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Nota del editor: 

Este es el sexto artículo de la serie “Diez hechos básicos sobre el canon del Nuevo Testamento que todo cristiano debe memorizar”. Puedes leer el artículo anterior aquí.

Esta serie está diseñada para introducir a los cristianos laicos a los hechos básicos sobre el desarrollo del canon del Nuevo Testamento. Uno de los puntos principales en cualquier conversación sobre el canon es el llamado fragmento muratoriano (también conocido como el canon muratoriano). Este fragmento, nombrado en honor a su descubridor, Ludovico Antonio Muratori, contiene el listado más temprano de los libros del Nuevo Testamento. Aunque el fragmento en sí data del siglo VII u VIII, el listado allí contenido fue escrito originalmente en griego y data de los finales del segundo siglo (c. 180).

Algunos han argumentado que el listado debería tener fecha del siglo IV (por ejemplo, Sundberg y Hahneman), pero el consenso de los académicos de hoy aún colocan el listado en el segundo siglo. Joseph Verheyden resume el debate moderno de la siguiente manera: “Ninguno de los argumentos ofrecidos por Sundberg y Hahneman a favor de un origen oriental del siglo IV, son convincentes”.[1]

Vale la pena resaltar, para nuestro objetivo aquí, que el fragmento muratoriano menciona 22 de los 27 libros del Nuevo Testamento. Estos incluyen los cuatro Evangelios, Hechos, las 13 cartas de Pablo, Judas, 1 Juan, 2 Juan (y posiblemente 3 Juan), y Apocalipsis. Esto significa que el núcleo del Nuevo Testamento estaba ya establecido en un momento increíblemente temprano (finales del segundo siglo).

Por supuesto, debe reconocerse que el canon muratoriano también parece afirmar el Apocalipsis de Pedro. Sin embargo, el autor del fragmento inmediatamente expresa que algunos tienen dudas acerca de este libro. Estas dudas finalmente han prevalecido y el Apocalipsis de Pedro nunca ha sido ampliamente afirmado por la iglesia primitiva, y nunca consiguió un lugar definitivo en el canon.

Desde temprano, había un núcleo de libros del Nuevo Testamento sobre el cual existía un acuerdo y que nadie realmente debatía

El hecho de que hubo algún desacuerdo en este periodo sobre algunos de los libros “periféricos” no debería sorprendernos. Llevó algún tiempo para que el asunto del canon quedara decidido. Sin embargo, este desacuerdo incidental no debería hacernos obviar la amplia y extensa unidad de los cristianos primitivos sobre los libros “principales” del Nuevo Testamento.

Si hubo un canon principal desde un tiempo muy temprano, entonces podemos derivar dos implicaciones significantes de esto. En primer lugar, esto significa que la mayoría de los debates y desacuerdos acerca de los libros canónicos en el cristianismo primitivo tuvieron que ver solamente con unos pocos libros. Libros como 3 Juan, Santiago, 2 Pedro, etc. El cristianismo primitivo no era una “feria literaria al gusto de cada quien” donde no había acuerdo en casi nada. En cambio, había un núcleo sobre el cual existía un acuerdo y que nadie realmente debatía.

En segundo lugar, si hubo una colección principal de libros del Nuevo Testamento, entonces la trayectoria teológica del cristianismo primitivo había sido establecida antes de que se resolvieran los debates sobre los libros periféricos. Así que, sin importar el resultado final sobre las discusiones sobre libros como 2 Pedro o Santiago, las doctrinas básicas acerca de la persona de Cristo, la obra de Cristo, el medio de salvación, etc., ya estaban aclaradas y establecidas. La aceptación o rechazo de libros como 2 Pedro no cambiarían este hecho.

Por ende, el fragmento muratoriano se queda como un recordatorio de dos asuntos importantes. En primer lugar, los cristianos sí han tenido desacuerdos acerca de los libros de vez en cuando. Eso era algo inevitable, particularmente en las primeras etapas. Pero este listado también nos recuerda de un segundo asunto (y más fundamental), a saber, que desde muy temprano hubo un amplio acuerdo acerca de lo principal del canon.


[1] Verheyden, “Canon Muratori,” 556.


Publicado originalmente en el blog de Michael J. Kruger. Traducido por Voicu Casian.
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