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¿Cuándo fue la última vez que la Biblia te asombró? No me refiero a algo en la Biblia. Me refiero a la Biblia misma.

Tal vez no estés del todo seguro de lo que estoy hablando. ¿La existencia de la Biblia? Eso siempre te ha parecido un hecho, no un milagro.

Puedo identificarme con eso. Respetaba la Biblia cuando era niño. Incluso pensaba leerla de principio a fin algún día. Pero comparada con mi brillante álbum de tarjetas de baloncesto, simplemente carecía de brillo. Ya me ocuparé de eso, seguramente pensaba mientras miraba el librero y luego… bostezo.

Durante años seguí afirmando la veracidad de las Escrituras con mis labios mientras la descuidaba funcionalmente con mi vida. Aunque confiaba sinceramente en Dios y conocía mucho de su Palabra, mantuve una respetuosa ambivalencia hacia ella que duró hasta la secundaria. No fue hasta mi primer año de universidad que las cosas cambiaron decisivamente.

Entonces, ¿de qué me estaba perdiendo? ¿Qué es lo que no entendí o ni siquiera consideré durante casi dos décadas? Me estaba perdiendo lo que la existencia de la Palabra de Dios muestra sobre Dios mismo.

El Dios que habla

Si la existencia de la Biblia revela algo sobre Dios, es que Él habla. Podría haber permanecido en silencio. Realmente podría haberlo hecho. Pero no lo hizo. La Biblia es una prueba tangible de que el Hacedor del universo es un comunicador; Él inicia, revela y habla.

Al fin y al cabo, solo hay dos opciones cuando se trata de conocer a nuestro Creador: la revelación o la especulación. Él habla o tratamos de adivinar.

Tu Biblia es como un pase de acceso a la mente y el corazón de Dios revelados

Él ha hablado. Como alguien dijo una vez, el Dios del cielo y de la tierra abandonó «Su privacidad personal» para hacerse nuestro amigo. Eso me encanta. Tu Biblia es como un pase de acceso a la mente y el corazón de Dios revelados.

Hasta aquí, todo bien. Pero esto es lo que me faltaba al crecer. Asumí que como Dios habla, yo debía merecer de alguna manera Sus palabras. ¿Por cuál otra razón se habría molestado en decir tanto?

Doblemente indigno

Pero no solo no merezco escuchar a Dios, sino que soy doblemente indigno de ello. Primero, porque soy simplemente un ser creado. Segundo, porque soy un pecador.

Es bastante sorprendente que Dios se comunique con criaturas hechas del polvo. En Génesis 1 y 2, crea a nuestros primeros padres y se hace amigo de ellos con palabras. De nuevo, no tenía por qué hacerlo. Corremos el riesgo de estar tan familiarizados con la historia que, de alguna manera, no nos asombra, ni siquiera nos interesa. Por supuesto que Dios inició una amistad con Adán y Eva, pensamos. Claro que quería que conocieran Su amor. Por supuesto que habló con ellos. Eso es lo que Dios… hace.

Nunca deberíamos dar por sentado que el Creador exaltado se haga amigo de la obra de Sus manos. Pero eso es precisamente lo que hizo.

Nunca deberíamos dar por sentado que el Creador exaltado se haga amigo de la obra de Sus manos

A medida que la historia continúa en Génesis 3, todo se desmorona cuando Adán y Eva escuchan los susurros de una serpiente por encima de las palabras de Dios. Comer el fruto no era una infracción menor; era una traición cósmica contra su Señor bueno y generoso.

¿Alguna vez has recibido el castigo del silencio después de ofender a alguien? No es agradable. A veces es merecido; a veces no. Aunque Adán y Eva se merecían el máximo trato de silencio para toda la eternidad, Dios inició una conversación. Se rebajó a hablar. Buscó una relación con los rebeldes, una que requeriría la muerte de Su Hijo único para ser reparada.

Así que, dado que no solo somos criaturas hechas del polvo, sino también traidores contra el trono del cielo, el hecho de que Dios nos hable es asombroso. Habría hecho bien en dejarnos solos, hundidos en un océano de ignorancia (ya que somos criaturas) y de culpa (porque somos pecadores).

Pero no lo hizo. Corrió la cortina. Luego abrió Su boca santa.

Cualquier conocimiento auténtico de Dios depende de Su revelación generosa a nosotros. Solo a través de Sus palabras podemos descubrir quién es, cómo es, qué busca y cómo podemos conocerlo.

Esto debería humillarnos profundamente. Tu Biblia es una prueba de que Dios te ama y quiere una relación contigo. No importa quién seas o cuántas veces hayas rechazado Su amor, Él sigue avanzando hacia ti, sigue hablándote, sigue haciéndose tu amigo, a través de un libro.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Nota del editor: 

Este es un extracto adaptado del libro de Matt Smethurst Before You Open Your Bible: Nine Heart Postures for Approaching God’s Word [Antes de abrir tu Biblia: Nueve posturas del corazón para acercarse a la Palabra de Dios] (10Publishing, 2019).

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