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Nota del editor: 

Esta entrada pertenece a la serie “Una guía para nuevos pastores”. Escritos por pastores experimentados y de buen testimonio, estos artículos proveen de consejo y aliento bíblico a pastores nuevos (¡y no tan nuevos!) A través de temas teológicos y prácticos.

Ramón es un gran amigo a quien aprecio mucho. Lo conozco hace varios años ya, y comparto con él muchas experiencias de vida. Hace más de 25 años (¡y con un par de canas menos!) estudiamos Ingeniería Mecánica en el mismo campus universitario. Luego nos fuimos a trabajar a la industria manufacturera, donde hasta el día de hoy laboramos en posiciones gerenciales muy estresantes y competitivas.

También somos pastores.

Ramón ha pastoreado fielmente una pequeña iglesia rural de su denominación por más de 20 años. No cobra un centavo, pues sus propios diezmos son los que sostienen la obra. De vez en cuando recibe miradas sospechosas de sus “compañeros de milicia” cuando les comenta que todavía labora “secularmente”.

Lo mismo me pasa a mí. Planté una iglesia independiente hace 13 años, y en cada uno de ellos alguien me ha preguntado con una mirada algo acusadora el “por qué no me voy a tiempo completo”. Ambos llevamos en el cuerpo las marcas del “pastor bi-vocacional”.

Un llamado especial

¿Por qué escoger este camino? ¿Por qué la complicación del doble trabajo y doble carga de estrés? ¿Por qué el martirio de terminar una jornada laboral diaria para comenzar el “turno de la noche” con los asuntos de la obra de Dios? La razón es sencilla: porque ese es nuestro llamado de parte de Dios, y no podemos violentarlo. La soberanía y la gracia de Dios sobre nosotros se ha manifestado con ese arreglo de vida que ciertamente impone una fuerte carga física y emocional, pero a la vez nos permite ver frutos que de otra manera no podrían ser cosechados. Dios lo ha querido así, y nos toca a nosotros vivir en fidelidad para Su gloria.

La soberanía y la gracia de Dios sobre nosotros se ha manifestado con ese arreglo de vida que ciertamente impone una fuerte carga física y emocional, pero a la vez nos permite ver frutos que de otra manera no podrían ser cosechados.

En las Escrituras vemos algunos ejemplos de personajes que laboraron en varias esferas de la sociedad y a la vez trabajaron significativamente en la obra del Señor. Cuando de pastores bi-vocacionales se trata, el caso de Pablo es el más conocido. En sus cartas, Pablo ciertamente defiende el derecho que el pastor tiene a ser compensado financieramente por su trabajo (1 Ti. 5:18), pero en su caso particular, decidió en varias ocasiones sostenerse a sí mismo con su labor comercial (Hch. 18), para no entorpecer la obra y el testimonio.

En el Antiguo Testamento vemos figuras como Daniel, quien laboró en la política y administración pública, y fue usado por Dios en el desarrollo de su plan de salvación, aunque ciertamente no en un rol sacerdotal o pastoral. Un ejemplo más reciente es el multifacético Abraham Kuyper (1837-1920): teólogo, pastor, profesor universitario, y profuso escritor nacido en los Países Bajos, quien también trabajó intensamente en la vida pública de su país, fundando la Universidad Libre de Amsterdam y el Partido Antirevolucionario. Kuyper llegó a ser diputado y primer ministro de la nación. Ciertamente, la enorme carga de sus múltiples roles tuvo efectos adversos en su salud física y emocional de tiempo en tiempo, pero su influencia está sintiéndose cada vez más fuerte en los círculos evangélicos y reformados de occidente.

¿Cómo manejar el ministerio bi-vocacional?

Siendo este llamado tan difícil y complicado, ¿cómo podemos manejar la tarea bi-vocacional? Entre las experiencias vividas, las exhortaciones de gente de Dios, y el compañerismo de algunos santos que ayudan a llevar la carga, quisiera proponer algunos consejos para aquellos que están llamados a servir en ambas esferas al mismo tiempo.

1. Tu familia es primero

Este consejo es para todo tipo de ministerio pastoral, y en el bi-vocacional es imprescindible. El doble cansancio producirá doble oportunidad para el desánimo y la tentación, lo cual puede destruir un matrimonio en un abrir y cerrar de ojos. Asimismo, la negligencia en el uso del tiempo que debemos dedicar a nuestros hijos ciertamente arruinará sus vidas espirituales, y no hay cantidad de éxito ministerial o profesional que compense eso.

Asegúrate de priorizar tu familia, de agendar tiempo para ellos, y de que sepan que son lo más importante en tu vida.

2. Tu tiempo es limitado

La iglesia y tú mismo deben entender esto. El pastor bi-vocacional no puede manejar la cantidad de asuntos que el pastor a tiempo completo logra realizar en el mismo período de tiempo. La congregación tiene que ser educada en cuanto a las limitaciones reales que tiene su pastor principal, y a la vez el pastor tiene que autoimponerse restricciones en cuanto a la cantidad de trabajo pastoral que podrá realizar.

Habla honestamente con tu iglesia. Deja que te conozcan. Que sepan que aunque estás ocupado, también tienes un profundo interés en ellos.

3. La pluralidad de ancianos es vital

Como resultado del punto anterior, escoger e instalar un grupo de ancianos/pastores que se dividan las responsabilidades del cuido de la congregación será vital para la salud y la seguridad de la obra. En mi caso, mis talentos más fuertes son en la visión estratégica, la enseñanza, y la predicación. Dios me ha dado la oportunidad de tener trabajando conmigo varios varones de Dios que están retirados de la vida laboral, y llevan la carga del cuido pastoral en mi lugar durante la semana (visitación a hogares, hospitales, funerarias, y consejerías, etc.).

4. Los descansos frecuentes son necesarios

El cuerpo y el alma resentirán la cantidad de trabajo y ansiedad a la que están siendo sometidos. Es imperativo que nos desconectemos frecuentemente de la labor ministerial para poder recargar las baterías y aclarar nuestro pensamiento. En mi caso, unas cortas vacaciones de fin de semana cada trimestre es lo mínimo que necesito para poder lidiar con la carga del ministerio. No necesariamente estamos hablando de salir a un hotel lujoso y gastar dinero, sino más bien de desconectarse totalmente de la actividad de la congregación, confiando que el Dios de la obra cuidara muy bien de ella.

En este punto podemos añadir que, de ser necesario, algunos períodos de descanso más extensos (una “sabática”) podrían ser requeridos cuando el cansancio mental o alguna crisis física nos domina. En las biografías de Kuyper y Spurgeon podemos encontrar que esos períodos extensos de descanso fueron los que sostuvieron a estos grandes hombres en tiempos de enfermedad o depresión severa.

5. Los amigos pastorales son críticos

Es imperativo, necesario, y esencial que le pidamos a Dios que nos provea de “amigos pastorales”. Es decir, compañeros de ministerio (preferiblemente que no estén involucrados en nuestra congregación local), que sean gente honrada, íntegra, y extremadamente confidencial, con los cuales podamos discutir nuestras mas profundas ansiedades, y podamos confesar nuestras tentaciones y caídas (Sant. 5:16). Somos ejemplo a la iglesia que el Señor ha puesto en nuestras manos (1 Ti. 4:12), y es importante entender que una caída nuestra tiene efectos devastadores en la vida espiritual de mucha gente.

Por lo tanto, es necesario que podamos lidiar a tiempo con nuestras crisis personales, asuntos matrimoniales, tentaciones sexuales, financieras, o de otra índole, así como cualquier otro asunto que requiera de intervención en crisis. Para ello están nuestros confidentes, nuestros verdaderos compañeros de batalla, los que no estarán ahí para juzgar y criticar, sino para cuidar y corregir con amor y desinterés.

6. Tu vida devocional será tu arma de victoria

Nuevamente, este consejo aplica a todo ministerio pastoral. Sin embargo, la limitación de tiempo y energías en el pastor bi-vocacional hacen más urgente cuidar nuestras disciplinas espirituales. Sin duda: cuando he pasado tiempo con Dios en oración privada, además de leyendo intensamente la Palabra, estaré más preparado para la batalla, y veré la mano de Dios operando en la congregación. Asimismo, la práctica regular del ayuno y la meditación en silencio son fuente de fortaleza espiritual muy necesaria para nuestra labor.

En mi caso particular, las primeras horas de la mañana son en las que mejor me puedo concentrar en oración y lectura. Adicional a esto, la lectura regular de libros doctrinales, de vida cristiana, históricos, apologéticos, y de biografías aportan significativamente al crecimiento ministerial, por lo que lucho por no dejar caer este hábito que tanto beneficio ha traído a mi vida. Finalmente, encuentro muy saludable participar en conferencias pastorales, pues me permite expandir la visión ministerial y conocer otros pastores que motivan mi fe para creerle a Dios cada día más.

Cuando he pasado tiempo con Dios en oración privada, además de leyendo intensamente la Palabra, estaré más preparado para la batalla, y veré la mano de Dios operando en la congregación.

En una ocasión, mientras debatía acerca de una decisión ministerial que debía tomar, un amado pastor me comentó: “Tranquilo, que el que invitó, paga”. No importa cuán difícil y cuesta arriba sea el camino por el cual nos ha metido el Señor de la mies, la victoria final es segura porque Él es quien produce en nosotros tanto “el querer como el hacer por su buena voluntad” (Fil. 2:13). Si Dios llamó, Dios capacitará y sostendrá su obra hasta el final de los tiempos. Y cuando Él venga, es mejor que nos halle haciendo lo que nos mandó a hacer, pues así recibiremos la corona eterna por haber hecho fielmente lo poco que nos tocó hacer, y por su puesto, habiéndolo hecho para su gloria.


Imagen: Lightstock

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