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“Cuando Dios cierra una puerta, Él abre una ventana, ¿cierto?”, dijo la autora como si hubiese escrito una frase antigua. Después de escuchar a su esposo contarle cómo él perdió una importante entrevista de trabajo debido a una falla del carro, esta madre de seis se recordó a sí misma de la buena providencia de Dios: si Dios dice que “no” a una oportunidad, puedes estar seguro de que Él tiene otra para ti en fila.

Esto es confortante.

Sin embargo, como muchas otras frases que aparentan ser bíblicas, en realidad esta frase no está en la Biblia. No está mal por esa razón, pero tampoco debemos abrazar dichos similares porque tienen cierto parecido al Nuevo Testamento.

El mundo está lleno de clichés religiosos, y debido a que son breves y pegajosos, poseen un poder único de colarse en nuestro pensamiento y darle forma a nuestra intuición espiritual. Sin querer, empezamos a ver el mundo y a tomar decisiones conforme a la lista de clichés ingeniosos en vez de usar la Palabra de Dios.

¿Qué tiene de malo?

El que sean pegajosos no es el problema. Las Escrituras nos proveen una abundancia de dichos cortos, sabios, y serios que Dios pretende que nosotros atesoremos en nuestro corazón. El ejemplo más obvio es el de los Proverbios, pero los profetas y los apóstoles también muestran habilidad salomónica al expresar líneas penetrantes.

El problema no es la forma; es el contenido. La pregunta que debemos hacer es: ¿Esta declaración, “cuando Dios cierra una puerta, Él abre una ventana”, refleja con exactitud lo que las Escrituras nos enseñan acerca de la providencia de Dios en nuestras vidas?

La remoción de obstáculos no es necesariamente una señal de que Dios nos ha ‘abierto una puerta’

En primer lugar, la expresión de “puertas abiertas” se encuentra en el Nuevo Testamento. Cuando Pablo y Bernabé regresaron a Antioquía, ellos atribuyeron su reciente éxito misionero a que Dios “había abierto a los gentiles la puerta de la fe” (Hch. 14:27). Pablo le dijo a los corintos que se le había abierto una puerta para el servicio eficaz en Éfeso (1 Co. 16:9). Usó el mismo lenguaje para describir una oportunidad en Troas (2 Co. 2:12) y le pidió a los colosenses que oraran para que Dios abriera una puerta para mayores oportunidades evangelísticas.

En segundo lugar, Dios está por nosotros y lleva a cabo su providencia con nuestro bien específico en mente (Ro. 8:28). Así que la idea detrás de aquella declaración, en la medida en que reconoce la disposición de Dios de mostrar bondad a sus hijos, es sana. Aunque el mal acampe contra nosotros, Dios está obrando esas pruebas para nuestro beneficio porque nos ama.

¿Son siempre buenas las puertas abiertas?

Pero eso no es todo lo que las Escrituras nos enseñan. Aún la declaración de Pablo sobre Dios obrando todo para nuestro bien (Ro. 8:28) puede ser adoptada como una garantía de que mi recién accidente automovilístico traerá como resultado una camioneta mediana más nueva y mejor. El propósito principal de la providencia de Dios no es aumentar nuestra comodidad material. La manera en que las Escrituras definen lo que es “bueno”, y cómo nos enseñan a interpretar las llamadas “puertas abiertas”, es tan vital como memorizar pasajes bíblicos populares. 

Contrario a lo que piensa la mayoría, lo que nosotros percibimos como puertas abiertas puede no indicar que estamos caminando en la voluntad de Dios. Por ejemplo, cuando Dios le ordenó a Jonás ir a predicar a Nínive y él huye a Tarsis, ¿fue su habilidad de localizar un barco con destino a Tarsis, sin impedimento alguno, una indicación que Dios había abierto una puerta para él? No.

¿Fueron la tierra fructífera, las grandes riquezas, y grandes ahorros del hombre rico una indicación de que él estaba caminando en cercanía con Dios y que debía jubilarse temprano? Ni cerca. La remoción de obstáculos no es necesariamente una señal de que Dios nos ha “abierto una puerta”.

¿Son siempre malas las puertas cerradas?

Tampoco debemos ver la oposición como una indicación de que Dios ha cerrado una puerta. Cuando Pablo le dijo a los corintos que Dios había abierto una puerta para el servicio eficaz, él añadió: “también hay muchos adversarios” (1 Co. 16:9). El hecho de que Dios abra una puerta puede significar que los problemas nos esperan al cruzar al otro lado del umbral. Una pérdida de paz tampoco quiere decir que una puerta se haya cerrado. Se abrió una puerta para el ministerio en Troas, pero el alma de Pablo estaba inquieta hasta que localizó a Tito, así que se fue y se dirigió a Macedonia (2 Co. 2:12-13).

Es posible experimentar oposición divina a nuestros planes. Cuando nos movemos adelante con orgullo y arrogancia, la vida puede estar llena de problemas innecesarios (Stg. 4:6). Buscar una ventana abierta no te hará nada bien hasta que no hayas lidiado con tu orgullo.

Buscar una ‘ventana abierta’ no te hará nada bien hasta que no hayas lidiado con tu orgullo

La pereza a menudo introduce imprevistos irritantes a nuestras vidas diarias, y los setos de espinos a menudo se ven como puertas cerradas (Pr. 15:19). El perezoso continuará esperando por circunstancias más fáciles cuando Dios simplemente espera que él ejercite su diligencia empoderada por el Espíritu y empiece a abrir algunas ventanas él mismo.

Evaluando las puertas y las ventanas

Así que, ¿cómo discernimos las puertas cerradas y las ventanas abiertas? En vez de confiar en lo que nosotros percibimos como circunstancias favorables y luego llamar esas situaciones puertas abiertas o ventanas de plan B, Dios nos llama a alinearnos con su voluntad como es revelada en la Escritura y a juzgar nuestro contexto adecuadamente.

Puede ser que lo que juzguemos como una puerta cerrada es la oposición normal que viene de vivir en un mundo caído; las espinas y los cardos nos afligen a todos (solo que afligen al perezoso más agudamente). Una supuesta puerta cerrada puede ser el tipo de dificultad que un soldado experimenta cuando entra a territorio enemigo. Nuestros planes para el ministerio del evangelio con frecuencia serán opuestos por las fuerzas espirituales de maldad (Ef. 6:10-20). No debemos esperar lo contrario.

También es posible que Dios pueda, por un tiempo, dejarnos en una habitación con la puerta cerrada firmemente, sin la frescura de la ventana abierta. Job estaba caminando en la voluntad de Dios, sin embargo fue atribulado con una serie de pruebas extremas. Él buscó ansiosamente por una ventana, pero todo estaba sellado herméticamente y cerrado con clavos. Cuando Dios cierra una puerta, Él puede dejarte en la oscuridad por una temporada hasta que Él te hable desde el torbellino.

Dios puede, por un tiempo, dejarnos en una habitación con la puerta cerrada firmemente, sin la frescura de la ventana abierta

“Cuando Dios cierra una puerta, Él abre una ventana” no es el tipo de sabiduría coloquial sobre la cual edificar tu vida. Es demasiado simplista como para representar la riqueza de la providencia de Dios, y nos engaña haciéndonos pensar que la vida debería consistir en una circunstancia favorable tras otra (o una circunstancia no favorable seguida inmediatamente de una favorable).

Quizás Dios abrió esa ventana para que tengas un lugar en donde tirar clichés que suenan piadosos. Empieza con este.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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