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África, el evangelio de la prosperidad y el problema de las iglesias desprotegidas

No se puede negar que las distorsiones del evangelio se han deslizado en muchas iglesias de África, y la principal de ellas es el evangelio de la prosperidad. Pero antes de tratar eficazmente el tema del evangelio de la prosperidad, debemos preguntarnos por qué tantos en las iglesias africanas permitieron que este falso evangelio entrara sin ser cuestionado. ¿Dónde estaban los guardianes, los denunciantes? Incluso ahora, ¿por qué hay un silencio ensordecedor en tantas iglesias africanas ahora autóctonas?

El problema del evangelio de la prosperidad hoy, más que nada, tiene sus raíces en un problema eclesiológico de ayer.

En términos generales, parece como si los esfuerzos evangélicos de años pasados en África no vinieran acompañados de ningún mecanismo mediante el cual los cristianos profesantes pudieran proteger y preservar el evangelio de estas constantes amenazas de distorsión. Por ejemplo, se ha prestado poca atención a comprender cuidadosamente la doctrina de la conversión y lo que significa para una membresía significativa en la iglesia o para la disciplina eclesiástica. Del mismo modo, los misioneros y pastores no se han preguntado qué tiene que ver el evangelio con el gobierno de la iglesia, la responsabilidad de cada miembro de protegerse de los falsos maestros, o la necesidad de una pluralidad de ancianos. En cambio, el evangelio se da por sentado y la iglesia africana sufre. Sigue necesitando desesperadamente misioneros e iglesias que comprendan los problemas y estén equipados con soluciones mejores y más bíblicas.

¿Dónde están todos los cristianos?

Los misioneros que trabajan en zonas de África se enfrentan hoy a una sociedad que ha sido inmunizada contra el evangelio. Las ciudades están llenas de personas que han sido bautizadas y reconocidas como miembros de iglesias de una u otra denominación, afirmando así su condición de cristianos, aunque muchos viven vidas que no muestran frutos de la obra del Espíritu ni evidencias de una vida de arrepentimiento y fe en Cristo. Por ejemplo, el 80 % de mis compatriotas kenianos se identifican como cristianos, pero muchos van a la iglesia de forma irregular, si es que van. No necesitan el evangelio ni la iglesia, o eso creen, porque ya son «cristianos».

El problema del evangelio de la prosperidad hoy, más que nada, tiene sus raíces en un problema eclesiológico de ayer

Otros que frecuentan la iglesia más que este primer grupo asisten a iglesias en las que el evangelio no se expresa con claridad. Aunque son fervientes en su religión, una gran parte de este grupo tendría dificultades para articular el evangelio incluso en su forma más básica. Los verdaderos ministerios de evangelio establecidos hace décadas se han convertido en muchos casos en iglesias teológicamente débiles que han cedido a enseñar variaciones del evangelio de la prosperidad.

No es de extrañar que los falsos evangelios estén causando estragos en África sin encontrar resistencia alguna. Cuando las iglesias están llenas de personas que no conocen el evangelio, y que en muchos casos viven vidas indignas de él, no pueden protegerse de las distorsiones tanto de la doctrina como de la vida en el evangelio, y mucho menos dar la alarma en su comunidad sobre las falsificaciones que se disfrazan de verdad.

Sabemos que Dios sigue siendo fiel y que ha esparcido a los Suyos por estos lugares. Es nuestra oración y esperanza constantes que Él levante a muchos más de esa estirpe para que un día definan el paisaje eclesiástico de África, para que el evangelio de la prosperidad muera aquí. Pero hoy, el problema persiste. Entonces, ¿cómo podemos hacer misiones de una manera que proteja el evangelio para la generación actual y para las generaciones venideras?

¿Es suficiente la educación teológica?

En la actualidad, gran parte de los esfuerzos misioneros se centran en la educación teológica. En muchos casos, los pastores de las ciudades no tienen ningún tipo de formación teológica. En general, los esfuerzos misioneros anteriores no pusieron énfasis en equipar a los pastores que quedaron «a cargo». Esta ausencia de discipulado duradero ha dado lugar a una teología cada vez más superficial, dejando a muchas iglesias locales susceptibles a cualquier error del que su sociedad esté infectada en ese momento.

Como respuesta, se están creando instituciones teológicas en todo el continente. Abundan las conferencias y los seminarios para ponernos al día después de darnos cuenta de que los esfuerzos misioneros del pasado, aunque útiles para llevar a muchos al Señor, resultaron poco confiables a la hora de preservar el evangelio para la siguiente generación. Esta es una buena labor, y es una labor urgente. Sin embargo, a pesar de los renovados esfuerzos por formar pastores, nuestro continente sigue careciendo de suficientes hombres preparados para llevar a cabo la formación, así como de recursos suficientes para terminar la tarea.

Un punto ciego permanece

Dicho esto, un punto ciego sigue afectando estos encomiables esfuerzos misioneros. La mayoría de los esfuerzos en la plantación de iglesias y la formación pastoral carecen de énfasis en la iglesia local. La teología sistemática y otras ramas de la doctrina cristiana se enfatizan mucho, como debe ser, pero la eclesiología sigue siendo lamentablemente dada por sentada y, como resultado, mal entendida. Esta es una triste realidad, sobre todo porque estas iglesias locales dadas por sentado son el plan principal de Dios para mostrar y preservar el evangelio para las generaciones venideras, no los seminarios, ni las conferencias, ni los centros de formación teológica.

En una carta con gran carga eclesiológica a Timoteo, Pablo escribe: «Te escribo estas cosas, esperando ir a verte pronto, pero en caso que me tarde, te escribo para que sepas cómo debe conducirse uno en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y sostén de la verdad» (1 Ti 3:14-15). La forma en que una iglesia conduce su vida en común tiene todo que ver con la manera en que preserva la verdad.

La forma en que una iglesia conduce su vida en común tiene todo que ver con la manera en que preserva la verdad

La generación actual en África habría sido bien servida por iglesias que hubieran estado tan dispuestas a excomulgarlos como a bautizarlos. Tener una ciudad llena de personas que dicen ser seguidores de Cristo pero viven vidas indignas del evangelio distorsiona la verdad del evangelio tanto para esta generación como para la siguiente. Dios no desea preservar la verdad a través de libros teológicamente precisos. Él quiere vidas que reflejen esa verdad viviéndola juntos en iglesias locales.

Necesitamos iglesias fieles

Si enseñamos a las iglesias de hoy que la responsabilidad recae sobre ellas y que no son meros espectadores de la misión, sino guardianes del evangelio, quizá despidan al próximo pastor que empiece a predicar herejías. Si enseñamos a las iglesias que la conversión es algo más que repetir una oración y si dejamos de pedir a la gente que camine hacia el altar o que levante la mano para recibir a Jesús, puede que tengamos iglesias más pequeñas cautivadas por la asombrosa gracia de Dios en lugar de por el elocuente y equivocado pastor con un traje brillante. Podríamos tener iglesias que guardaran el evangelio con más fervor para la gloria de Dios.

Las plagas del evangelio de la prosperidad y las falsas conversiones no son el núcleo del problema de la iglesia africana. Son meros síntomas de un problema más fundamental. Dios quiere que la iglesia local sea edificada para que pueda resistir los diferentes vientos del error. Hoy puede ser el evangelio de la prosperidad y mañana el gnosticismo. Centrar más esfuerzos misioneros en edificar iglesias sanas ayudará a proteger el evangelio para nuestra generación y para la venidera.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition Africa. Traducido por Eduardo Fergusson.
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