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Señores, seamos sinceros. Si la rendición de cuentas de un pastor no se da en la iglesia local, probablemente no es una rendición de cuentas real. Podría dar la ilusión de serlo, de manera que se pueda hablar en esos términos, pero sin entrar de lleno en lo sustancial.

Aquí está el problema: no todos son claros en lo que quieren decir cuando usan el término “rendición de cuentas”. Permítanme sugerir cuatro valores que debemos buscar experimentar en la rendición de cuentas dentro de una pluralidad de ancianos en una iglesia local: intencionalidad, apertura, acercamiento, y apelación.

Debajo veremos un poco acerca de estos valores. Pero primero, hay un principio supremo que nunca debemos pasar por alto. La humildad es el secreto que subyace en las relaciones de rendición de cuentas en amor, donde los ancianos crecen más en su amor por Jesús, sus esposas, y el ministerio.

Aceite lubricante para motor

La humildad es el aceite que lubrica el motor de la pluralidad. Cuando uno considera todas las opciones de gobierno que Dios pudo haber escogido para gobernar las iglesias, sospecho que escogió la pluralidad porque Él ama la humildad. Y la pluralidad no puede trabajar sin humildad, porque en la pluralidad Dios impone una estructura de gobierno que no puede ser efectiva sin asumir valores humildes. Dios ama la unidad, así que nos llama a la pluralidad donde debemos perseverar humildemente el uno con el otro para funcionar efectivamente.

Dios ama hacernos mas santos, así que nos une a hombres que nos harán madurar. Dios ama la paciencia, así que impone una manera de gobernar que requiere oír humildemente y una confianza en que Dios está obrando en la vida de otros.

Dios ha decidido que la iglesia sea gobernada en maneras que valoran los fines, pero también los medios. Quiere decir que Dios valora la toma de decisiones, pero también valora la manera en que nos relacionamos el uno con el otro en el proceso. A menudo pensamos que lo “mejor” en nuestra política de iglesia es la manera más eficiente, fácil, o efectiva de hacer algo. En lugar de ello, la manera de Dios es la manera más bella.

El estándar de la belleza es Dios: la interacción de su propia unidad, diversidad, y armonía.

Dios hizo que la pluralidad saludable dependa de la rendición de cuentas porque Él ama la humildad.

Dios pone juntos a hombres diversos con diferentes dones quienes tienen opiniones firmes, y luego insiste en su unidad. Esto no siempre se ve o siente “bello”. Pero Dios aun así encarga que los ancianos dirijan la iglesia. Mientras la dirigen, también son llamados a madurar en su ejercicio de autoridad al mantener una rendición de cuentas y responsabilidad mutua entre ellos. La única esperanza para que una dinámica así exista en un grupo es hacer de la humildad nuestro objetivo.

“Pero a éste miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra”, Isaías 66:2.

Dios hizo que la pluralidad saludable dependa de la rendición de cuentas porque Él ama la humildad. Ahora, veamos los cuatro valores de la rendición de cuentas.

1. Intencionalidad

Esto significa que tendré un contexto definido, regular, y consistente en mi vida donde personas que me conocen puedan animarme, orar por mí, y entender la forma en que soy tentado. Podría decir: “Amo a mi esposa lo suficiente, a mi familia lo suficiente, a la iglesia lo suficiente, y temo a Dios lo suficiente, por lo que en verdad definiré los contextos para mi rendición de cuentas”.

En lugar de compartir de manera general o en vagas generalidades, o usando palabras neutras que remuevan cualquier significado de mi propia acción moral, voy a asegurarme de que me conozcan profundamente, hasta donde soy más tentado. De esta manera, ellos pueden orar por mí, animarme en mi crecimiento, y preguntarme cómo voy.

Debemos enfocarnos en todas las áreas que podrían potencialmente detonar nuestra familia o ministerio, y definir cuándo y dónde se discutirán. Eso es intencionalidad.

2. Revelación propia

La revelación propia trae humildad al hacerte responsable de humildemente abrir tu alma a aquellos a quienes rindes cuentas. Tus hermanos ancianos no son fiscales que interrogan tu vida. En lugar de ello, eres un testigo de tu propia vida, compartiendo sinceramente, con libertad, y con alegría, con poca o ninguna provocación.

Nos acercamos a otros dándonos a conocer primero. En mí está la responsabilidad de revelar mis alegrías y batallas.

En Cristo, tenemos la revelación propia de Dios (Jn. 1:18). Jesús es Dios moviéndose hacia nosotros, dándose a conocer. Esa apertura vino de la encarnación al comunicarnos que también nosotros queremos experimentar una comunidad profunda. Nos acercamos a otros dándonos a conocer primero. En mí está la responsabilidad de revelar mis alegrías y batallas.

Esta pequeña diferencia en cómo vemos la revelación propia resulta en un acercamiento en mucha mayor gracia hacia la rendición de cuentas, y respeta la relación del creyente con Dios. Detrás de este valor hay una confianza en que la obra de Dios en nuestras vidas nos lleva hacia una vida honesta ante Él y hacia el prójimo. Al darle importancia a nuestra apertura, crea un ambiente donde la rendición de cuentas no está hecha para encontrar pecado, o estaríamos asumiendo el rol del Espíritu Santo. En lugar de ello, se transforma a un contexto donde se confía en la Palabra de Dios, y anima el ejercicio de la humildad. Cuando revelo mi responsabilidad, es más fácil para otros hacerme preguntas sobre mi alma, mi matrimonio, la crianza de mis hijos, mi ministerio, o que compartan lo que piensan de mí.

3. Acercamiento

Ken Sande describe muy bien la importancia de conducirnos de una manera que nos haga cercanos, generosos, y fáciles de entablar una conversación, incluso si nuestra conversación es sobre algo difícil. Él explica que cuando vivimos humildemente, mostramos apertura, y nos volvemos más como Cristo, pues obtenemos un “pasaporte” a la vida de otros. Este es un concepto importante para cualquiera que quiera experimentar una rendición de cuentas genuina, significativa, y fructífera.

Pertenecer simplemente a un grupo no es un pasaporte a la vida de otros. Un pasaporte te autoriza entrar y viajar en una tierra extranjera. De manera similar, si somos intencionales, nos abrimos y acercamos el uno al otro, obtenemos pasaportes a la vida de otros en el grupo. Estos pasaportes son concesiones de confianza ganados cuando otros sienten que pueden confiar en nosotros con su propia apertura y cuidado de sus almas en medio de sus luchas.

Cuando quieras experimentar una rendición de cuentas verdadera y retroalimentación útil de otros, deberás dejarte conocer por alguien cercano y confiable.

4. Apelación

Este valor final reconoce que la rendición de cuentas es difícil y a veces necesita ayuda. Tal vez la experiencia de estar en comunidad se rompe debido a un conflicto que no puede resolverse, o quizá una persona se siente etiquetada por algo que hayan confesado. Tal vez es algo más serio: parece que te vieron en pecado y el grupo se siente sin posibilidad de ayudar, o tu esposa se siente atrapada por algún patrón de comportamiento que estás ejerciendo en el hogar y no sabe qué hacer.

El valor de la apelación dice: incluso antes que empecemos nuestro grupo, estamos de acuerdo en que un llamado de ayuda puede ser necesario, y vamos a definir a la persona o grupo dentro de la iglesia a quien apelaremos.

La apelación indica que buscar ayuda de afuera no es una traición o difamación, sino que a veces es necesario cuando pecadores están intentando ayudarse uno al otro.

La apelación indica que estamos acordando de inicio que no permitiremos que nuestros hogares se vuelvan fuertemente controlados, con sistemas cerrados; sino que nuestras esposas pueden acudir a otros por ayuda si sienten esa necesidad.

Nuestros ciclos de rendición de cuentas pueden ser apelados si algo se convierte en un ancla. El valor de la apelación anticipa que a veces somos ciegos y necesitamos ayuda, y en ese momento, estamos menos dispuestos a buscarla. Así que hoy acordamos protegernos (y a aquellos que amamos) para ese momento.

Busca la humildad

Los ancianos necesitan humildad como un motor necesita aceite. Sin humildad, es inevitable un colapso. Una manera importante de buscar la humildad es a través de la rendición de cuentas. Hermanos, valoren la rendición de cuentas y aprendan a verla como un engranaje vital en el motor de una pluralidad sana.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Harold Bayona.
Imagen: Lightstock.
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