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Los padres fervorosamente cristianos quieren ayudar a sus hijos a aprender a leer, comprender, confiar, y amar la Biblia. La mayoría de nosotros sabe que se trata de un desafío significativo, incluso desalentador. La Biblia es lo suficientemente grande y compleja como para intimidar a los adultos. ¿Cómo ayudamos a nuestros niños a conocer el libro más importante que se haya compilado, y a desarrollar hábitos para disfrutarlo a diario?

No hay una fórmula simple para el éxito aquí. Cada niño es diferente, y el Espíritu Santo trabaja de diferentes maneras y en diferentes momentos con cada quién. Pero he encontrado ciertos medios de gracia que generalmente demuestran ser efectivos. Como padre de cinco hijos, además de pastor, compartiré ocho que he encontrado útiles.

1. Dales una Biblia que disfruten

¿Alguna vez les has dado a tus hijos su propia Biblia? Si no tienen una, invierte en una. Y compra la mejor Biblia que puedas pagar, una que tus hijos disfrutarán ver, una que comunique cuán especial y valioso es este libro.

Cada niño es diferente, y el Espíritu Santo trabaja de diferentes maneras con cada uno.

Los editores de Biblias producen bellas Biblias con portadas y papel de calidad. Puedes considerar una Biblia de estudio para niños. Crossway acaba de publicar una Biblia Iluminada, y tan pronto como mis adolescentes la vieron, querían tomarla, hojearla, y leerla.

Bríndales a tus hijos una Biblia que exuda valor, belleza, y calidad, una que envíe su propio mensaje poderoso.

2. Dales un ejemplo a seguir

Habiendo dicho eso, la mejor de las Biblias eventualmente se quedará en un estante polvoriento si nuestros niños no nos ven leyendo nuestras Biblias de manera consistente, entusiasta, y feliz.

Cuando era niño, nunca pude entender por qué mi padre se levantaba mucho antes que nadie para leer su Biblia antes de ir a trabajar. También recuerdo haber estado desconcertado por el hábito que tenía mi abuela enferma de leer su Biblia en cada oportunidad. ¿Por qué alguien tan grande de edad quería leer tanto la Biblia? Aunque no entendí esto cuando era niño, ambos ejemplos me causaron una profunda impresión que me afecta consciente e inconscientemente incluso hasta el día de hoy.

3. Dales un motivo convincente

A un joven que conozco le cuesta salir de la cama por la mañana para ir a trabajar. Algunas veces apaga la alarma seis veces. Hemos hablado de ello, y aunque es un gran trabajador, ha perdido de vista el por qué de su trabajo, lo que hace que sea difícil mantenerse motivado. El por qué no es lo suficientemente grande como para hacer que quiera levantarse cuando suena la alarma.

Si queremos que nuestros hijos lean la Biblia, debemos explicarles por qué. “¡Solo hazlo!” no es suficiente. ¿Por qué leer la Biblia todos los días? Porque, junto con la predicación fiel de la Palabra de Dios, la lectura regular de la Biblia es la forma principal y habitual en la que Dios nos habla hoy. Las Escrituras no son solo palabras de sabiduría para mejorar nuestras vidas, sino las palabras de vida eterna que pueden “dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús” (2 Ti. 3:15).

4. Dales un plan claro y factible

Una vez que proporcionamos el por qué, necesitamos proporcionar el cómo. ¿Cómo van a hacer esto? ¿Dónde comienzan? ¿Cuánto deberían leer cada día? ¿Deberían leer en el Antiguo o Nuevo Testamento?

Si queremos que nuestros hijos lean la Biblia, debemos darles un gran por qué.

Necesitamos darles un plan claro y factible, o de lo contrario andarán dando saltos a lo largo de la Biblia y, sin ningún sentido de propósito o progreso, finalmente se darán por vencidos. Idealmente, el plan los llevará gradualmente a través de las partes más importantes de la Biblia en lecturas diarias y manejables. Hay muchos planes de lectura de la Biblia, o puedes hacer tu propio plan adaptado a tus hijos. (He delineado un plan en mi libro: Exploring the Bible: A Bible Reading Plan for Kids [Explorando la Biblia: Un plan de lectura de la Biblia para niños]).

No pienses que necesitas acertar de inmediato en el plan perfecto. Ora por la guía del Espíritu, y ayuda a tus hijos a experimentar hasta que encuentres un plan que parezca funcionar para ellos.

5. Dales preguntas

Cuando era niño, mi papá intentó varias estrategias para hacerme leer la Biblia, pero la más efectiva fue hacer preguntas. A veces me daba una pregunta simple relacionada con lo que estaba leyendo. Esto aseguraba que tenía que leer el pasaje para encontrar la respuesta, y me entrenó a hacerle preguntas a la Biblia. Construyó el hábito de interactuar con las Escrituras para que no las leyera de manera pasiva, sino activa. Las preguntas solían ser sobre el contenido del pasaje, pero a medida que crecía, las preguntas pasaban al significado del texto y a la aplicación.

Las preguntas que he intentado enseñar a mis hijos son: ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de Dios? ¿Sobre el pecado? ¿Sobre la salvación? ¿Sobre Cristo? ¿Acerca del evangelio? ¿Sobre la vida en este mundo y el próximo?

Es posible que tengas otras preguntas. Pero enséñales a consultar el texto.

6. Dales respuestas cuando tengan preguntas

Tus hijos van a tener sus propias preguntas sobre textos que no entienden, o sobre la confiabilidad de la Biblia. Deberías recibirlas con alegría. Pregúntales regularmente si tienen alguna pregunta sobre lo que están leyendo. Hazles saber que quieres que vengan a ti con preguntas sobre la Biblia, y especialmente sobre cómo se relaciona con sus propias vidas.

Quizá hagan preguntas que no puedas responder. Está bien. Diles que lo estudiarás para encontrar la respuesta, o pregunta a tu pastor o a un creyente maduro. Lo que sea que pregunten, asegúrate de tomarlo en serio, y siempre responde, si quieres que sigan preguntando.

7. Dales ánimo para seguir leyendo

Uno de los mejores hábitos que formamos como familia fue reunirnos durante 10-15 minutos cuando llegábamos a casa después de la iglesia el domingo por la mañana, usábamos el tiempo para hablar de las lecturas bíblicas de la semana. Verificábamos si habían respondido sus preguntas, y brindábamos la oportunidad de analizar lo que habían aprendido.

Ya no lo hacemos tanto, pues han crecido. Ahora tratamos de hablarles informalmente sobre lo que están leyendo. Pero mostrar un interés continuo, y pasar comunión en la Palabra de Dios de vez en cuando, anima a nuestros hijos a seguir leyendo.

8. Dales gracia en sus fracasos

Al igual que tú, tus hijos van a fracasar. Se olvidarán de leer. Fingirán haber leído. Estarán aletargados y perezosos. Te darán todo tipo de excusas. No te rindas. ¡Dales gracia!

Uno de los mejores regalos que le darás a tus hijos es familiaridad con la Biblia y su mensaje.

Si tus hijos no han nacido de nuevo, te decepcionarán en esta área una y otra vez. No te rindas. ¡Dales gracia! Los niños más legalistas podrían convertir la lectura de la Biblia en obras de justicia. Dales gracia. Continúa apuntándoles a la gracia de Cristo y su evangelio, que cubre sus pecados y motiva su obediencia.

Uno de los mejores regalos que le darás a tus hijos es la familiaridad con la Biblia y su mensaje. Dales una Biblia que les guste, dales un ejemplo a seguir, dales un motivo convincente, dales un plan claro y factible, dales preguntas qué hacerle a la Biblia, dales respuestas a sus preguntas sobre la Biblia, aliéntalos a seguir leyendo, y dales gracia en sus tropiezos y fracasos.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Jaquie Tolley.
Imagen: Lightstock.
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