Este es un breve fragmento adaptado del libro Hombre en camino: Una guía para los adolescentes (B&H Español, 2024), de David McCormick.
Cuando alguien te pregunta «¿Quién eres?», me imagino que respondes con tu nombre. Tal vez te gusta tu nombre o quizás resientes que tu mamá fuera una fan de ese cantante en el año que naciste.
Pero comienzas ahí porque es parte de la identidad que tus padres te dieron al nacer. Sería bastante raro si contestaras explicando tus luchas más personales o tus preferencias de youtuberos o restaurantes.
Quizás te pusieron un sobrenombre por una cualidad o momento chistoso y todo esto va formando lo que crees sobre ti. Ponemos nombres a las cosas para tener una forma de llamarlas, pero también se les da valor. No andas poniendo nombre a tus calcetines o a los bichos en tu ventana.
La primera tarea de Adán en el jardín de Edén fue poner nombres a los animales, porque Dios pone nombre a las cosas importantes. Además, cuando algo tiene nombre, lo podemos conocer. Sabemos de qué estamos hablando, o por lo menos sabemos cómo conseguir información.
¿Alguna vez has tenido la melodía de una canción en tu cabeza pero no sabías cómo buscarla? Cuando no tenemos el nombre, es imposible ponerlo en nuestra playlist. Lo bueno es que tú tienes un nombre. Pero la mejor noticia es que Dios también tiene nombre. Él puede ser conocido.
El hecho de que Dios revelara Su nombre a Moisés es porque Él quiere que Su pueblo lo conozca. Dios quería decirnos que Él siempre ha sido, está presente hoy y siempre va a estar. Él es Yahvé. Pero tú, aparte de tu nombre, ¿quién eres?
Somos hombres en un proceso de construcción hasta que un día seamos transformados cuando logremos ver a Cristo, cara a cara, cuando Él regrese a reinar
Muchos problemas que tendrás en tu vida nacen de la lucha por definir quién eres. Cuando no conocemos nuestra identidad, buscamos desesperadamente a alguien o algo que nos defina. Cuando buscamos aquello que nos define, estamos buscando nuestro valor. Cuando buscamos nuestro valor es porque anhelamos ser amados. Pero ¿tú qué crees sobre ti mismo? ¿Qué es lo que te define? ¿Quién te dijo eso? ¿Cómo lo sabes?
Él te llamó antes de que tú te conocieras
Hay muchas personas que se identifican como cristianos en nuestro mundo. De hecho, es la religión más grande y con más seguidores. Pero cuando vemos lo que Jesús enseñaba a Sus primeros seguidores, notamos que los invitó a seguirlo antes de que tuvieran todas las respuestas. Jesús incluso los invitó a seguirlo antes de que ellos creyeran en Él. Jesús invitó a estos hombres (entre ellos, varios adolescentes) a tomar una decisión trascendental, dejando su comodidad y sus sueños para embarcarse en un camino de ser «un discípulo».
Si crees en Dios, entiendes el evangelio, pero aún no sabes quién eres realmente, el proceso de caminar con Jesús te mostrará lo que falta entender
Como un profesional toma un aprendiz para enseñarle todo lo que sabe, Jesús tomó a estos hombres de diferentes trasfondos, talentos, debilidades y personalidades para ser sus aprendices. Más que un título que nos ponemos porque vamos a una iglesia, Jesús nos invita a ser Sus aprendices. Si crees en Cristo, no solo puedes agregar un título a tu nombre, sino que tu identidad se transforma para ser Su aprendiz.
Jesús nos invita a una vida 100 % entregada a Él y a Su causa. Hay una gran diferencia entre decir que creemos en Dios y seguir a Jesús con nuestras vidas completas.
Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es (1 Jn 3:2).
Cuando Juan describe que somos hijos de Dios (si hemos creído en Cristo), también menciona que una parte de nuestra identidad está bajo construcción. No vamos a ver la obra terminada de este lado de la eternidad. Somos hombres en un proceso de construcción hasta que un día seamos transformados cuando logremos ver a Cristo, cara a cara, cuando Él regrese a reinar.
Si crees en Dios, entiendes el evangelio, pero aún no sabes quién eres realmente, el proceso de caminar con Jesús te mostrará lo que falta entender. El trabajo que tenemos por delante no es tener todas las respuestas para decir sí a Jesús, sino presentar nuestro sí como el inicio de un camino repleto de preguntas y respuestas.