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La importancia del arrepentimiento es difícil de exagerar. Después de todo, la primera exhortación pública de Jesús fue: “arrepiéntanse” (Marcos 1:15). Si estaba tan arriba en la lista de Jesús, probablemente deberíamos prestarle atención también.

Entonces, ¿cómo nos arrepentimos correctamente? El Salmo 32 es un lugar maravilloso para explorar la naturaleza y el proceso del arrepentimiento profundo. Aquí hay cinco pasos vitales.

1. Sé honesto acerca de tu necesidad de arrepentimiento.

¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño! (v. 2)

El arrepentimiento requiere honestidad. Nadie viene a Dios con arrepentimiento verdadero en su corazón a menos que primero haya reconocido su necesidad de perdón y reconciliación con Él. Solo aquellos que han dejado de tratar de encubrir su pecado con su propia justicia y engaño pueden experimentar el cambio profundo y duradero que viene a través del arrepentimiento.

2. Reconoce el peligro del pecado y el daño de la culpa.

Mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió con mi gemir durante todo el día. Porque día y noche Tu mano pesaba sobre mí; mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano. (v. 3-4)

Seamos realistas: estás buscando arrepentimiento porque el Espíritu de Dios te ha dado convicción. A menudo culpamos a otros por nuestro estrés y mal humor en general, pero muchas veces nos sentimos mal simplemente porque hemos hecho cosas malas. David describe los síntomas físicos y emocionales asociados con una conciencia culpable. Debemos evaluar honestamente las consecuencias de nuestro pecado, lo que significa evaluar tanto las consecuencias personales como el impacto que ha tenido y seguirá teniendo en los demás.

3. Confiesa completamente.

Te manifesté mi pecado, y no encubrí mi iniquidad. Dije: “Confesaré mis transgresiones al Señor; y Tú perdonaste la culpa de mi pecado” (v. 5).

El arrepentimiento profundo demanda confesión absoluta. Aunque parezca contradictorio, la única forma de estar realmente cubierto de Cristo es exponer completamente tu pecado. En el proceso de arrepentirnos, debemos luchar por ser totalmente transparentes ante Dios sobre la profundidad y amplitud de nuestro pecado. Solo la honestidad completa será suficiente, y nos conducirá a la libertad y alegría.

4. Ocúltate en Dios.

Y Tú perdonaste la culpa de mi pecado. Por eso, que todo santo ore a Ti en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente, en la inundación de muchas aguas, no llegarán éstas a él. Tú eres mi escondedero; de la angustia me preservarás; con cánticos de liberación me rodearás. (vv. 5b-7)

Adán y Eva se escondieron detrás de revestimientos inadecuados hechos por sí mismos para ocultar su pecado y vergüenza. Nosotros también, con demasiada frecuencia, nos escondemos detrás de justicia hecha por nosotros mismos con el fin de hacernos parecer más aceptables de lo que somos en realidad. Si quieres cambiar, cambiar realmente –que por cierto, es la marca de un arrepentimiento verdadero– entonces debes esconderte solo en Dios.

No es suficiente solo arrepentirse de los pecados manifiestos. No es suficiente decir, “admito mis conductas equivocadas”. Todo tipo de personas se arrepiente de esa manera, sobre todo la gente religiosa con una imagen que mantener.

Un cristiano no solo se arrepiente de sus pecados externos, sino también de sus intentos de ocultarse detrás de su rectitud de mala calidad hecha por sí mismo. Deja de esconderte en tu esfuerzo. Ocúltate en Dios.

5. Aférrate a la esperanza.

Alégrense en el Señor y regocíjense, justos; den voces de júbilo todos ustedes, los rectos de corazón. (v. 11)

¿Cómo puedes estar seguro de que Dios te perdonará? Su amor inagotable. Recuerda y encuentra la garantía de las grandes promesas que ha hecho a lo largo de la historia, y cómo se han cumplido en Jesucristo:

• Su promesa a Adán y Eva de aplastar al enemigo.

• Su promesa a Abraham de reclamar y proteger a Su pueblo.

• Su promesa a Moisés de proporcionar una manera para que los seres humanos pecadores se relacionen de manera significativa con un Dios santo.

• Su promesa a David de proporcionar un Rey eterno y para siempre para Su pueblo.

A lo largo de toda la historia, justo en el momento cuando te estás arrepintiendo, Dios ha estado diciendo, y continuará diciendo: “Te amo. No te fallaré. Yo soy suficiente”.

Mira a las promesas de Dios, aférrate a la esperanza, y “Alégrense en el Señor y regocíjense, justos; den voces de júbilo todos ustedes, los rectos de corazón”. (Salmo 32:11)


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Cristian Fernandez.
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