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Durante los últimos 30 años, he rechazado las críticas que afirman que los cristianos en los Estados Unidos deben abandonar la etiqueta «evangélico». He argumentado que no debemos permitir que las asociaciones políticas o el bagaje cultural nos roben una palabra con un patrimonio teológico tan rico. El término tiene profundas raíces bíblicas e históricas que preceden y trascienden las controversias contemporáneas.

Pero incluso yo tengo que admitir que la etiqueta que tanto me gusta ha perdido casi todo su significado en el contexto estadounidense actual. Lo que antes significaba la adhesión a las verdades bíblicas fundamentales —la autoridad de las Escrituras, la necesidad de la conversión personal, la centralidad de la obra expiatoria de Cristo— ahora funciona más como un identificador político que teológico. Como dijo una vez el historiador Thomas Kidd, «en la jerga de la cultura pop estadounidense, “evangélico” ahora significa básicamente los blancos que se consideran religiosos y votan por los republicanos».

Quizá sea hora de admitir que se trata efectivamente de una etiqueta política, ya que, tal y como revela la encuesta State of Theology [Estado de la teología] de 2025, no parece significar mucho que sea distintivamente cristiano ortodoxo. Como muestra la encuesta, los autoproclamados evangélicos de Estados Unidos sostienen creencias que las generaciones anteriores de cristianos creyentes en la Biblia, con toda razón, hubieran considerado heréticas.

Desastre doctrinal

La encuesta de State of Theology, un proyecto producido por Ministerios Ligonier y Lifeway Research, encuentra que las posturas no ortodoxas son comunes entre los evangélicos. Considera los siguientes desastres doctrinales:

Sobre la naturaleza humana

Casi dos tercios (64 %) de los evangélicos creen que «todos nacen inocentes ante los ojos de Dios», mientras que el 53 % afirma que «todos pecan un poco, pero la mayoría de las personas son buenas por naturaleza». No se trata simplemente de un matiz teológico erróneo, sino de un rechazo fundamental de la doctrina del pecado original que sustenta todo el mensaje del evangelio. Si los seres humanos son básicamente buenos y nacen inocentes, ¿por qué tuvo que morir Cristo? En lugar de ser el centro del plan redentor de Dios, la cruz sería un obstáculo innecesario (1 Co 1:23).

Sobre la Trinidad

A pesar de que el 98 % de los evangélicos afirman creer en la Trinidad, la mayoría no entiende que la Trinidad está compuesta por tres Personas. Más de la mitad (53 %) cree que «el Espíritu Santo es una fuerza, pero no un ser personal». ¿Cómo pueden los cristianos afirmar que creen en «un solo Dios en tres Personas» y al mismo tiempo negar la personalidad de una de esas Personas? Esto sugeriría que muchos evangélicos simplemente repiten como loros credos que no entienden.

Sobre el amor de Dios

Quizás lo más revelador sea que el 94 % de los evangélicos cree que «Dios ama a todas las personas por igual», un porcentaje superior al de la población estadounidense en general (83 %). Este deísmo terapéutico moralista, disfrazado de doctrina cristiana, borra la distinción bíblica entre la benevolencia general de Dios hacia toda la creación y su amor especial y salvador hacia los elegidos (Ef 2:4). Reduce el evangelio a un sentimentalismo cálido en lugar de un plan para el rescate divino.

Sobre la adoración exclusiva

Casi la mitad (47 %) de los evangélicos también cree que «Dios acepta la adoración de todas las religiones, incluyendo el cristianismo, el judaísmo y el islam». (Quizás por eso casi uno de cada cinco musulmanes en Estados Unidos se identifica a sí mismo como «evangélico»). Este hallazgo es particularmente devastador dado que todos los encuestados —el 100 %— afirman que «la Biblia es la máxima autoridad para lo que creo». ¿Cómo puede la Escritura ser tu máxima autoridad cuando rechazas las afirmaciones exclusivas de Cristo sobre la verdadera adoración (Juan 14:6)? Este es también el grupo que se mostró totalmente de acuerdo con la afirmación «Solo aquellos que confían en Jesucristo como su Salvador reciben el don gratuito de Dios de la salvación eterna», lo que hace que la respuesta sea aún más confusa.

Crisis en la asistencia de la iglesia

La razón de esta ignorancia teológica se hace más clara cuando se ve cómo muy pocos evangélicos reconocen la importancia de la iglesia. Solo el 61 % de los evangélicos cree que «todo cristiano tiene la obligación de unirse a una iglesia local». Este enfoque individualista de la fe, adoptado por un tercio del movimiento, explica perfectamente por qué la teología evangélica se ha vuelto tan confusa.

Cuando los creyentes se desconectan de los medios ordinarios de la gracia —la predicación de la Palabra, la administración de los sacramentos y el ejercicio de la disciplina congregacional—, inevitablemente se desvían hacia el error. Cuando los llamados evangélicos reciben más formación espiritual de las redes sociales, los programas de radio y las noticias por cable que de una iglesia local, su deriva hacia las creencias heréticas se vuelve casi inevitable.

A pesar de sus defectos, la iglesia local es la forma que Dios ha elegido para llevar a cabo Su plan

Es cierto que muchas iglesias se han vuelto poco atractivas al adoptar el modelo de un club social o un comité de acción política. Pero la iglesia local sigue siendo esencial porque es la institución que Cristo estableció para guardar el evangelio, pastorear a Su pueblo y equipar a los santos. Cuando los evangélicos consideran que la membresía en la iglesia es opcional, esencialmente están diciendo que el diseño de Cristo para la vida cristiana es prescindible.

A pesar de sus defectos, la iglesia local es la forma que Dios ha elegido para llevar a cabo su plan. Como afirma Jared Wilson: «Tu iglesia extraña y desordenada […] es el plan A de Dios para tu mundo. Y no hay plan B».

El camino hacia adelante para los líderes de la iglesia

La cura para la confusión teológica es la claridad teológica. Los líderes de la iglesia deben regresar a los fundamentos del ministerio pastoral: enseñar, corregir y discipular. Así podemos empezar a abordar esta crisis doctrinal.

Recupera la instrucción catequética

Los resultados de la encuesta muestran la necesidad de una educación teológica básica. Implementa clases de catecismo para todas las edades. Utiliza recursos probados como el Catecismo Menor de Westminster, el Catecismo de Heidelberg y el Catecismo Bautista. O implementa uno de los enfoques modernos, como el Catecismo de la Nueva Ciudad y el Gospel Way Catechism [Catecismo camino del evangelio]. Estos documentos existen precisamente para prevenir el tipo de confusión teológica que estamos presenciando.

Ejerce la disciplina eclesiástica

Cuando los miembros de la iglesia abrazan públicamente creencias que contradicen las Escrituras, como el universalismo o el pelagianismo, se requiere una respuesta pastoral. Esto no significa ser duro, poco amoroso o excesivamente punitivo. Pero sí significa tomar la doctrina lo suficientemente en serio como para corregir el error y, si fuera necesario, excluir a aquellos que persisten en enseñar doctrinas falsas.

Enfatiza los requisitos para la membresía

Deja de tratar la membresía de la iglesia como algo que ocurre automáticamente al profesar la fe. Instituye clases de membresía que articulen claramente lo que la iglesia cree y espera que cada miembro profese. Deja en claro que unirse a una iglesia local no es inscribirse en una canasta de servicios al consumidor, sino hacer un pacto con otros creyentes bajo la autoridad de las Escrituras.

No bajes el nivel intelectual

Los pastores a menudo pensamos que debemos rebajar el nivel del contenido teológico de nuestros sermones para que no resulte demasiado complicado para nuestra congregación. Aunque no debemos utilizar una jerga innecesariamente compleja, debemos formar a toda nuestra gente en conocimientos teológicos básicos.

El enfoque educativo de Mortimer Adler ofrece un modelo útil sobre cómo podemos hacerlo. El filósofo comparó las capacidades diferenciales de los niños con recipientes de diferentes tamaños y dijo que la igualdad en el trato educativo se logra cuando se dan dos resultados: «En primer lugar, cada recipiente debe llenarse hasta el borde, tanto el recipiente de una taza como el de un galón. En segundo lugar, cada recipiente debe llenarse hasta el borde con la misma calidad de sustancia: crema de la mejor calidad posible para todos, no leche descremada para algunos y crema para otros».

La predicación y la enseñanza en la iglesia deberían adoptar el mismo enfoque. Utiliza vocabulario teológico desde el púlpito y explícalo para todos los niveles. Cuando prediques sobre el pecado, explica la doctrina de la depravación total de una manera que todos puedan comprender. Cuando prediques sobre la salvación, explica la expiación sustitutiva de forma clara y coherente. Capacita a tu congregación para que piense teológicamente acerca de todas las cosas. Ya sea que su capacidad de comprensión sea de una taza o de un galón, llénalos al máximo con la crema de la verdad de Dios.

Conecta la doctrina con la vida

Enseña cómo la teología ortodoxa conduce a una vida transformada. El problema no es que la doctrina sea irrelevante para la vida cotidiana. El problema es que no hemos sabido demostrar su relevancia.

El evangelio es demasiado precioso como para sacrificarlo en el altar de la conveniencia política o el sentimentalismo terapéutico

Tomemos, por ejemplo, la doctrina de la depravación total. Cuando los padres comprenden verdaderamente que sus hijos nacen con corazones pecaminosos, en lugar de llegar al mundo como inocentes pizarras en blanco, abordarán la disciplina como una transformación del corazón, en vez de una mera modificación del comportamiento. Confiarán en el evangelio para cambiar a sus hijos desde adentro hacia afuera, en lugar de usar reglas para simplemente controlar la conducta externa. Pensar correctamente acerca de la santidad de Dios debería producir una vida santa. Comprender correctamente la pecaminosidad humana debería producir humildad y dependencia de la gracia.

Dejemos de gestionar el declive

Los líderes de la iglesia pueden seguir lamentándose por las concesiones teológicas o tomar medidas para volver a la fe cristiana histórica que realmente merece el nombre de «evangélica». La elección determinará si las generaciones futuras heredarán una fe bíblica sólida o una cáscara vacía de cristianismo cultural que puede decirte por quién debes votar, pero no cuántas Personas hay en la Trinidad.

El evangelio es demasiado precioso como para sacrificarlo en el altar de la conveniencia política o el sentimentalismo terapéutico. Es hora de que los pastores y los líderes de la iglesia elijan: ¿pastorearemos a los evangélicos hacia la ortodoxia bíblica o continuaremos gestionando el declive del cristianismo estadounidense?

Ya hemos esperado demasiado tiempo, puesto que esta evaluación no es nueva (mira el análisis de The Gospel Coalition sobre las encuestas anteriores sobre el estado de la teología: 201620202022). Cada año que lo postergamos, otra generación crece pensando que ser «evangélico» significa tener ciertas posiciones políticas en lugar de ciertas convicciones teológicas. Cada domingo que no catequizamos a nuestra gente, cedemos más terreno al deísmo terapéutico que ya ha capturado tantos corazones y mentes evangélicos. Tenemos que actuar ahora si queremos que el evangelio sobreviva de forma reconocible entre aquellos que dicen defenderlo con más fervor.

La encuesta State of Theology nos ha dado, una vez más, el diagnóstico. La pregunta es si tendremos el valor de finalmente aplicar el remedio.


Apéndice: En la encuesta, Lifeway Research definió a los evangélicos como personas que estaban firmemente de acuerdo con las siguientes cuatro afirmaciones:

  • La Biblia es la mayor autoridad para lo que creo.
  • Es muy importante para mí personalmente animar a los no cristianos a confiar en Jesucristo como su Salvador.
  • La muerte de Jesucristo en la cruz es el único sacrificio que podría quitar el castigo por mi pecado.
  • Solo aquellos que confían solamente en Jesucristo como su Salvador reciben el don gratuito de la salvación eterna.

Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por María del Carmen Atiaga.
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