¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×
Nota del editor: 

Este es un fragmento del libro Puro sexo puro: Un regalo de Dios para toda mujer que anhela un matrimonio pleno (Editorial Vida, 2022).

Hay muchas situaciones en nuestras vidas que no están descritas en la Biblia de manera específica, por ejemplo, mudarte de casa o de país, cambiar de trabajo, elegir el centro escolar donde poner a tus hijos, etc. Sin embargo, en la Palabra de Dios encontramos principios generales que nos guían en sabiduría para poder obedecer al Señor en esas situaciones particulares.

Ahora bien, estos son tres principios bíblicos sobre la sexualidad en el matrimonio:

1) Exclusividad sexual

Jesús afirmó: «Ustedes han oído que se dijo: “NO COMETERÁS ADULTERIO”. Pero Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón» (Mt 5:27-28).

El sexo es exclusivo para el disfrute de los esposos. No hay espacio para nadie más, ni siquiera en tu imaginación

El sexo es exclusivo para el disfrute de los esposos. No hay espacio para nadie más, ni siquiera en tu imaginación. Todo tu cuerpo, incluyendo tu mente, debe estar conectada con tu esposo y viceversa. Dios reprueba que rompas el pacto matrimonial. El adulterio es infidelidad que quebranta la unión de una sola carne con tu esposo. Somos una sola carne porque hacemos un pacto con Dios de ser fieles a nuestro cónyuge al casarnos. Esto significa que renunciamos a los demás hombres para vivir en una unión permanente con uno solo, tu esposo. Cualquier actividad sexual, sea física o imaginaria, que realices con otra persona que no sea tu cónyuge es pecado y Dios lo llama adulterio.

2) No fomentar el egoísmo

No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás (Fil 2:3-4).

Martín Lutero solía decir que el matrimonio formaba el carácter. Entramos en un proceso intensivo de entrenamiento del carácter desde que nos casamos. A partir del primer día de casados brota nuestra tendencia egoísta aun en las pequeñas cosas. A veces expresamos lo que pensamos o sentimos y otras solo queda en nuestros corazones. Nuestras mentes suelen divagar con pensamientos como: «No entiendo por qué mi esposo no hace las cosas como yo le digo. Solo piensa en él y no en mí. Si me ama, se supone que él debería complacerme». Vivimos muy centradas en nosotras mismas, olvidamos que nuestras vidas no son de nosotras, sino de Él cuando venimos a Cristo (1 Co 6:19; cp. 1 Co 7:4).

Crecer en el carácter de Cristo nos da libertad; la madurez cristiana nos capacita para tener vidas más plenas, ya que nos permite vencer el pecado que habita en nosotras

La vida matrimonial nos santifica porque se encarga de empujarnos para que veamos nuestras actitudes pecaminosas. Esto debe ser motivo de gratitud para con Dios porque nos muestra su cuidado al no dejarnos como somos. El Señor extiende su gracia para bendecirnos al transformarnos. Crecer en el carácter de Cristo nos da libertad; la madurez cristiana nos capacita para tener vidas más plenas, ya que nos permite vencer el pecado que habita en nosotras.

3) Uso natural de nuestros cuerpos

Dios creó todas las cosas, incluidos nuestros cuerpos, con un propósito; cada una de ellas muestra sin excepción un diseño inteligente y sabio. Hacer un uso inapropiado o contranatural de cualquier parte de nuestros cuerpos traerá consecuencias, no solo espirituales, sino también físicas.

Recuerda que Dios es sabio y nos pone límites para nuestro bien, límites que aseguran nuestra plenitud y seguridad. Nuestra responsabilidad es cuidar de nuestro cuerpo, valorarlo como un regalo de Dios. Reconocer las habilidades y desarrollar sabiamente las capacidades que nos han sido entregadas en nuestro físico es beneficioso para cada una de nosotras. Por lo tanto, hacer un uso inadecuado de nuestros cuerpos puede ser perjudicial y acarrear consecuencias a mediano y largo plazo.

Cada uno de los órganos sexuales tiene funciones determinadas en el diseño de Dios (algo de lo que hablamos en el segundo capítulo del libro de donde es tomado este fragmento). Existe un despliegue de funciones en secuencia que permiten el flujo de esa respuesta. Además, cada órgano está constituido por una estructura requerida de forma específica para la tarea a realizar. Dios ideó el placer sexual y Él mismo se encargó de que no faltara nada en su diseño perfecto. La manera en que el hombre y la mujer tienen intimidad sexual conforme al diseño de Dios nos muestra sabiduría, propósito y delicada belleza. Cada órgano realiza su función y encaja en un lugar y un momento específico para que los esposos puedan intimar de una forma cómoda, placentera y cercana.

A Dios sí le importa lo que sus criaturas hagan con sus cuerpos. No es bíblica la idea de que mi cuerpo es mío y puedo hacer lo que quiera con él

Toda la creación, incluidos también los órganos sexuales, muestra un diseño inteligente. A pesar de toda esa belleza, que deberíamos disfrutar tal y como nos fue entregada por el Creador, la realidad es que la entrada del pecado trajo consigo el desvío y deterioro del uso natural de nuestros cuerpos con respecto a la intimidad sexual. La Biblia dice que el hombre, en lugar de reconocer a Dios y darle gracias, se envaneció en sus razonamientos, creyó que podía mejorar o ir en contra del diseño de Dios, pero los resultados fueron funestos. Creyendo ser sabios, se hicieron necios (Ro 1:21-22).

En consecuencia, Dios tomó una decisión: «Por lo cual Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos» (1:24). Luego agrega: «Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza» (1:26).

A Dios sí le importa lo que sus criaturas hagan con sus cuerpos. No es bíblica la idea de que mi cuerpo es mío y puedo hacer lo que quiera con él. Dios está pendiente de cada detalle de nuestras vidas y hasta de cada motivación de nuestros corazones.

Creadas con propósito

Fuimos creadas con un propósito eterno y nuestros cuerpos también deben reflejar la sabiduría de nuestro Señor, que es dueño de nuestras vidas. Los textos que acabamos de leer nos permiten ver a un Dios cercano, que está muy atento a la vida de los seres humanos que creó, trayendo plenitud a los que viven conforme a su diseño y consecuencias por el pecado cometido aun en la intimidad sexual. Dios le llama impureza, deshonra y pasión degradante al que hace uso antinatural de su cuerpo en la búsqueda de placer. Son palabras fuertes y no pueden ser llamadas de otra manera. Este tipo de práctica hace de la intimidad sexual un acto sucio, desagradable, doloroso y traumático.

Nada que embarre, degrade o ensucie la belleza de lo creado por Dios debe permitirse en la intimidad de una pareja creada a su imagen. Él no lo pasa por alto porque se trata de una ofensa grave cuando una criatura, diseñada a su imagen con tanto detalle y sabiduría, se rebela contra su Creador y de manera pretenciosa presenta un «mejor plan» a Dios. Su plan es inmejorable porque Él es inmensamente sabio y todopoderoso.


Adquiere el libro: Físico | Kindle

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando