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Para mis amigos de la iglesia y para mí, era normal y hasta se sentía victorioso descargar libros de Internet. El asunto era tan común que, cuando nos asignaban leer algún libro en clase, casi no tardábamos en conseguirlo. Por si fuera poco, mi cuenta de Facebook estaba frecuentemente inmersa en grupos con nombres como «Libros cristianos en PDF gratis». 

Si te sientes identificado con esta experiencia, por favor sigue leyendo. 

Como lectora cristiana que navegó en los oscuros mares de los más criminales grupos de libros «piratas» y que por la gracia de Dios se reformó, permíteme compartirte cuatro verdades sobre por qué seguir con esta práctica no honra al Señor y luego presentaré algunas ideas para que contribuyas a erradicar este mal.

1. La piratería es pecado

Bien intencionados o no, mis amigos y yo habíamos transgredido el séptimo mandamiento: «No robarás» (Ex 20:15 RV60). A pesar de que puedas decir «no es para tanto» o «yo nunca le he quitado nada a nadie», robar también incluye tomar sin permiso los bienes intangibles o intelectuales. Aunque nuestras intenciones sean «nobles», estas no cambian el hecho de que la piratería sigue siendo robo.

Aunque nuestras intenciones sean «nobles», estas no cambian el hecho de que la piratería sigue siendo un robo

El pecado viste de gran sofisticación: lo que originalmente pudo comenzar como una «inocente» descarga, hoy se ha vuelto un colosal y corrupto robo ejecutado por miles de participantes. Lo que es peor, algunos de ellos bajo la bandera del cristianismo. No debemos ignorar que el pecado tiene formas sutiles de hallar un lugar en nuestra vida, pues nos va envolviendo y cegando (cp. Stg 1:13-16), hasta el punto en que las personas «llaman al mal bien y al bien mal, […] tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas» (Isa 5:20).

2. La piratería es un delito serio

Solo en Perú se estima que la piratería de libros mueve cerca de 150 millones de soles (casi 40 millones de dólares) por año. La piratería es un problema grave para el mundo editorial y para los escritores. ¡Inclusive en el «mundo cristiano»! Imagina tener que invertir una gran cantidad de recursos para publicar un buen material y que, finalmente, todos esos esfuerzos se vean truncados o se vuelvan insostenibles porque para los lectores es más sencillo acceder a una copia ilegal gratuita.

Uno podría decir que piratear libros cristianos «es por una buena causa» o que es para «el crecimiento espiritual de los hermanos». Sí, eso es importante, pero no debe alcanzarse por medios ilícitos. Al compartir una copia pirata en PDF estamos transgrediendo la ley, los derechos del autor y de la editorial e incluso contribuyendo a acrecentar el comercio de la piratería.

Esto tiene graves consecuencias para el mundo editorial. Por ejemplo, las ventas bajan, ya no se vuelve a publicar un libro sobre ese tema o ya no se reedita. Esto genera pérdidas para la industria, lo que puede contribuir al cierre de una editorial y terminar desalentando a los autores o a quienes desean empezar a escribir. Cuando pienses en esto, por favor ten en cuenta que el mundo editorial no es el negocio más lucrativo que existe, y más aún cuando hablamos de editoriales y autores cristianos.

3. La piratería mancha a la iglesia

Aunque la piratería es contradictoria con la ética cristiana, lamentablemente existen muchos sitios en Internet que publican, apenas salen al mercado, los libros de reconocidos autores cristianos. Algunos sitios tienen cientos de libros digitalizados ilegalmente y hasta les ponen su propio sello de agua. Todo esto bajo la bandera de «para la edificación de la iglesia». Incluso están los que monetizan sus plataformas o piden algún tipo de «suscripción» para poder lucrar a través del trabajo de otros.

La verdad es que todo esto afecta la integridad de la iglesia y es contrario a nuestro llamado como hijos de Dios. Recordemos que somos llamados a vivir «irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo» (Fil 2:15).

4. La piratería es contraria al estándar de Jesús

Es posible que pienses o afirmes: «Jamás he robado nada» porque se trata de un archivo digital y no del libro físico, o incluso puede que digas: «Si todo el mundo descarga libros de Internet, entonces no tiene nada de malo». No obstante, no podemos compararnos con el resto del mundo, pues no es el estándar que como cristianos debemos seguir.

Nuestra madurez espiritual tiene que ir creciendo, de manera que queramos ser fieles a Dios hasta en lo más mínimo

Por el contrario, nuestro estándar es Jesús. Aquel mismo maestro que enseñó que solo con el pensamiento impío podemos pecar (cp. Mt 5:28). ¿No desea Jesús que seamos fieles en cuanto a la propiedad intelectual?

Nuestra madurez espiritual tiene que ir creciendo, de manera que queramos ser fieles a Dios hasta en lo más mínimo. Pero si hoy tergiversamos la verdad y pecamos descargando un librito en PDF, mañana puede ser algo mayor y así el pecado irá ganando terreno en nuestras vidas.

Por tanto, si eres un líder o tienes algún rol de autoridad en la iglesia, enseña a otros predicando con el ejemplo y adquiriendo libros de una manera legítima. Debemos hacernos las preguntas con las que Pablo reflexionaba sobre la falta de integridad entre quienes se jactaban de ser el pueblo escogido de Dios: «Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se debe robar, ¿robas?» (Ro 2:21).

¿Qué podemos hacer ante esto?

Si tú también has navegado por este mar oscuro de la piratería, arrepiéntete y toma una nueva dirección. Como enseña la Palabra de Dios, el siervo de Dios no debe tener nada de qué se le acuse (1 Ti 3:2); y sí, esto incluye descargar libros «piratas» de Internet. Así que, ahora permíteme listarte algunas maneras prácticas en las que puedes contribuir a erradicar este mal.

  • Borra todos los archivos que alguna vez pudiste descargar o te compartieron de manera ilegal.
  • Comunica y enseña a tu círculo cercano sobre esta verdad.
  • Exhorta y confronta con amor si ves a alguien practicando la piratería.  
  • No te limites a los libros. Aplica estos principios a otros recursos como licencias de programas para computadoras, suscripciones a plataformas de streaming, entre otros. 
  • Si algún autor regala un libro propio, descárgalo desde su sitio web y comparte el enlace con otros. De esa manera contribuirás directamente a su trabajo. 
  • Si encuentras una porción pequeña del libro en formato digital, es posible que sea una muestra que el mismo autor o la editorial proporcionó. Pero si es el libro completo, ten cuidado, puede proceder de una fuente fraudulenta. 
  • Existen editoriales y ministerios cristianos que regalan libros (un ejemplo de esto es Coalición por el Evangelio). Puedes seguir sus cuentas en redes sociales y mantenerte atento para descargar sus publicaciones de una manera lícita.

Finalmente, te animo a no ignorar todo el trabajo que los autores y las casas editoriales realizan. Examina tu vida y reconoce que incluso la piratería es un problema que nace en el corazón, pero la buena noticia es que en Cristo encontramos perdón y transformación. Como cristianos no podemos permitir que algunas licencias robadas hagan que el pecado siga reinando en nuestra vida. Honremos el trabajo de nuestros hermanos y recordemos: «Mejor es lo poco con justicia, / Que la muchedumbre de frutos sin derecho» (Pr 16:8).

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