Los salmos han sido atesorados por el pueblo de Dios a través de la historia y se han usado ampliamente en la devoción y la educación cristiana: escuchamos a los niños recitar el Salmo 23; expresamos arrepentimiento en la intimidad al orar el Salmo 51; utilizamos salmos para adorar los domingos en iglesias locales.
Esto no es para menos, pues estas composiciones conectan con el corazón del cristiano. Son un puente entre los frágiles y variados estados del alma humana y su fiel, inmutable y todopoderoso Creador.
A su vez, debemos reconocer que el libro de Salmos es una antología compleja. Aunque incluso los niños se benefician de la lectura de un salmo, la Escritura espera que los cristianos maduren su fe mediante un estudio profundo de la Palabra (Jn 5:39; He 5:12-14). En este sentido, los Salmos representan un desafío único dentro del canon bíblico, por lo que es útil tener un pantallazo general del libro.
Aquí ofrezco una introducción general del libro para líderes y creyentes en general que quieran emprender un estudio profundo. Quiero explorar aspectos más históricos y, si se quiere, más técnicos; pero sin dejar de lado los beneficios espirituales y devocionales.1
¿Qué es el libro de Salmos?
Salmos es una colección de poesía hebrea que presenta cantos y oraciones del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Su propósito es enfatizar el corazón de la historia de redención: Ustedes serán Mi pueblo y Yo seré su Dios. Me refiero a que el contenido, orden y desarrollo de los salmos apuntan a esta relación pactual entre el Señor y Su pueblo.
Los Salmos son un puente entre los frágiles y variados estados del alma humana y su fiel, inmutable y todopoderoso Creador
Dios se presenta como poderoso (Sal 29), fiel (33:4), misericordioso (103:8), lleno de gracia (32:1; 103:2), justo (11:7), santo (99:9), sabio (104:24) y un caleidoscopio de atributos inmutables que nos informan sobre Su ser perfecto. Por otra parte, el pueblo es inconstante (Sal 106:13-14), a veces infiel (78:8), lleno de dudas (72:2-3), necesitado (40:17), dependiente (42:1); pero, al mismo tiempo, se encuentra perseverando en la oración (Sal 55:16-17), confiando en su Señor (56:3-4), clamando a Él por perdón y ayuda (51:10-12) y celebrando Sus obras y victoria final (98:1).
Para reflejar este espectro amplio de atributos divinos y condiciones humanas, un solo canto no sería suficiente. Dios decidió inspirar varios cánticos y oraciones a lo largo de la historia y movió a Su pueblo a compilarlos en una sola antología inspirada (cp. 1 Ti 3:16-17; 2 P 1:19-21).
Composición y autoría
El libro de Salmos es el producto de múltiples autores en diversos lugares, momentos y circunstancias, como dan cuenta los títulos originales que posee la mayoría: de David (p. ej. 3-41), Salomón (72, 127), Moisés (Sal 90), los hijos de Coré (p. ej. 44-49) y Asaf (50 y 73-83). También se menciona a Hemán el ezraíta (88) y Etán el ezraíta (89). Otros salmos son anónimos.
Estos títulos pueden ayudarnos a situar cada salmo en su contexto, pero es importante ser cuidadosos al interpretarlos. En hebreo, la construcción gramatical que expresa autoría (lamed auctoris) parece tener una función más flexible que en español.2 Por ejemplo, es difícil imaginar a todos los hijos de Coré sentados en un comité de composición. En cambio, esta atribución parece ligar a «los hijos de Coré» de forma general con la autoría o preservación de los salmos que llevan este título.3
A pesar de las críticas modernas, la evidencia que respalda la fiabilidad de estos títulos es fuerte. Muchos estudios han demostrado la consistencia de estos en la literatura del Antiguo Cercano Oriente y en los salmos bíblicos específicamente.4 Además, las copias más antiguas de los manuscritos del Mar Muerto incluyen estos títulos; y otros ejemplos de salmos en la Biblia también los presentan, como el cántico de David registrado al final de su vida (2 S 22:1; cp. Sal 18) y la oración del profeta Habacuc (Hab 3:1). Todo esto respalda la autenticidad y utilidad de los títulos originales que aparecen varias veces en el Salterio.
Varias personas participaron en la composición y otros más en la compilación del Salterio; pero Dios es el Autor supremo
Finalmente, debemos apreciar cómo trata el Nuevo Testamento (NT) estas composiciones. En ocasiones, los autores de Salmos son citados autoritativamente por autores del NT (Hch 2:25-28; cp. Sal 16:8-11). Pero sobre todo, el NT atribuye este libro a la obra del Espíritu (He 3:7-11; cp. Sal 95:7-11). Jesús también reconoce tanto la autoría humana como divina de Salmos (Mt 22:43-44; cp. Sal 110:1). Varias personas participaron en la composición y otros más en la compilación del Salterio; pero Dios es el Autor supremo.
Compilación
El libro de Salmos no revela detalles sobre cómo fue su compilación. Sin embargo, a pesar del pesimismo de algunos académicos, la composición interna del libro sí da indicios de una intencionalidad editorial.5 En otras palabras, quienes compilaron y editaron el Salterio lo hicieron con la idea de transmitir un mensaje al observar la progresión del libro como un todo.
Salmos es el primer libro dentro de la sección llamada «Escritos» en el canon hebreo (cp. Lc 24:44). Esta sección, desde una perspectiva pactual, enfatiza la vida fiel dentro de la comunidad del pacto.6 Los salmos 1 y 2 se han propuesto como una introducción al Salterio y a toda la sección de los Escritos.7 Desde allí se puede observar que los salmos progresan del lamento (Sal 3:1) hacia la adoración en su máximo esplendor (Sal 150:6).
Además, la existencia de colecciones como «Las oraciones de David» (Sal 72:20) o los «Cánticos de ascenso gradual» (Sal 120-134) parecen haber precedido a la edición final del libro. Otro ejemplo de lógica interna, que parece señalar una compilación intencional, puede ser la progresión: creación (Sal 19), encarnación (Sal 20), entrada triunfal (Sal 21), crucifixión (Sal 22), resurrección (Sal 23), ascensión (Sal 24), pentecostés (Sal 25) y juicio final (Sal 26).8
En las últimas décadas, mucho del estudio de Salmos se ha centrado en identificar más indicios de intencionalidad y orden lógico dentro del libro.9 Se cree que esta intencionalidad pudo venir del movimiento literario hebreo que generó libros como Crónicas y Esdras-Nehemías, al final del siglo IV a. C.10
Cuando leemos y estudiamos un salmo, recordemos que este libro refleja la vida dentro de la comunidad del pacto. También podemos tratar de identificar si pertenece a alguna colección interna, como los cánticos de ascenso gradual, y esto enriquecerá nuestro estudio e interpretación.
Géneros
Los géneros de los salmos también son debatidos. Los tres más aceptados son los himnos, lamentos y acción de gracias.11 Se han propuesto otros géneros como penitencia, salmos de realeza, mesiánicos o de remembranza y ¡muchos más!
Sin entrar en detalles, quiero presentar otra forma de concebir los diversos tipos de salmos. Es una manera simple, pero de mucha utilidad. Esta clasificación se compone de tres categorías:12
- Salmos de orientación: nos ayudan a interpretar el mundo que nos rodea cuando todo está bien y la vida es estable. Nos recuerdan que Dios sostiene la creación y la historia con el propósito de mostrar Su gloria.
- Salmos de desorientación: expresan duda, agonía, temor y otros sentimientos negativos ante una circunstancia difícil. Nos ayudan a interpretar circunstancias desfavorables como providencias difíciles de un Dios fiel.
- Salmos de nueva orientación: celebrando en alegría la resolución de circunstancias difíciles tras la intervención divina. Estos salmos reconocen a Dios como Aquel que responde las oraciones de Su pueblo y como el Rey que debe ser adorado.
Estas tres categorías ayudan a ubicar rápido un salmo en la lectura, a entender mejor cuál es el propósito general del autor y a dónde quiere llevar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.
Estructura general del libro
Finalmente, podemos echar un vistazo a la estructura de todo el libro.
El Salterio presenta una estructura interna que divide la antología en cinco libros. Casi siempre, el último verso del último salmo de cada libro termina con una doxología y la palabra «amén» (Sal 41:13; 72:19-20; 90:52; 106:48; 150:6).
Algunas tradiciones judías antiguas conectan estos cinco libros con los libros de la Torá.13 Al mismo tiempo, otros estudiosos han tratado de determinar la lógica detrás de cada libro, la cual puede centrarse en el papel del rey o del pueblo.14 A continuación, presento una estructura simplificada que nos ayudará a valorar cada salmo dentro del contexto del libro en que se encuentra:
- Libro Primero (Sal 1-41), confianza original: muestra la confianza original del rey en el Señor (Sal 3; 23; 27).
- Libro Segundo (Sal 42-72), el líder puesto a prueba: considera cómo el líder del pueblo de Dios se conduce (Sal 51; 61) y cómo aplica la sabiduría de la ley para establecer el reino de Dios (Sal 72).
- Libro Tercero (Sal 73-89), la crisis del líder: revela expresiones de dificultad y dolor cuando las circunstancias parecen indicar que Dios está lejos o que Sus promesas han fallado (Sal 74; 77; 79). Muchas veces, estos salmos terminan con una expresión de confianza en Dios (cp. Sal 73:25-28), pero no siempre (Sal 88:18).
- Libro Cuarto (Sal 90-106), la respuesta de Dios como Rey: presenta la respuesta de Dios ante las oraciones de los Suyos. Dios ha sido fiel antes (Sal 90) y lo será por siempre (Sal 91). La confianza del pueblo debe estar puesta solo en Dios como Rey (Sal 93).
- Libro Quinto (Sal 107-150), la victoria de Dios, el Rey: celebra la victoria final de Dios como Rey de todo el universo (Sal 150), derrotando de una vez por todas a Sus enemigos (Sal 149).
Esta estructura conecta los salmos con la historia del pueblo de Dios desde Moisés hasta Jesús. Viendo hacia atrás, esta estructura conecta con el llamado de Moisés, su labor profética ante Faraón, los cuarenta años en el desierto, la protección y provisión de Dios en aquel tiempo y el final a las puertas de la tierra prometida, donde la ley de Dios gobernará al pueblo. Hacia adelante, esta estructura conecta el Salterio con la vida de Jesús. Podemos pensar en eventos como Su bautismo, tentación en el desierto, crucifixión, resurrección y ascensión y Su segunda venida.
Cada propuesta de estructura tiene ventajas y desventajas, y no tenemos que «casarnos» con una sola idea. Podemos apreciar varios matices en la Palabra de Dios de acuerdo con las herramientas que utilicemos para su estudio. El punto es que, al leer un salmo, podamos ubicarlo dentro de su contexto estructural. Esto nos puede ayudar con su interpretación, así como a conectarlo con la historia del pueblo de Dios en el pasado y con nuestra historia en el presente, como creyentes individuales y comunidades de creyentes.
Un desafío para el estudio
El Salterio es una antología compleja y puede ser un desafío para el estudio y la lectura profunda. Sin embargo, es mi deseo que esta introducción al libro de Salmos ofrezca un pantallazo útil sobre los géneros, la intencionalidad en el proceso de edición y la estructura general del libro.
Reconocer el género de un salmo puede guiar nuestra interpretación haciéndonos entender mejor lo que el autor tenía como propósito. También entender la estructura más amplia del Salterio puede ayudarnos a relacionar un salmo específico con los salmos que lo rodean en el libro en el que se encuentran.
Que Dios bendiga tu estudio y lectura de los Salmos.