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El mundo entero tiene sed de alguna forma de justicia. Las películas de superhéroes, series de televisión y novelas escritas demuestran esa sed. Muchas de ellas tratan de mostrar un mundo en el que la justicia se alcanza por fin y todo es restaurado a un estado mejor.

Podemos identificarnos fácilmente con esas historias. Si estás sediento por una justicia verdadera en esta tierra, seguramente has querido proteger a alguien indefenso o que se te haga justicia porque alguien te lastimó. Tal vez ardes en ira por la corrupción en tu país o la impunidad ante la delincuencia. Sin embargo, como diría Tolkien: «Hay deseos profundos e indelebles en el corazón humano que los cuentos de hadas no pueden llenar».

¿Cómo se puede satisfacer completamente este deseo? Quiero que reflexionemos brevemente en cómo Lucas aborda este tema en su Evangelio, haciendo énfasis en la justicia esperada (por Dios y el pueblo judío) y la justicia manifestada en Jesús.

La justicia esperada

Al iniciar su Evangelio, Lucas relata de manera extensa el anuncio y el nacimiento de Juan el Bautista. Es importante recordar que Juan prepararía el camino al Señor y, por lo tanto, su ministerio anticipaba el de Jesús. ¿Cómo es descrito el ministerio de Juan? Presta atención a estas palabras:

Él irá delante del Señor en el espíritu y poder de Elías para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los desobedientes a la actitud de los justos, a fin de preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto (Lucas 1:17).

Como puedes ver, una parte fundamental del ministerio de Juan tuvo que ver con impulsar al pueblo a la justicia. Dentro de las implicaciones prácticas del arrepentimiento, Juan le dice al pueblo que comparta con el pobre la ropa y el alimento (Lc 3:11), que trabajen honradamente (v.13), que se alejen de la codicia y el abuso de poder (v.14).

En la actualidad, muchas de estas manifestaciones del arrepentimiento son dejadas atrás. Nos contentamos con solo mantener ciertas disciplinas espirituales, memorizar ciertos credos y asistir fielmente los domingos a los servicios de nuestras iglesias. Pero según la Biblia, el arrepentimiento se expresa también en compasión hacia el vulnerable. Eso es descrito por las Escrituras como parte de la justicia que Dios espera de su pueblo.

Hoy tenemos muchas oportunidades para manifestar ese arrepentimiento. Ayudar a aquellos que se quedaron sin trabajo en la pandemia, y consolar a quienes tienen familiares enfermos o han perdido familiares, pueden ser manifestaciones de arrepentimiento en nuestra vida. De esa forma, pueden ser expresiones de la justicia de Dios que restaura y consuela a su alrededor por medio de la iglesia. 

Los judíos esperaban un tipo de justicia similar. La mayoría quería ver a un Israel restaurado en su mayor esplendor y había un buen número de judíos que esperaban que la venida del Señor destruyera el mal que oprimía a los desfavorecidos. El canto de María, conocido como el magnificat, es un bello ejemplo de esta esperanza: 

Ha quitado a los poderosos de sus tronos;
Y ha exaltado a los humildes;
A los hambrientos ha colmado de bienes
Y ha despedido a los ricos con las manos vacías.
Ha ayudado a Israel, Su siervo,
Para recuerdo de Su misericordia
Tal como dijo a nuestros padres,
A Abraham y a su descendencia para siempre
(Lucas 1:52-55).

Esta sed de justicia estaba presente en cada judío piadoso y, si bien nuestros actos de justicia son manifestaciones del arrepentimiento que Dios espera de nosotros, la mayor expresión de justicia en Lucas (y toda la Biblia), es el mismo Jesús.

La justicia manifestada

Al iniciar su ministerio, Jesús declara que la profecía de Isaías 61 sobre el Mesías se ha cumplido en Él (Lc 4:16-21). Este pasaje es importante porque describe cómo la justicia de Dios se cumple a través de su Mesías: Él vino a traer consuelo al afligido, vista al ciego y libertad al cautivo. Estas acciones implican la restauración final que anhelamos. 

En el Evangelio de Lucas vemos cómo el concepto de restauración es fundamental en el ministerio de Jesús. Él está sanando leprosos, paralíticos y ciegos, e incluso resucitando a algunas personas; está alimentando multitudes, y restaurando las vidas de cobradores de impuestos, prostitutas y toda clase de persona despreciada en la época. Estas historias muestran que Jesús restauraba a personas por donde pasaba.

Algunos teólogos afirman que estas acciones solo eran señales de que Jesús era el Mesías. Sin embargo, Jesús no se refiere a estos actos como solo señales, sino como parte de su ministerio (Lc 4:21). Estas acciones manifiestan la justicia de Dios y, por supuesto, no podemos dejar de lado cómo ella se muestra en la cruz. Esta es la máxima expresión de la justicia de Dios que no solo restaura a pecadores, sino que también paga el precio por la redención de Su pueblo.

Así que la justicia de Dios en el Evangelio de Lucas es tanto la declaración de ser declarado justo delante de Dios por el sacrificio de Jesús, como también lo es la restauración de todo lo que ha sido corrompido por el pecado en este mundo. Las enfermedades, los dolores, las tristezas y la muerte son destruidas por la justicia de Dios manifestada en Jesús.

En otras palabras, Jesús es aquel que puede satisfacer nuestro anhelo de justicia y restauración. Él restaura justamente todas las cosas a través de su vida y, en su segunda venida, esta restauración será una realidad plena, perfecta y eterna cuando acabe con toda injusticia y dolor en el mundo. Cada vez que nuestro corazón anhela justicia, debemos ir a la cruz para recordar esto.

Este mensaje también implica un reto para la iglesia. Así como Juan el Bautista fue precursor del ministerio de Jesús, nosotros somos comisionados a ser precursores de Su segunda venida. Mientras Cristo viene, su pueblo vive manifestando el evangelio y la justicia de Dios a través de vidas hechas conforme al Hijo. Por lo tanto, no desperdiciemos las oportunidades que tenemos para manifestar el evangelio con palabras y vidas que restauran y brindan esperanza. Formamos parte de la historia real en la que Dios satisface a los hambrientos y sedientos de justicia.

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