Desde el inicio, Satanás ha buscado confundirnos acerca de quiénes somos y desviarnos de la obediencia a Dios.
El caso de Simón el Mago nos presenta una advertencia sobre la fe que no es para salvación. Aún cuando se dice que él creyó, que fue bautizado, y que siguió a Felipe por un tiempo, al final observamos que su corazón no era recto delante de Dios. Mientras tanto, Felipe, como también los cristianos de Jerusalén, nos presenta un ejemplo de fe genuina: aquella fe que nos afirma que somos testigos de Jesús y que nuestra misión es hacer discípulos.
En este sermón, el pastor Fabio Rossi nos lleva a ver la diferencia entre estos dos personajes que encontramos en Hechos 8:4-25. Uno fijó su atención en los milagros, buscando un beneficio personal, mientras que el otro fijó su mirada en Cristo, buscando vivir para Dios.