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Probablemente conozcas la historia. «Estaba enfermo cierto hombre llamado Lázaro, de Betania» (Jn 11:1). Era el hermano de María y Marta, y amigo de Jesús. Juan, el evangelista, quiere que entendamos un detalle muy importante sobre el corazón de Cristo para esta familia: «Y Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro» (Jn 11:5).

Jesús amaba a Lázaro. Esta enfermedad era letal. Sin embargo, Jesús no fue a ayudar a Lázaro. No todavía. No hasta que murió.

Ya has leído esta historia. Jesús llegó, habló y Lázaro volvió a la vida. Después de ser llamado de la tumba, Lázaro se reunió con su familia y amigos. La gente quedó atónita. Conocían a Lázaro, conocían lo que era la muerte. Pero ¿una resurrección? Ese era un milagro incomprensible. La historia se hizo viral. Por eso la conocemos en la actualidad.

Nuestro Salvador conmovido

Pero antes del milagro, hubo un momento. Una pequeña toma en el videoclip. Sucedió antes de que Cristo llegara a la tumba, cuando vio llorar a María y a los otros. La pantalla se congeló mientras el narrador, Juan —solo por un microsegundo—, retiraba el velo para que pudiéramos ver y experimentar las emociones de nuestro Salvador.

Se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció (Jn 11:33).

Dos frases se usan para describir lo que Cristo estaba sintiendo. La primera es «se conmovió profundamente en el espíritu». No pienses en algún tipo de tristeza o dolor «que conmuevan el espíritu». Los sentimientos de Cristo se parecían más a una tormenta que empieza a desarrollarse en la orilla contraria. Cuando miras la nota al pie en un recurso de estudio bíblico, el término «indignarse» aparece de repente. No es indignante como el estar «fastidiado por la intromisión del lamento de las personas». No, esta era más bien una indignación justa. Era el corazón de Cristo que exhibía la plenitud de Su humanidad, provocada por el impacto de la muerte en aquellos que amaba. Era un vistazo breve de cómo se siente realmente Dios cuando el sufrimiento desata la miseria sobre Su familia.

El corazón de Cristo exhibía la plenitud de Su humanidad, provocada por el impacto de la muerte en aquellos que amaba

Ahora, recuerda que Jesús es el único de los presentes que sabe hacia dónde va toda esta historia. Él sabe que, en menos de una hora, Lázaro estaría quitándose las vendas mortuorias y abrazando a sus hermanas. Pero este es el punto que Dios quiere enfatizar aquí, para que sepamos cuál es Su posición o, más específicamente, cómo se siente.

La segunda frase es «se entristeció». Piensa en las palabras «profundamente perturbado» o, como sugiere la semántica, «temblando con agitación». Conecta las dos frases y tienes a Jesús, ante el lamento de las personas, «temblando de indignación». Me encanta esta imagen. El amor de Cristo por nosotros es tan profundo que se enfurece contra la muerte.

Interesante, ¿verdad? Jesús se llamó a Sí mismo «la resurrección y la vida» al hablar con Marta. Todos sabemos que Él pudo haber librado a todos de esta calamidad. Pero ahora Su ira se enciende ante la tragedia y el trauma que produce.

Pero eso no es todo.

Un versículo después, el dique de emociones reprimidas se rompe en uno de los pasajes más breves de toda la Escritura. «Jesús lloró» (Jn 11:35).

Aquí contemplamos un momento infinitamente precioso, si no completamente desconcertante, en el que el Hijo encarnado exhibe toda Su humanidad. Jesús llora, aunque sabe que Lázaro pronto estará a Su lado. Llora, aunque sabe que las lágrimas de las hermanas pronto se convertirán en alegría desenfrenada. Llora, aunque sabe que un funeral está a punto de convertirse en una fiesta. Llora, no por Sí mismo y por el tormento que le espera —pues sin duda sabía que «desde ese día planearon entre sí matar[lo]» (Jn 11:53)—, sino por un mundo quebrantado en el que el sufrimiento y la muerte diezman inevitablemente a Sus seres queridos.

Jesús lo interpreta por nosotros

Amigos, si Cristo creyera que lo mejor es levantar inmediatamente su carga, aliviar su sufrimiento o devolver a sus seres queridos, lo haría. Sinceramente, espero que hoy se produzca un milagro así para ti, pero hay dos puntos más importantes que endurecen el terreno para mantener la esperanza ante un nuevo día.

En primer lugar, en un mundo caído, hay un diseño detrás de cada retraso. «Cuando oyó, pues, que Lázaro estaba enfermo, entonces se quedó dos días más en el lugar donde estaba» (Jn 11:6).

Jesús no se apresuró a intervenir. Esperó. De hecho, esperó hasta que parecía que era demasiado tarde. ¿Puedes identificarte con este día? Algo que valoras mucho está muriendo. ¿Orar? Ya oraste hasta el cansancio. Pero parece que Dios llegará tarde.

Si Cristo creyera que lo mejor es levantar inmediatamente tu carga, aliviar tu sufrimiento o devolverte a tu ser querido, lo haría

Marta y María podrían identificarse contigo. Ellas descubrieron un secreto que debemos aprender. Siempre hay un diseño detrás del retraso.

Me encanta la última estrofa del himno de William Cowper, «God Moves In Mysterious Ways» [Dios se mueve de formas misteriosas]:

La incredulidad ciega seguramente yerra,
Y considera que Su obra es vana;
Dios es Su propio Intérprete,
Y Él lo dejará claro.

¿Cómo interpretó Dios este retraso?

El retraso se convirtió en una oportunidad para desarrollar la fe. «Lázaro ha muerto; y por causa de ustedes me alegro de no haber estado allí, para que crean» (Jn 11:14-15). Cuando Dios se retrasa, somos enviados al aula de la confianza. Allí somos instruidos: «por fe andamos, no por vista» (2 Co 5:7).

Quizá, cuando despertaste esta mañana, estés ocupando un asiento en esta misma aula. ¿Puedes escuchar cómo el Intérprete divino le susurra esta historia a tu alma?

En Los hermanos Karamázov, de Dostoievski, el personaje de Iván no puede aceptar la idea de que el sufrimiento inocente forme parte del plan de Dios. Crea un poema en prosa titulado «El gran inquisidor», en el que Iván imagina que Cristo regresa a la tierra para ser interrogado por la iglesia. En la prosa, Cristo es acusado y se demanda otra muerte. ¿Por qué? La iglesia simplemente no puede aceptar la idea de que el sufrimiento presente podría tener valor futuro, ya sea para el alma en la tierra o para la vida después de la muerte.

Quizás puedas identificarte con esto. Si es así, la historia de Lázaro nos recuerda que el aparente enigma no se responde mediante la lógica, sino confiando en la sabiduría de Dios. Esto significa permitir que la Palabra de Dios interprete las acciones de Dios. O Sus inacciones. Dios es Su propio intérprete.

La historia de Lázaro nos recuerda que el aparente enigma del ‘retraso’ divino no se responde mediante la lógica, sino confiando en la sabiduría de Dios

El retraso se convirtió en una oportunidad para darle gloria a Dios. Jesús esperó para agrandar el escenario. El retraso se convirtió en el contexto para Su mayor gloria. «Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella» (Jn 11:4). Pero Él sabía que la profundidad del dolor se convertiría en mayor gloria para Dios.

Amigo, deja que Dios sea Su propio intérprete. Conecta este pasaje al lugar en que estás esperando. ¿Puedes creer que hay un diseño detrás de la muerte de este sueño? ¿Puedes confiar, en maneras que probablemente nunca entenderás por completo en la tierra, que es «para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella»? Esta no es solamente una historia acerca de Lázaro. Esta historia es acerca de ti.

Jesús siente por nosotros

En segundo lugar, Jesús entiende cómo te sientes mientras esperas. Él no es ambivalente. No se mantiene distante e indiferente, totalmente desconcertado al ver por qué esto duele tanto. Cristo tiembla de indignación por aquello que te rompe el corazón. Sin embargo, en Su voluntad perfecta, amorosa y misteriosa, Jesús hace ambas cosas: lo ordena y lo lamenta. Cristo implanta quirúrgicamente la espina y luego se compadece de nosotros por la debilidad que viene como resultado de este proceso.

Hay tanto que no sabemos. Pero esto es lo que sí sabemos: nuestro Salvador es experimentado en la aflicción. Las mismas cargas que aplastan tu corazón en este momento rompen Su corazón también. Él aborrece todo lo que hace daño.

¿Tu corazón se siente machacado esta mañana? Tu Salvador entiende. Él conoció la soledad, la traición, el abandono y la calumnia. ¿Has sido tratado injustamente? Jesús fue explotado, maltratado, cosificado, abusado y, eventualmente, asesinado. ¿Sientes una pérdida? Cristo perdió familia, amigos, comunidad, respetabilidad, influencia y Su vida. Créeme cuando te aseguro que, independientemente de cómo te sientas esta mañana, Jesús te entiende.

Cristo murió por ti, resucitó por ti y ahora está orando por ti. Él ha diseñado el retraso que atravieses para edificar tu fe y exaltar Su propia gloria

Cuando lloramos, Jesús llora. Él siente una tierna compasión por ti. El Señor cuenta cada noche sin dormir y guarda cada lágrima en un frasco para la discusión futura (Sal 56:8). Aquel que «llevó nuestras enfermedades, / Y cargó con nuestros dolores» (Is 53:4) todavía los lleva. Solo deja que eso dé vueltas en tu mente por un minuto.

Pero Cristo no está en el cielo solo sintiendo pesar por nosotros. Por supuesto que Lázaro resucitó, solo para morir otra vez después de un tiempo. Jesús murió para resucitar. Esto significa que ahora está de pie, intercediendo a nuestro favor. Quizá en este mismo momento todo el cielo pueda oír Sus oraciones. Por ti. Justo ahora. Solo cierra tus ojos e imagina el crescendo de Sus lamentos celestiales que hacen eco en los muros del universo, mientras el Señor ora con pasión por tu confusión. Hay una intercesión incesante que se derrama por tus hijos y tu motivación. Por tu claridad, por tu iglesia o para que tengas la valentía de dar pasos audaces hacia la libertad o la misión.

Tu vida es un desastre, lo entiendo. Pero Cristo murió por ti, resucitó por ti y ahora está orando por ti. Él ha diseñado este retraso para edificar tu fe y exaltar Su propia gloria.

Seguro, puede que despiertes un día más en la sala de espera. Pero, recuerda, Jesús tiene un plan y Él encarna tu dolor de forma literal. Puede que tu situación se sienta como la muerte, pero en verdad fue diseñada y es completamente gobernada por Aquel que habló y resucitó a Lázaro de los muertos.

Piensa hoy en Lázaro. Deja que su historia te recuerde que al Dios que te estima también le encanta resucitar a los muertos. Eso es lo Suyo.


Publicado originalmente en Rev Dave Harvey. Traducido por María del Carmen Atiaga.
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