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Una de las tensiones más conocidas en la Biblia es la aparente contradicción entre Pablo y Santiago.

Pablo: Somos justificados por la fe, aparte de las obras de la ley (Ro. 3:28).

Santiago: Una persona no es justificada solo por la fe (Stg. 2:24).

Si has leído la Biblia, es probable que hayas considerado este problema. Los cristianos a lo largo de los siglos se han hecho la pregunta, e incluso podríamos decir que la controversia central de la Reforma protestante dependía, al menos en parte, en cómo entender la diferencia entre Pablo y Santiago.

Entonces, ¿qué está pasando aquí? Si estamos comprometidos con la autoridad y la inspiración de las Escrituras, nuestra respuesta predeterminada será que estos dos apóstoles no pueden contradecirse. ¿Pero qué están diciendo entonces? Si somos intelectualmente honestos, ¿deberíamos admitir una contradicción?

¿Qué tipo de fe?

Si leemos Santiago 2:24 aislado de su contexto, podríamos tener un problema real, porque si Santiago quiere decir lo mismo que Pablo con la palabra “fe” en Romanos 3:28 o Efesios 2:8-9, entonces Santiago estaría contradiciendo rotundamente la doctrina de la justificación solo por la fe. Sin embargo, una de las reglas fundamentales de la interpretación bíblica es que cada texto debe interpretarse en su contexto. Para entender correctamente lo que Santiago quiere decir con “solo por la fe”, debemos leerlo en su contexto.

La controversia central de la Reforma protestante dependía, al menos en parte, de cómo entender la diferencia entre Pablo y Santiago.

En Santiago 2:14, el apóstol apunta a una fe que “no tiene obras”. Luego pregunta: “¿Puede esa fe salvarlo?”. Explica además lo que quiere decir con “esa fe” en el versículo 19. Es el tipo de “fe” que tienen los demonios. Es decir, es un mero asentimiento intelectual. Los demonios creen que “Dios es uno”. Creen que el shemá de Deuteronomio 6:4 es verdadero. Saben que el Dios de Israel es el único Dios verdadero y que juzgará al mundo. Como resultado de esto, tiemblan. No solo creen la verdad, sino que tienen una respuesta emocional adecuada a la verdad. Pero esta no es una fe que justifica.

Abraham: un ejemplo

Santiago continúa explicando el tipo de fe que justifica señalando el ejemplo de Abraham. Y este ejemplo es quizá donde podemos ver más claramente los diferentes énfasis de Santiago y Pablo y su acuerdo fundamental sobre la naturaleza de la fe justificadora.

Tanto Pablo como Santiago citan el mismo versículo: “Abraham creyó a Dios, y le fue contado como justicia” (Gn. 15:6). Pero es crucial notar el tiempo en la vida de Abraham que cada autor está considerando. En Santiago 2, estamos parados en Génesis 22, cuando Abraham se estaba preparando para sacrificar a su hijo Isaac al Señor. Cualquiera que sea la aprensión que esta historia pueda producir en nosotros, el sacrificio de Isaac es el acto fundamental de obediencia en la vida de Abraham.

El sacrificio de Isaac es el acto fundamental de obediencia en la vida de Abraham.

Pero Génesis 22 sucedió varias décadas después de Génesis 15. Abraham tenía unos 75 años cuando Dios lo llamó por primera vez (Gn. 12:4), y Génesis 15 probablemente fue solo unos años después de Génesis 12. Isaac no nació durante décadas, cuando Abraham tenía 100 años (Gn. 21:4). E Isaac probablemente estaba cerca de su adolescencia cuando Abraham lo trajo a la montaña para ser sacrificado. De hecho, una tradición judía dice que Isaac tenía 37 años en Génesis 22. Al menos sabemos que Isaac debía tener la edad suficiente para llevar un fardo de madera para el sacrificio a la cima de la montaña (Goodman, p. 130-131).

Cuando juntamos todo esto, vemos que la obediencia de Abraham en Génesis 22 tuvo lugar después de décadas de creer y esperar en las promesas de Dios. Santiago señala esta obediencia cuando dice que la Escritura se cumplió (Stg. 2:23). Cuando la fe se entiende correctamente, Abraham fue justificado solo por la fe. Sin embargo, su estado justificado no se quedó así. Creo que ese es el sentido de Santiago 2:21, por lo que el rol de las obras en la justificación es diferente del de la fe. Abraham fue justificado, se le otorgó el estatus de “justo”, cuando creyó las promesas del pacto de Dios. Punto final. Sin embargo, ese estado justo tuvo que demostrarse por sus obras fieles.

Santiago insiste en que el tipo de fe que realmente justifica se ve en los resultados de la transformación. Es una fe que va más allá de creer lo que es verdad e incluso tener una reacción emocional adecuada. Es una fe que descansa en las promesas de Dios y actúa en esas promesas. Es una fe que en última instancia es inseparable de las buenas obras.

¿Diferente a Pablo?

Santiago argumenta que cualquier supuesta fe que no resulte en buenas obras no es una fe salvadora en lo absoluto. ¿Es esto realmente diferente de lo que dice Pablo en lugares como Romanos 3-4, Gálatas 2-3, y Efesios 2?

A diferencia de Santiago, que estaba argumentando en contra de una visión equivocada de la fe, Pablo luchó contra una visión equivocada de las obras. Independientemente de cómo se definan las “obras de la ley”, parece que algunos argumentaban que ciertas obras tenían que hacerse para que Dios declarara a alguien justo. Pablo respondió enfáticamente que la justificación es solo por fe, aparte de las obras de la ley. Pero esto no significa que ignoró la necesidad de las buenas obras fieles.

Considera lo que dice Pablo en Romanos 4, donde también cita Génesis 15:6. A diferencia de Santiago, que mira desde Génesis 22 a la fe de Abraham en Génesis 15, Pablo mira hacia adelante desde Génesis 15 al resto de la vida de Abraham. Y mientras mira hacia adelante desde ese momento en que Abraham fue justificado por la fe auténtica, ¿cuál fue el resultado?

Cuando se entiende en su contexto adecuado, está claro que Santiago no contradice a Pablo; por el contrario, se complementan bastante bien.

Más adelante en el capítulo, Pablo escribe que Abraham “se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, estando plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, poderoso era también para cumplirlo” (Ro. 4:20-21). Su fe se hizo más fuerte a medida que aumentaba su convicción en la confianza de Dios para cumplir sus promesas. Esto ciertamente suena como un aumento en la santidad y las buenas obras. Y como lo confirma el resto de Romanos (sin mencionar las otras cartas de Pablo), ciertamente se esperaba obediencia cristiana para aquellos que están verdaderamente justificados (ver Ro. 6:1-14).

Cuando Santiago dice que no estamos justificados por la “fe sola”, claramente no se refiere al tipo de fe justificadora a la que Pablo nos señala en Romanos 3-4; cuando Pablo dice que estamos justificados aparte de las “obras de la ley”, claramente no se refiere al tipo de buenas obras fieles que Santiago tiene en mente.

Cuando se entiende en su contexto adecuado, está claro que Santiago no contradice a Pablo; por el contrario, se complementan bastante bien.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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