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Nota del editor: 

Este artículo está adaptado de la Introducción en la ESV Gospel Transformation Study Bible (Crossway, 2019) y se publica en colaboración con Crossway.

Debemos estar dispuestos a aprender los principios de interpretación redentora que los escritores del Nuevo Testamento emplearon y ejemplificaron.

De estos principios aprendemos que el enfoque más común para comprender la naturaleza redentora de todos los textos bíblicos es identificar cómo la Palabra de Dios predice, prepara, refleja, o resulta en la persona y obra de Cristo.

Estas cuatro categorías que explican el evangelio no pretenden ser exhaustivas o mantenerse rígidamente separadas, pero sí nos ayudan a explicar cómo todas las Escrituras dan testimonio de quién es Cristo y cuál es su obra.

1. Algunos pasajes, como las profecías y los salmos mesiánicos, predicen claramente quién es Cristo y qué hará

Isaías escribió sobre el Mesías: “se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. El aumento de Su soberanía y de la paz no tendrán fin” (Is. 9:6–7). Esta es una clara predicción de la persona y el trabajo de Jesús, y hay muchas más predicciones en las partes proféticas de las Escrituras.

2. Otros pasajes preparan al pueblo de Dios para entender la gracia que Dios da para redimir

Cuando David le demuestra misericordia al nieto cojo del rey Saúl (un descendiente de la casa real quien sería el rival por el trono de Israel a la descendencia de sangre de David) entendemos algo acerca de la manera en que Dios perdona a los enemigos y muestra misericordia hacia los indefensos.

La gracia no aparece de sorpresa en el Nuevo Testamento. El pueblo de Dios se preparó durante milenios para comprender y recibir la gracia de Cristo.

Muchos pasajes del Antiguo Testamento no solo preparan al pueblo de Dios para entender la gracia de Su provisión, sino que también preparan a la gente para entender su necesidad. Cuando Pablo escribe en Gálatas 3:24 que la ley era nuestro maestro o guardián que nos ayuda a llevarnos a Cristo, entendemos que las normas altas y santas de la ley nos preparan para buscar la provisión de la misericordia de Dios, en lugar de depender de nuestro desempeño para hacernos aceptables ante Él. El sistema de sacrificios nos prepara aun más para entender que sin el derramamiento de sangre no hay expiación debido a nuestra incapacidad de guardar la ley (Heb. 9:22). Y puesto que la fe de Abraham le fue contada como justicia, podemos entender que nuestra posición ante Dios depende de confiar en la provisión de otro (Ro. 4:23–24).

La gracia no aparece de sorpresa en el Nuevo Testamento. El pueblo de Dios se preparó durante milenios para comprender y recibir la gracia de Cristo.

3. Debido a que la gracia es la clave para entender el propósito de Dios, el cual culmina en Cristo, los aspectos del evangelio se reflejan en toda la Escritura.

Cuando un texto ni predice ni prepara claramente para la persona o la obra de Cristo, las verdades redentoras reflejadas siempre se pueden discernir al hacer dos preguntas que son buenas para cualquier texto:

  • ¿Qué refleja este texto sobre la naturaleza del Dios que provee redención?
  • ¿Qué refleja este texto sobre la naturaleza de la humanidad que requiere redención?

Estas preguntas son los lentes a través de las cuales podemos ver cualquier pasaje para ver qué refleja sobre la naturaleza de Dios o la naturaleza humana. Inevitablemente, estos lentes nos permiten ver que Dios es santo y nosotros no, o que Dios es soberano y nosotros vulnerables, o que Dios es misericordioso y necesitamos su misericordia. Estas lentes de lectura nos hacen conscientes de la necesidad que tenemos de la gracia de Dios para compensar nuestro pecado e incapacidad. Quizá no se mencione a Cristo específicamente en el texto, pero el reflejo de la naturaleza de Dios y la nuestra hace evidente la necesidad de Su gracia.

El uso de estas lentes de lectura en todo el Antiguo y Nuevo Testamento nos permitirá ver la bondadosa naturaleza de Dios que proporciona redención al dar fuerza a los débiles, descanso a los cansados, liberación a los desobedientes, fe a los infieles, alimento a los hambrientos, y salvación a los pecadores. También aprendemos algo sobre la naturaleza humana, pues se requiere de la redención cuando los héroes fallan, los patriarcas mienten, los reyes caen, los profetas se acobardan, los discípulos dudan, y el pueblo del pacto se vuelve idólatra. Estas lentes nos impiden ver a los personajes en la Biblia solo como héroes morales a quienes debemos emular, y más bien los muestran como hombres y mujeres con defectos y necesidad de la gracia de Dios.

Cada texto, visto en su contexto redentor, refleja un aspecto de la condición caída de la humanidad que requiere de la gracia de Dios. Centrarse en esta condición caída hará que los lectores consideren la solución divina que es característica de la gracia que tiene su culminación en la provisión del Salvador.

4. Entenderemos la manera en que el mensaje redentor de Dios se muestra en las Escrituras a través de textos que resultan de la obra de Cristo a nuestro favor

Somos justificados y santificados como resultado de la obra expiatoria de Cristo y su morada espiritual en nosotros. Nuestras oraciones son oídas como resultado de su intercesión sacerdotal por nosotros. Nuestras voluntades se transforman como resultado de nuestra unión con Él. Adoramos como resultado de la provisión que la gracia de Dios hace en cada aspecto de nuestra salvación.

En última instancia, ¿cómo podemos entender bíblicamente la manera en que nuestras acciones y nuestro estado espiritual son el resultado de la gracia? Al mantener el orden de los imperativos e indicativos de las Escrituras. Los imperativos (lo que debemos hacer) son siempre una consecuencia de los indicativos (quiénes somos por la provisión de la gracia de Dios); lo que hacemos nunca es la causa de quiénes somos con respecto a nuestro estado eterno en el reino y la familia de Dios. Obedecemos como resultado de ser amados por Dios, no para hacer que Dios nos ame. Su gracia hacia nosotros precede, capacita, y motiva nuestros esfuerzos hacia la santidad.

Obedecemos como resultado de ser amados por Dios, no para hacer que Dios nos ame. Su gracia hacia nosotros precede, capacita, y motiva nuestros esfuerzos hacia la santidad.

Un ejemplo clave de los imperativos que fluyen de los indicativos ocurre cuando Dios le da los diez mandamientos a su pueblo. Él no condiciona Su amor dependiendo de la obediencia de ellos. Primero declara: “Yo soy el SEÑOR tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud” (Dt. 5:6), y luego Él da los mandamientos. Él rescató a su pueblo antes de que le obedecieran. Su obediencia se esperaba como consecuencia de recibir la liberación de Dios, no como una condición para obtenerla. Al comprender este patrón redentor consistente en las Escrituras, no solo tenemos una herramienta para entender la estructura de la Biblia, sino que también tenemos una manera de ver la gracia del evangelio incluso en pasajes dominados por mandatos divinos.

¿Y por qué es tan importante este patrón indicativo/imperativo? Porque la gracia no es solo lo que fundamenta los imperativos de Dios, sino también es el poder supremo que nos permite vivir esos estándares, ya que somos transformados desde adentro hacia afuera.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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