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Cuando escuchamos la historia del Edén es probable que sintamos un anhelo por volver a aquel estado original cuando la humanidad estaba libre de las consecuencias del pecado. Sin embargo, un análisis de los primeros capítulos de Génesis —a la luz de todo el consejo bíblico— puede llevarnos a anhelar algo mucho mejor que el Edén.

Esto es lo que Nancy Guthrie propone en su nuevo libro Mejor que el Edén: Nueve formas en las que la historia bíblica cambia todo sobre tu propia historia (B&H Español, 2022).

Estas son algunas frases destacadas de mi lectura de este libro:


Gracias a Dios, la historia que empezó en Edén no terminó ahí. El plan de Dios para Su mundo y Su pueblo no se vio frustrado por el pecado humano (p. 12).

Cristo vino a lograr lo que se necesitaba para abrirnos el camino a un hogar que será aún mejor que Edén, y a una vida que será todavía mejor que la que disfrutaban Adán y Eva (p. 13).

Estar unido al Cristo resucitado implica que la frescura y la gloria y la vida del mayor Edén irrumpan en tu vida aquí y ahora (p. 13).

Gracias a la disposición del segundo Adán de obedecer en el desierto, se nos abrió un camino de regreso a un jardín aun mejor que el Edén (p. 23).

Cuando Jesús fue crucificado a manos de hombres perversos, el pecado humano, que comenzó en un árbol del Edén, fue abordado en otro árbol, la cruz del Calvario (p. 40).

Dios quiere que portemos Su imagen de manera mucho más intensa, segura, permanente y penetrante de lo que Adán y Eva hicieron en el Edén (p. 56).

Dios, mediante Su Espíritu, está obrando para restaurar Su imagen en ti, de la manera en que fue alguna vez en Edén, pero mejor todavía (p. 57).

nuestro futuro no es volver a la desnudez del jardín del Edén. En cambio, Cristo hizo que fuera posible que todos los que se unen a Él se vistan de inmortalidad (p. 74).

Dios había hecho Su obra para la creación, y después, descansó. El Padre había terminado la obra, pero Adán no. Adán recibió trabajo para hacer en Edén (p. 96).

Esta vida nunca fue creada para llevar una existencia sin rumbo; siempre se dirigió a alguna parte, a un lugar mejor que el Edén (p. 107).

Aunque el Edén fue creado como algo bueno, no era completamente seguro. Allí en el jardín original, Adán y Eva eran vulnerables al mal, al engaño e incluso a la muerte (p. 111).

A través de esta historia de la Biblia, estamos empezando a entender que nuestro anhelo del hogar no es un anhelo de un lugar sino de una persona (p. 135).

Fuimos creados para disfrutar de un ambiente, propósito, satisfacción y de una intimidad con Dios y con los demás incluso mejores de los que disfrutaron Adán y Eva en el Edén (p. 161).

El Edén tenía las semillas de la nueva creación, pero todas ellas explotarán para florecer gloriosas en el cielo nuevo y la tierra nueva (p. 161).

Cuando entremos al nuevo Edén, a nuestro descanso de sabbat, el templo final, la Nueva Jerusalén, empezaremos a experimentar todo lo que Dios siempre quiso para Su pueblo (p. 161).

Mientras que Adán y Eva se volvieron desconformes con la provisión de Dios en el Edén, que era un jardín en medio de un vasto desierto, los que habiten en la nueva creación tendrán contentamiento perfecto (p. 161).

El árbol de la vida en la nueva creación proporcionará una vida abundante y una sanidad eternas para todos los que hayan puesto su fe en la obediencia a Cristo (p. 161).

Mientras que Adán y Eva estaban desnudos y no tenían vergüenza, todos los que están unidos a Cristo estarán vestidos de Su justicia real y nunca más serán vulnerables a la vergüenza (p. 162).

Mientras que Adán fracasó y le echó la culpa a su esposa, nuestro Esposo, Jesús, no fracasará y llevará a Su esposa, la Iglesia, a una nueva ciudad jardín en la que disfrutará de ella para siempre (p. 162).

Cristo completó la obra que el primer Adán no pudo completar, todos los que se unen a Él mediante la fe entrarán a un descanso eterno con Dios (p. 163).

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