cuáles son “depende simplemente en lo específicos que queramos ser”. De hecho, “Podemos confeccionar una lista muy breve de solo dos dones como hace Pedro en 1 Pedro 4:11: ‘el que habla’ y ‘el que presta un servicio’. En esta lista… Pedro incluye todos los dones mencionados en cualquier otra lista porque todos ellos caen en una de estas dos categorías” (loc. 30314).

Aunque no tenemos una lista bíblica exhaustiva de dones espirituales, y en la Iglesia pueden haber diferentes convicciones sobre la vigencia de algunos (recomiendo ver esta conversación), agradezcamos a Dios por los dones que tenemos y busquemos abundar en ellos para edificación de la Iglesia (1 Co. 14:12).

Somos llamados a hacer eso en respuesta a la obra gloriosa de Dios en la vida, muerte, y resurrección de Cristo (Ro. 12:1-6). Como dice la Escritura: “Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndose los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pe. 4:10).

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