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La poligamia se refiere a la relación conyugal que un hombre sostiene simultáneamente con más de una mujer.

El patrón de matrimonio establecido en la creación, un hombre y una mujer en un compromiso monógamo, es tanto ordenado como elogiado en el resto de las Escrituras. El séptimo mandamiento prohíbe el adulterio, es decir, la actividad sexual fuera de los límites del matrimonio (Éx 20:14). Deuteronomio le prohíbe al futuro rey de Israel, el israelita ideal y el nuevo Adán (cp. Sal 8), tener muchas esposas (Dt 17:17). El Cantar de los Cantares despliega poéticamente la gloria del matrimonio y el sexo de una manera que alaba la monogamia complementaria.

En Génesis 1, Dios entrelaza pares complementarios en el tejido de la creación: cielo y tierra, mar y tierras secas, luz y oscuridad. Aun la secuencia de los días de la creación ofrece un par complementario: en los días uno al tres, Dios forma el cielo y la tierra, y en los días cuatro al seis, Él los llena. La complementariedad de la creación culmina con la creación de los portadores de la imagen de Dios como pareja complementaria: un hombre y una mujer.

Tal y como Jesús enseña en Marcos 10, el relato de Dios creando a Eva y dándosela a Adán establece lo que es normativo para la sexualidad humana y el matrimonio. En el centro de la definición de matrimonio está la relación monógama entre un hombre y una mujer. Como escribe Moisés: «Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Gn 2:24).

Así como Cristo tiene una sola esposa, el matrimonio en la tierra testifica esa verdad

El Nuevo Testamento sigue el mismo patrón. Jesús afirma la bondad del diseño de Dios para la monogamia en Marcos 10. De manera similar, los ancianos de la iglesia, cuyas vidas deben servir como ejemplos de fidelidad para todos los cristianos (1 P 5:3), deben ser hombres de una sola mujer (1 Ti 3:2).

Finalmente, en Efesios 5, Pablo muestra la lógica detrás del diseño de Dios para el matrimonio. Dios no instituyó de manera arbitraria la complementariedad y la monogamia en la creación. En cambio, estas características reflejan realidades celestiales, es decir, la relación de Cristo con su pueblo. Así como Cristo tiene una sola esposa, el matrimonio en la tierra testifica esa verdad.

Cuatro retratos de poligamia

Si las enseñanzas de la Biblia sobre la monogamia son tan claras, ¿por qué entonces son tantos los santos de Dios del Antiguo Testamento que practicaban la polígamia? La razón por la que las Escrituras registran tantos casos de poligamia y concubinato no es para respaldar estas acciones, sino para condenarlas y mostrar cuán destructiva resultó ser tal perversidad sexual. Considera los resultados de cuatro de las relaciones polígamas más notables de las Escrituras: Lamec (Gn 4:17-19, 23-24) Abraham (Gn 16:1-4); Jacob Génesis 29-50; David (1 S y 2 S).

Las Escrituras registran casos de poligamia no para respaldar estas acciones, sino para condenarlas y mostrar cuán destructiva resultó tal perversidad sexual

La descripción que la Biblia hace de estos casos no significa prescripción. Al mismo tiempo, la forma en que los autores bíblicos eligen describir los eventos revela con frecuencia sus juicios sobre esas acciones. En los casos mencionados, los autores bíblicos nunca elogian a los polígamos en el Antiguo Testamento, ni son indiferentes a ellos. En cambio, a menudo se esfuerzan por mostrar las consecuencias devastadoras al desviarse del patrón de monogamia establecido por Dios. El mismo patrón se aplica a otros polígamos, como Elcana, cuya poligamia conduce a la división y la lucha dentro de su familia (1 S 1:1-7), y Salomón, cuyas muchas esposas y concubinas lo llevan a la idolatría (1 R 11:1-8).

Cuando dos se vuelven uno

Las Escrituras fundamentan la monogamia en el orden de lo creado, ordenado por Dios mismo como una imagen de Cristo y su iglesia. Las descripciones de la poligamia y el concubinato en las Escrituras no anulan ese hecho. En cambio, revelan la fealdad y la angustia que acompañan a la actividad sexual fuera de los límites establecidos por Dios. Lejos de elogiar la poligamia, las narraciones de patriarcas y reyes polígamos en Israel revelan la devastación espiritual y familiar que está indisolublemente ligada a este pecado.

Las Escrituras fundamentan la monogamia en el orden de lo creado, ordenado por Dios mismo como una imagen de Cristo y su iglesia

Los autores bíblicos incluyen sus historias, no para inspirar a sus lectores, sino para advertirles. Mientras que los mandatos explícitos en las Escrituras le enseñan al pueblo de Dios que la poligamia está mal, las historias muestran que es desagradable, una espantosa perversión de uno de los mayores dones de Dios. Del fango y el lodo de las familias desintegradas de Abraham, Jacob y David, debemos ver la belleza y la bondad del diseño original de Dios: «Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Gn 2:24).


Una versión extendida de este artículo apareció originalmente en Desiring God, y su traducción al español la encuentras aquí.
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