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No dejes el ministerio a los jóvenes solo en manos del líder de jóvenes

Las conversaciones antes y después de los servicios proporcionan los ladrillos para construir relaciones con la familia de la iglesia. Tanto si se trata de intercambiar una sonrisa y un saludo afectuoso, como de pedir información actualizada sobre un problema de salud, saber cómo se encuentra un amigo cuyo cónyuge está de viaje o conocer una cara nueva por primera vez, ¡las oportunidades de conexión son infinitas!

Quizás tengas tus propios ejemplos de cómo construir relaciones en los diferentes espacios de tu tiempo en la iglesia cada semana. Pero aquí hay una pregunta para considerar: ¿Tus esfuerzos semanales por fomentar la comunión en la iglesia incluyen a los jóvenes de tu congregación?

Quizás asumes instintivamente que el pastor de jóvenes o el maestro de la escuela dominical se relaciona con los jóvenes de manera más efectiva que tú. Tal vez pienses que los jóvenes no quieren hablar con los adultos. Cualquiera que sea la razón, según mi experiencia, con frecuencia la intencionalidad relacional no se extiende a los jóvenes en nuestras iglesias. Hay dos razones por las que es importante involucrar a los jóvenes y dos consejos prácticos para hacerlo.

Razones para involucrarse

1. Es nuestro deber como cristianos.

Jesús resumió nuestros principales deberes en dos mandamientos muy conocidos: amar a Dios y amar a las personas. Leemos en los evangelios que cuando Jesús hablaba de amar a los demás, hacía énfasis en amar a los más pequeños. Amar a todas las personas, pero específicamente a los marginados o a los que no tienen tanto para darte a cambio. Además, Jesús prestó especial atención a los niños, abriendo los brazos de par en par para que se acercaran y reprendiendo a los discípulos por ahuyentarlos (Mt 19).

Como seguidores de Jesús, lo imitamos cuando amamos a los jóvenes en nuestras iglesias

Como seguidores de Jesús, lo imitamos cuando amamos a los jóvenes en nuestras iglesias. Cuanto más aprendemos sobre lo que disfrutan, temen y experimentan, más oportunidades tenemos de animar, orar y alegrarnos. Llegar a conocer a los niños y adolescentes es a menudo mucho trabajo con poco retorno relacional, pero caminamos en obediencia a los mandamientos de Dios mientras buscamos conocer y amar desinteresadamente a los jóvenes que nos rodean.

2. Es nuestro deleite como miembros de la iglesia.

Si eres miembro de una iglesia local, lo más probable es que hayas hecho un pacto con un grupo de personas para ser una familia espiritual, lo que incluye acompañar a los padres en la crianza de sus hijos en el Señor. El pacto de mi iglesia dice: «Nos esforzaremos por guiar a los que están bajo nuestro cuidado en la crianza y amonestación del Señor, así como por buscar la salvación de nuestros familiares y amigos».

No debemos asumir que el maestro de escuela dominical o el pastor de jóvenes son los únicos responsables de enseñar, conocer e invertir en los jóvenes. No importa si permaneces en una congregación durante meses o décadas, tienes la oportunidad de desempeñar un papel fundamental en la vida de los jóvenes mientras crecen físicamente y, si el Señor quiere, también espiritualmente.

Una gran cantidad de estudios señalan los beneficios de los adultos no paternos en la vida de niños y adolescentes. Piensa en los adultos que tuvieron una influencia significativa en tu vida mientras crecías. Ya sean profesores, pastores, entrenadores o miembros de la familia, estas personas se tomaron el tiempo de conocerte así como de señalar tu potencial y tus dones.

Trabajo brindando consejería para adolescentes y regularmente explico a los padres que no estoy diciendo nada mágico, solo soy una voz diferente que anima y dice las mismas cosas que ellos han dicho muchas veces a sus hijos. No hay nada más espectacular que ser testigo de una vida transformada por el poder del evangelio y, como adulto en la iglesia, estás en una situación única para desempeñar un papel activo en este proceso a favor de los jóvenes de tu congregación.

Consejos prácticos

1. Conoce a los jóvenes pensando en el largo plazo.

Empieza por aprender los nombres y las edades de los jóvenes de tu congregación. Observa a los jóvenes que están solos y salúdalos, tal vez expresando tu alegría de tener la oportunidad de conocerlos.

Es de esperar que sea un encuentro un tanto torpe, pero no te rindas si la primera interacción parece forzada. Los jóvenes rara vez interactúan con habilidades sociales desarrolladas. El córtex prefrontal, responsable de la mayor parte de la interacción social, no está completamente formado hasta aproximadamente los veinticinco años. Mi hija de cuatro años espera su grupo de juego con más ganas que la navidad, pero cuando saluda a sus amigos en la puerta, a menudo se esconde detrás de mi pierna y ni siquiera sonríe. Los padres han compartido conmigo historias similares sobre sus adolescentes que se reúnen conmigo para el discipulado y la consejería.

Acércate pacientemente a los jóvenes pensando en el largo plazo. Si el Señor lo permite, tienes años para ver crecer a los jóvenes que te rodean, así que trabaja para ganarte poco a poco su confianza con el paso del tiempo, más allá de los resultados que percibas de una sola conversación.

2. Haz que los jóvenes se sientan valorados como portadores de la imagen de Dios.

Los jóvenes tienen un sexto sentido para detectar la autenticidad y el cuidado. Procura transmitirles entusiasmo simplemente por lo que son: portadores de una imagen creada a semejanza de Dios. Los jóvenes de tu congregación representan la próxima generación de seguidores de Cristo que proclamarán el glorioso mensaje del evangelio por todo el mundo.

Dirígete hacia los jóvenes, recordando la oportunidad única que tienes como adulto que no es uno de sus padres

Como miembro adulto de la iglesia, se te ha dado la humilde responsabilidad de dar forma a la manera en que los jóvenes ven el cuerpo de Cristo. Sé lento para corregir o comentar el mal comportamiento y rápido para encontrar gracia en la vida de los jóvenes. Haz preguntas abiertas que comiencen con: «Háblame de…» o «¿Qué es lo que más te gusta de…?». Descubre lo que les entusiasma y cómo Dios les ha dotado. A medida que vayas conociendo a los jóvenes, deja que ellos sean los expertos y pídeles sus conocimientos sobre todo, desde Pokémon hasta la elaboración de brazaletes, pasando por los videojuegos o TikTok.

No te acerques solo a los jóvenes que parecen estar interesados en asuntos espirituales, sino también a los que parecen desear estar en cualquier lugar menos en la iglesia. Dirígete hacia los jóvenes, recordando la oportunidad única que tienes como adulto que no es uno de sus padres, buscando dejar un maravilloso aroma de la iglesia estampado en sus mentes y corazones.

Solo hazlo

Al considerar la posibilidad de acercarte a los jóvenes en tu iglesia, recuerda la frase que Nike popularizó hace años: «Solo hazlo». Sé consciente de los jóvenes que te rodean y procura crecer en el desarrollo de habilidades de acercamiento. No pienses demasiado ni te esfuerces en exceso. Acércate a un grupo de jóvenes y pregúntales cómo les ha ido la semana y no te ofendas si te miran extrañados. Sonríe y dile a la niña sentada pacientemente mientras su madre habla, que te anima mucho su dominio propio. Fíjate en el chico que está sentado solo sin nadie con quien hablar y pregúntale qué espera con emoción la próxima semana.

Como escribe la consejera y autora Julie Lowe: «Trabajar con jóvenes puede parecer un don innato dado por Dios, pero en realidad es una experiencia y aptitud fomentada que crece cuando nos comprometemos a conocer y amar bien a esta comunidad». No asumas que los demás tienen todo cubierto. Muévete hacia los jóvenes de tu iglesia y ora para que el Espíritu Santo utilice tu cuidado para ablandar los corazones, hablar la verdad y quizás incluso ayudar a que alguien entienda por primera vez el evangelio.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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